MANILA 29 Dic. (Reuters/EP) -
Al menos siete personas, entre ellas tres menores de edad, han muerto en un tiroteo llevado a cabo por hombres armados contra una vivienda en Filipinas que servía como almacén de drogas, según ha informado este jueves la Policía filipina.
De acuerdo con la Policía de Manila, dos encapuchados llegaron al lugar de los hechos en moto y penetraron en la vivienda, localizada en el norte de la capital filipina. Una vez dentro abrieron fuego contra todas las personas que se encontraban en el interior, causando la muerte de cinco de los siete fallecidos. Las otras dos personas murieron horas después de camino al hospital a causa de la gravedad de sus heridas.
Cuatro de los fallecidos eran adolescentes. Dos de ellos tenían 15 años, otro tenía 16 y el mayor de los jóvenes tenía 18 años. Este tiroteo se registra en un momento en el que el presidente filipino, Rodrigo Duterte, ha estado preparando una reforma legislativa para rebajar la edad de responsabilidad penal de 15 a 9 años.
Más de 6.100 personas han perdido la vida en los últimos seis meses como consecuencia de la campaña de guerra contra las drogas impulsada por Duterte. Sólo un tercio de las víctimas han muerto durante operaciones policiales, mientras que el resto han sido clasificadas como "muertes bajo investigación", un término que los grupos en defensa de los Derechos Humanos consideran un eufemismo de "ejecuciones extrajudiciales".
La campaña de Duterte contra el narcotráfico ha sido condenada internacionalmente y ha llegado a crear tensión en las relaciones entre Filipinas y algunos de sus aliados más esenciales, como Estados Unidos, Naciones Unidas y la Unión Europea. Duterte ha aplaudido a China por no condenar sus medidas.
Ante las críticas, Duterte ha respondido de forma contundente. Hace unas semanas aseguró que estaba dispuesto a "pudrirse en la cárcel" con tal de acabar con el narcotráfico en Filipinas.
Este jueves, en una entrevista televisiva, Duterte ha dicho que la lucha contra las drogas no acabará pronto. "Hasta que el último camello no esté fuera de las calles y el último capo de la droga haya muerto, esta guerra contra la droga continuará hasta el último día de mi mandato", ha asegurado Duterte.
Las muertes a manos de civiles son cada vez más comunes en Filipinas, y las autoridades han sido acusadas por grupos de Derechos Humanos de estar contratando mercenarios a sueldo para matar a supuestos narcotraficantes. Duterte ha negado en todo momento que la Policía tenga alguna relación con estas muertes y ha alegado que ya se producían mucho antes de él jurase su cargo como presidente.