MADRID, 26 Mar. (EDIZIONES) -
La vida vuelve poco a poco al este de Mosul, ciudad santuario de Estado Islámico en Irak, y ahora escenario de una cruenta batalla que ha obligado a los yihadistas a atrincherarse en el oeste de la localidad mientras la otra parte de la ciudad, dividida por el Tigris, ve cómo abren sus mercados y las excavadoras comienzan a despejar los escombros dejados por los combates.
Aunque los vendedores comienzan a desplegar en sus tiendas los mismos teléfonos móviles cuyo uso fue una vez castigado con la muerte, los ciudadanos del este de Mosul no dejan de ver por todas partes el daño irreparable, tanto físico como psicológico, impartido por la dictadura de Estado Islámico durante los tres años que ha estado bajo control absoluto de la ciudad.
Además se escucha constantemente el ruido de la batalla en la parte oeste, más allá de la orilla del Tigris, y todavía no hay acceso a electricidad central ni a agua corriente en los hogares que todavía quedan en pie. Los trabajadores se sientan en las aceras, esperando empleo o pidiendo dinero.
Todo ello apunta a una lentísima recuperación del este de una ciudad que todavía es frente de combate. "Esta guerra lo ha destruido todo", lamenta para Reuters el empleado Mohamed Abdulá, mientras espera turno para comprear en un mercado central. "Buscamos trabajo todos los días pero apenas hay nada. Quizás una vez por semana llega algo que nos permite ganar unos ocho dólares y medio. Pero no tenemos ayuda del Gobierno. Solo tengo mi ciudadanía", ha explicado.
La basura se apila ahora a las afueras del santuario de Nabi Yunus, destruido por Estado Islámico en 2014, lugar de reflexión de musulmanes, judíos y cristianos en un área cuya población aumenta día a día conforme van llegando desplazados del oeste de Mosul, como Waddah, que consiguió atravesar las líneas del frente acompañado de 14 parientes y ahora vive en casa de un primo suyo, sin electricidad ni agua.
Desde el inicio de la batalla por Mosul el pasado mes de octubre el número de desplazados ha sido cifrado en torno a los 355.000. El número total de víctimas civiles no está claro, pero algunas estimaciones lo sitúan en torno a los 3.500. Las infraestructuras están destrozadas.
CICATRICES
"Es un problema de infraestructuras y seguridad", según el orfebre Moayed Sayegh, quien estima que los negocios del este de Mosul han vuelto a un 40 por ciento de su volumen antes de la llegada de Estado Islámico. "Todavía disparan morteros desde el otro lado del río. Sin ir más lejos, hoy ha muerto un niño por la explosión en una escuela", ha lamentado.
También persiste el daño psicológico, como el experimentado por Loay Jassem, de 21 años, cuya madre fue ejecutada por ejercer como diputada iraquí. "Han matado a una cantidad enorme de políticos, de policías y de funcionarios", ha declarado el joven cuya madre, Ibtisam, recibió un disparo en la cabeza delante de su hermana de seis años.