Mubarak, 'faraón' de Egipto durante tres décadas hasta su derrocamiento en la 'Primavera Árabe'

El expresidente de Egipto Hosni Mubarak
El expresidente de Egipto Hosni Mubarak - Alina Novopashina/dpa - Archivo
Publicado: martes, 25 febrero 2020 15:37

Encabezó un régimen marcado por la cleptocracia y la represión de la oposición

MADRID, 25 Feb. (EUROPA PRESS) -

El expresidente egipcio Hosni Mubarak, conocido como el 'faraón' durante su mandato de tres décadas al frente del país africano hasta su salida del poder en 2011 tras varias semanas de movilizaciones populares contra él en el marco de la llamada 'Primavera Árabe', ha fallecido este martes a los 91 años.

Mubarak, que permaneció en el país tras su salida de la Presidencia y que ha sido sometido a numerosos juicios desde entonces, ha muerto cerca de un mes después de ser sometido a una cirugía intestinal, sin que por el momento hayan trascendido detalles.

A pesar de que su hijo afirmó tras la operación que se encontraba "estable" y de que uno de sus nietos publicó una fotografía con él a principios de febrero durante su proceso de recuperación, su abogado desveló el lunes que permanecía en la UCI por complicaciones y que no estaba estabilizado.

El exmandatario, nacido en 1928 en Kafr el Meselha, inició su carrera militar a temprana edad y con 22 años era ya oficial de la Fuerza Aérea, tras lo que continuó ascendiendo en el escalafón después de recibir entrenamiento en escuelas militares de la Unión Soviética.

El hito en la carrera de Mubarak en el Ejército llegó durante la guerra de Yom Kippur de 1973 contra Israel, momento en el que era comandante de la Fuerza Aérea y viceministro de Defensa. Dos años después, el entonces presidente, Anuar Sadat, le nombró como su vicepresidente.

En este nuevo cargo asumió mayores competencias, especialmente en materia de política exterior, en un momento en el que Sadat mantenía negociaciones con Israel de cara a los Acuerdos de Camp David, firmados en 1978.

De esta forma, Mubarak quedó en la primera línea de sucesión a la Presidencia, algo que tuvo lugar en 1981 después de que Sadat fuera asesinado por extremistas islamistas durante un desfile militar en conmemoración de la guerra de 1973, un magnicidio en el que Mubarak, sentado al lado del presidente, resultó herido en una mano.

A su llegada al poder, el nuevo presidente inició una política de mano dura con los grupos violentos y recrudeció la represión contra los miembros de la organización islamista Hermanos Musulmanes, al tiempo que mantuvo una firme resistencia a la apertura del sistema político del país a un modelo multipartidista.

Durante los primeros años al frente del país hubo un repunte de los atentados por parte de grupos extremistas islamistas, con su cenit en el atentado en Luxor en 1997, cuando 58 turistas fueron asesinados, en lo que supuso un duro golpe para el turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país.

REPRESIÓN Y CORRUPCIÓN

El régimen surgido bajo la égida de Mubarak vio cómo el Ejército mantenía su importante peso en la política del país y se sostuvo a través de unas redes de clientelismo que reforzaron el carácter cleptocrático de la cúpula egipcia, mientras las condiciones económicas en el país empeoraban con el paso de los años.

Asimismo, la oposición, tanto laica como religiosa, denunció en numerosas ocasiones la represión por parte del aparato policial y de las fuerzas de seguridad, los abusos de los Derechos Humanos y los casos de torturas y desapariciones forzosas de opositores y disidentes, si bien mantuvo en todo momento el apoyo de Estados Unidos.

Si bien Mubarak abrió el país al multipartidismo en 2005, las elecciones que se celebraron dieron al mandatario cerca del 90 por ciento de los votos, mientras que su rival, Aiman Nur, fue encarcelado poco después por cargos de fraude.

