MADRID 5 Oct. (EUROPA PRESS) -
La guerra de Siria ha sumido al país en el caos más absoluto, con un tejido social que apenas subsiste en medio del fuego cruzado entre los distintos bandos. Las mujeres han quedado en este tiempo silenciadas por las bombas y las voces de los hombres, pero ahora buscan nuevos horizontes y ser "agentes de cambio" para un futuro que no termina de asomar.
Más de 300.000 personas han perdido la vida en el marco del conflicto, según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos. Un informe publicado en agosto reflejaba que una amplia proporción de estos fallecidos eran hombres y, hasta principios de ese mes, menos de 8.000 de los 111.000 civiles fallecidos fueron identificados como mujeres.
La vida de las supervivientes es "muy diferente" en función del territorio en el que vivan, como ha recordado a Europa Press la activista Oula Ramadan, directora de la ONG Badael e integrante de la iniciativa de la ONU 'Mujeres Sirias para la Paz y la Democracia'. Muchas se han quedado a su pesar como cabezas de familia, pero todas ellas están llamadas a ser "agentes de cambio", ha añadido.
Ramadan nació en Siria, un país del que también escapó Reem al Haswani, que dejó su carrera como arquitecta al convertirse a su pesar en refugiada en Líbano. En el enclave de Shatila, fundó la ONG Basmeh and Zeitooneh (Sonrisas y Aceitunas), con la que trata de mejorar las condiciones de vida de las mujeres que viven en los campos.
Ambas han coincidido esta semana en Madrid en el encuentro Women4Change, organizado por la Fundación Esperanza Pertusa y centrado en esta ocasión en el papel de las mujeres refugiadas, no sólo como víctimas sino también como luchadoras que intentan ser dueñas de su propio destino.
Al Haswani ha reconocido que las mujeres no siempre tienen fácil reivindicar su papel en una sociedad como la siria y en un contexto como un campo de refugiados, pero también ha abogado por trabajar para hacerles ver la "oportunidad". Con ayuda, ha explicado, pueden "tomar el control de su vida" y generar ingresos.
La ONG de Al Haswani ofrece a estas mujeres la posibilidad de dejar de ser "víctimas" de un conflicto que sigue cobrándose vidas y les brinda no sólo ingresos --con labores de costura y bordado-- sino también cursos de inglés e informática o talleres de prevención de la violencia doméstica.
Al Haswani ha explicado que el reclutamiento no fue fácil, ya que al principio las mujeres están "asustadas" y no siempre cuentan con el respaldo de sus propias familias. Las condiciones en el campo, con dificultades para obtener papeles y trabajo, tampoco ayudan.
ACTIVISMO SOCIAL
Dentro de Siria, sin embargo, la vida sigue y las mujeres desempeñan un papel especialmente activo. Ramadan ha apuntado que el activismo de las mujeres sobre el terreno es "masivo", en muchos casos respondiendo con "creatividad" a los retos del día a día que se les presentan al margen de la guerra.
La ONG Badael, en colaboración con la Fundación Kvinna till Kvinna ha recogido en un reciente informe la participación de las mujeres en la solución pacífica de conflictos, por ejemplo con labores de mediación entre comunidades. Hacen frente también a problemas como el reclutamiento de niños soldado o la proliferación de armas y promueven la liberación de detenidos.
Ramadan ha lamentado que este "trabajo social masivo" no se traduzca también en una representación más igualitaria en el proceso de toma de decisiones políticas. En este sentido, echa en falta dar voz a las mujeres en las diferentes iniciativas de paz que se han impulsado, infructuosas hasta ahora.
La activista, no obstante, ha admitido que "no parece que las conversaciones de paz vayan a volver pronto", habida cuenta de la "escalada de violencia" de las últimas semanas, en las que Alepo ha sido el epicentro de la destrucción tras la intensa ofensiva lanzada por las fuerzas del régimen de Bashar al Assad.
Tanto Ramadan como Al Haswani han coincidido en que la solución al conflicto no puede ser militar, sino política. En declaraciones a Europa Press, han insistido en la necesidad de parar los enfrentamientos y trabajar en la creación de un gobierno de transición. Al Assad no sólo debería quedar fuera de la política sino ser juzgado y estar "entre rejas", han advertido.
REFUGIADOS
Del fin de la guerra depende también el freno a la huida masiva de personas de Siria, ha señalado Al Haswani, quien como refugiada no entiende el trato dado por la comunidad internacional a quienes escapan de la violencia. "Estas personas no vienen de otro planeta", ha ironizado, al recordar los muros físicos y legales levantados en Europa.
Al Haswani ha recalcado que la mayoría de estos refugiados estarían encantados de volver a Siria si pudieran, a un país al que ella misma también aspira a regresar algún día. A su vuelta, espera encontrar "un país destruido", marcado por un conflicto que ni siquiera ha respetado las infraestructuras más básicas.
Ramadan ha imaginado su vuelta como el regreso a una "sociedad traumatizada", que habrá entrado en "una nueva fase" no necesariamente sencilla.
Ambas mujeres han subrayado que seguirán luchando, según Ramadan porque no conciben "otras opciones" y porque no olvidan a quienes "no han tenido tanta suerte como ellas". "¿Si no lo hacemos? ¿Quién más lo hará?", ha planteado Al Haswani.