MADRID, 24 Ago. (EUROPA PRESS) -
La ONG Médicos sin Fronteras ha informado este sábado de que tres hospitales con los que colabora en Siria recibieron, tres horas después del supuesto ataque químico del miércoles en los alrededores de Damasco, a más de 3.600 personas con síntomas asociados a un agente neurotóxico, de las cuales 355 acabaron perdiendo la vida, según hizo saber la organización en un comunicado.
El equipo de médicos de estos hospitales ha informado a MSF de que, poco después del momento del supuesto ataque, comenzaron a recibir "a un gran número de pacientes con exceso de saliva, problemas respiratorios, visión borrosa, pupilas contraídas y convulsiones", según el director de operaciones de Médicos sin Fronteras, el doctor Bart Janssens.
La ONG recalca que es incapaz de "confirmar la causa de estos síntomas ni establecer quién es el responsable del ataque", pero asegura que el cuadro médico que presentan los pacientes, sumado al patrón epidemiológico de los eventos, y la contaminación que sufrieron los doctores que atendían a los pacientes "demuestran de manera contundente que fueron expuestos a un agente neurotóxico".
Los pacientes tuvieron que ser atendidos con atropina, una droga empleada precisamente para contrarrestar estos efectos. MSF, proveedora de este material, "intenta ahora reabastecer a estos hospitales con más de 7.000 ampollas adicionales de atropina, y aportar material adicional y consejos para atender a los pacientes".
MSF informó además de que a partir de ahora integrará la atención a pacientes afectados por armas biológicas en el marco de su estrategia general para Siria, y recuerda que el uso de armas químicas constituyen una violación del derecho humanitario internacional.
La organización, finalmente, espera que el equipo de investigación de Naciones Unidas sobre el uso de armas químicas en Siria reciba acceso inmediato al lugar del supuesto ataque para determinar lo sucedido. "El último ataque y la masiva atención que han requerido sus víctimas se suman a una situación humanitaria ya de por sí catastrófica", lamentó el director general de Médicos sin Fronteras, Christopher Stokes.