Por contra, en las parlamentarias celebradas ese año Hermanos Musulmanes, que ya había renunciado a la violencia años antes, logró 88 de los 454 escaños, lo que derivó en una nueva campaña de represión contra políticos opositores, periodistas, blogueros y manifestantes, con un foco especial en los miembros y seguidores de dicha organización islamista, cuyo apoyo popular fue en aumento.

Las críticas contra Mubarak fueron en aumento, también en el seno de su círculo interno, debido a sus esfuerzos para colocar a sus hijos como potenciales sucesores dentro del sistema republicano egipcio, algo que ya había ocurrido previamente en un país de la región como Siria, cuando Bashar al Assad fue aupado al poder tras la muerte de su padre, Hafez al Assad.

El malestar social tuvo su catalizador en las protestas que arrancaron semanas antes en Túnez contra Zine el Abidine ben Alí y cogieron impulso al ver cómo en dicho país el autócrata abandonaba el poder, haciendo pensar a la población que el cambio era posible también en Egipto.

Sin embargo, Mubarak se negó a abandonar el cargo y la represión de las protestas dejó cerca de 850 muertos, principalmente en la capital, El Cairo. Pese a ello, la presión de las manifestaciones llevó al Ejército a ir retirando su apoyo al presidente, quien el 11 de febrero de 2011 anunciaba que entregaba el poder a una junta militar.

EL PERIODO TRAS SU CAÍDA

Mubarak, que no abandonó el país tras salir de la Presidencia --algo que sí hizo Ben Alí, quien buscó refugio en Arabia Saudí hasta su fallecimiento en septiembre de 2019--, fue sucedido en junio de 2012 por el islamista Mohamed Mursi, miembro de Hermanos Musulmanes, tras las que fueron las primeras elecciones democráticas en el país africano.

Si bien Mursi estuvo apenas algo más de un año en el cargo antes de ser derrocado por un golpe de Estado militar liderado por el entonces jefe de las Fuerzas Armadas y actual presidente, Abdelfatá al Sisi, durante este periodo se abrieron numerosos procedimientos contra Mubarak y miembros de su cúpula por corrupción y el asesinato de manifestantes.

Así, en 2012 fue condenado a cadena perpetua por conspirar para asesinar a manifestantes y fue enviado a la cárcel de Torá, una de las más importantes del país, si bien fue trasladado posteriormente a un hospital militar debido a su estado de salud. En 2015 fue condenado a tres años de cárcel junto a sus hijos, Gamal y Alaa, por malversación.

Por contra, en 2017 el Tribunal de Casación le absolvió de los cargos por el asesinato de manifestantes, lo que le permitió abandonar el hospital militar de Maadi entre un grupo de seguidores y permanecer los últimos años de su vida junto a sus familiares, sin volver a prisión.

La decisión del tribunal fue criticada por activistas y ONG, que denunciaron que los crímenes de Mubarak quedaban impunes, en un momento en el que el propio Al Sisi estaba encabezando una nueva campaña de represión contra opositores, activistas, periodistas y miembros de Hermanos Musulmanes.

En este contexto y en lo que fue descrito como un ejemplo de la situación, Mursi falleció en junio de 2019 tras desvanecerse durante una comparecencia ante un tribunal, mientras que muchos activistas y políticos que ascendieron a la primera línea tras la caída de Mubarak han abandonado el país o se encuentran encarcelados.

La Presidencia egipcia ha declarado ya tres días de luto en el país por el fallecimiento de Mubarak, al que ha descrito como "uno de los líderes y héroes de la gloriosa guerra (de Yom Kippur)", antes de trasladar sus condolencias a la familia del exmandatario.

A las condolencias se han sumado las Fuerzas Armadas del país --que mantienen la relevancia que tuvieran bajo Mubarak--, que han hablado del expresidente como "uno de sus hijos" y "uno de los líderes de la gloriosa guerra", según ha informado el diario egipcio 'Al Ahram'.

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