MADRID, 8 Feb. (EUROPA PRESS) -
Unos 10.000 solicitantes de asilo y refugiados con el estatus ya concedido viven excluidos del sistema de acogida en Italia, según un informe de Médicos Sin Fronteras (MSF) que denuncia tanto los fallos de los centros de recepción como la falta de herramientas que favorezcan la integración.
Estas personas viven atrapadas en las fronteras, en edificios ocupados en las ciudades y en guetos en zonas rurales, sin acceso a bienes de primera necesidad o a atención médica. Según MSF, en algunos casos esta situación se ha prolongado durante años.
La ONG ha elaborado su informe 'En el ángulo muerto: migrantes y refugiados en Libia' a partir de los datos recabados en 2016 y 2017 en 47 asentamientos informales ubicados en varias regiones de Italia. El 53 por ciento de estos enclaves corresponden a edificios abandonados y el 55 por ciento no disponen de agua ni electricidad.
MSF ha alertado de la vulnerabilidad en la que quedan sumidos los solicitantes de asilo sin plaza en un centro de recepción o que son expulsados de estas instalaciones "de modo sumario", así como los refugiados que salen de estos centros al final de su procedimiento pero sin herramientas para su integración social.
El 53 por ciento de los asentamientos visitados por MSF están habitados solo por hombres, mientras que en el 34 por ciento residen tanto adultos como menores de edad. En 17 de los 47, la organización ha documentado la presencia de niños menores de cinco años.
La asistencia a estos colectivos excluidos del sistema de queda en manos de grupos de voluntarios locales, pero este personal a menudo sufre "una gran presión" por parte de las autoridades que puede incluso culminar en procesamientos judiciales en su contra.
RECLAMA MEDIDAS
El coordinador del informe y asesor de Incidencia Política de MSF, Giuseppe De Mola, ha advertido de que "la investigación describe una situación en la que miles de personas que tienen derecho a refugio y protección ni siquiera cuentan con un refugio digno donde dormir, suficiente comida o acceso a un médico".
Para hacer frente a este "triste mapa de vulnerabilidad y marginación", MSF ha reclamado a las instituciones competentes, nacionales y locales, políticas específicas de recepción e inclusión social dirigidas a solicitantes de asilo y refugiados, así como acceso a bienes básicos y atención primaria para todos los migrantes presentes en Italia.
Esto pasa por reformar el sistema de acogida, promover la autonomía y la integración --teniendo en cuenta por ejemplo las barreras administrativas y de idioma--, poner fin a los desalojos sin soluciones alternativas de vivienda y fortalecer las intervenciones humanitarias para los migrantes en tránsito.
"Estos refugiados y migrantes viven al margen de la sociedad debido a un sistema de recepción inadecuado y de políticas fronterizas nocivas. Asimismo, las políticas diseñadas para fomentar la inclusión social de los migrantes y los refugiados a nivel nacional, regional y local están mal implementadas", ha denunciado De Mola.
EL CASO DE VENTIMIGLIA
MSF ha realizado un estudio específico para el caso de Ventimiglia, una localidad italiana fronteriza con Francia y que da cuenta de que persisten las devoluciones en caliente. Una de cada cuatro personas entrevistadas reconoció haber sufrido violencia a manos de las autoridades de alguno de los dos países vecinos.
El cierre de fronteras por parte de Francia, Austria y Suiza, ha derivado en la muerte de más de 20 personas en los últimos dos años cuando intentaban abandonar Italia. El número de migrantes atrapados en las zonas fronterizas y que residen en asentamientos informales, entre ellos menores no acompañados, también ha aumentado.
El director de los proyectos de MSF en Italia, Tommaso Fabbri, ha recriminado a los gobiernos que tiendan a "la criminalización de migrantes y refugiados y de quienes les ayudan a cubrir sus necesidades básicas", en lugar de adoptar políticas a largo plazo que cubran las necesidades de "un número relativamente manejable de personas que viven en condiciones inhumanas".
"Las políticas europeas e italianas deberían ayudar a estos hombres, mujeres y niños, sin dañarlos. Es hora de cambiar el rumbo", ha remachado.