MADRID, 2 Sep. (EUROPA PRESS) -
Las lluvias monzónicas de este año en el Sureste Asiático, las peores de los últimos tiempos, han golpeado a cerca de 16 millones de niños y sus familias, que han perdido sus hogares y sus medios de vida, lo que les deja en una situación de extrema vulnerabilidad, según ha alertado este sábado el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
"Millones de niños han visto cómo sus vidas han sido barridas por estas devastadores inundaciones", ha dicho Jean Gough, directora de UNICEF para el Sureste Asiático. "Los niños han perdido sus casas, sus colegios e incluso a sus amigos y seres queridos", ha recalcado.
Gough ha advertido de que es posible que la situación se agrave. "Puede que todavía quede lo peor si la lluvia sigue y las aguas se mueven hacia el sur", ha explicado. Hasta ahora, las intensas precipitaciones han dejado un saldo de casi 2.000 muertos y 45 millones de damnificados en Nepal, India y Bangladesh, los países más castigados por el monzón.
En Nepal, hay 1,7 millones de damnificados, incluidos 680.000 niños. En concreto, 1.958 colegios han quedado destrozados, lo que ha dejado sin educación a 253.605 menores. En Bangladesh, con ocho millones de damnificados --tres millones niños--, el agua ha arrasado 2.292 centros escolares. En India las cifras se multiplican: 31 millones de afectados, entre ellos 12,3 millones niños, 15.455 escuelas dañadas.
UNICEF ha indicado que "muchas zonas siguen siendo inaccesibles debido a los daños causados en carreteras, puentes, vías de tren y aeropuertos". En este contexto, la agencia de la ONU ha intensificado sus esfuerzos por llegar a los niños afectados y llevarles ayuda.
"Las necesidades más urgentes de los niños son comida, agua potable, higiene para prevenir enfermedades y centros de evacuación seguros donde puedan jugar", ha precisado. Sin embargo, ha señalado como problema a medio plazo que "cientos de miles de niños se perderán semanas o meses de colegio" por los daños causados en los centros educativos.
Gough ha subrayado en este sentido que "conseguir que los niños vuelvan al colegio es absolutamente necesario para dar sensación de estabilidad en momentos de crisis, cuando ahí fuera todo está al revés".