MADRID, 3 Ago. (EUROPA PRESS) -
Raqqa, bastión del grupo terrorista Estado Islámico durante los últimos tres años, pese al avance de la ofensiva de la coalición internacional continúa siendo un callejón sin salida para los cerca de 50.000 habitantes que permanecen en la ciudad, donde la población apenas tiene acceso a atención médica de urgencia, según ha denunciado Médicos Sin Fronteras (MSF).
Uno de los 415 pacientes atendidos por MSF contó que había perdido a siete miembros de su familia mientras era atendido en el hospital de Tal Abyad por lesiones de metralla en el pecho. Había llegado con su hija y su madre, también herida tras 15 horas sepultada bajo los escombros de un edificio que se había derrumbado en un bombardeo aéreo.
Para escapar, tuvieron que recurrir a redes de traficantes y cruzaron la ciudad con un grupo de 40 personas más. Durmieron al raso y avanzaron siguiendo a varios perros para no evitar ser sorprendidos por la detonación de una mina. Tardaron diez días en llegar al primer hospital.
"En Raqqa, si no mueres por los ataques aéreos, lo harás bajo el fuego de mortero. Si no son los morteros, te matará un francotirador y si no, morirás por un explosivo. Si a pesar de todo sobrevives, estarás sitiado por el hambre y la sed porque no hay comida, ni agua, ni electricidad", ha relatado a MSF.
"Algunos pacientes han estado atrapados en las líneas de frente durante días e incluso semanas", ha declarado en un comunicado la coordinadora médica para Turquía y norte de Siria de MSF, Vanessa Cramond. "Si han tenido suerte, habrán recibido algunos cuidados médicos básicos dentro de la ciudad pero cuando llegan a nuestros hospitales a menudo sus heridas presentan infecciones graves y pocas veces es posible salvar sus extremidades", ha relatado.
UN HOSPITAL A 100 KILÓMETROS
El hospital que utiliza la organización está situado en Tal Abyad, a 100 kilómetros al norte de Raqqa, cerca de la frontera con Turquía. Además, existen centros de atención secundaria en Kobane y Menbij. Los traslados y recogidas se realizan en ocho ambulancias desplegadas a las afueras de la ciudad. Se ha habilitado también un punto de avance en Hazima, en el norte de Raqqa, para estabilizar a los pacientes más graves y atender a los habitantes de las zonas rurales.
Más allá de la ciudad, muchas personas tratan de regresar a sus casas. "Ciudades y pueblos están repletos de restos de explosivos de guerra", cita el comunicado de MSF. "El número de dispositivos residuales en estas localidades es tan elevado que está impidiendo que la gente pueda recuperar su vida normal", ha denunciado el coordinador de MSF en Raqqa, Robert Onus.
Hace una semana, la organización tuvo que suspender la atención en un centro médico habilitado en una antigua escuela en Hazima porque el edificio estaba plagado de minas y trampas. La mayoría de las lesiones que atiende la organización han sido provocadas por artefactos explosivos improvisados, minas terrestres, municiones sin detonar, metralla y disparos.
MSF cuenta con clínicas en campos de refugiados como el de Ain Issa y centros recientemente habilitados en zonas antes controladas por Estado Islámico. La ONG ha denunciado la falta de corredores seguros para la población y la imposibilidad de realizar evacuaciones médicas. "El mayor desafío es el acceso", ha sentenciado Onus.