Mujeres somalíes caminan delante de restos de catedral de Mogadiscio
FEISAL OMAR / REUTERS
Actualizado: miércoles, 25 enero 2017 19:29


MOGADISCIO, 25 Ene. (Thomson Reuters Foundation/EP) -

Al menos 300 jóvenes somalíes víctimas del maltrato, el matrimonio infantil y los abusos sexuales han decidido asistir semanalmente a clases de yoga como parte de la terapia para afrontar los traumas sufridos durante décadas de violencia en la zona del Cuerno de África.

Las mujeres de Somalia, cuyo Gobierno se ha visto debilitado por la cultura de la guerra, se encuentran en una situación de desprotección y vulnerabilidad en el país dada la impunidad y la falta de voluntad política para luchar contra la violación de los Derechos Humanos.

Ibshira, una adolescente de 19 años que teme ser agredida cuando camina por las calles de Mogadiscio, la capital de Somalia, se reúne cada semana con una veintena de mujeres para conversar sobre sus miedos y realizar ejercicio.

"Cuando vengo, no tengo preocupaciones ni problemas. Me olvido de todo eso", ha indicado Ibshira, que fue agredida sexualmente por dos estudiantes que aún intentan "alcanzarla" cada vez que sale de casa.

La terapia se centra principalmente en el aumento de la violencia sexual en el país y en cómo afrontar el reclutamiento de niños soldado y la pérdida de familiares y amigos debido a los ataques suicidas con bomba.

Las mujeres, que han denunciado la falta de protección legal en el país, se han visto obligadas a buscar ayuda de otras formas. Hanan, una joven de 18 años, pidió permiso a su familia para casarse con su novio. Sin embargo, sus padres intentaron que contrajera matrimonio con uno de sus primos y le impidieron abandonar la vivienda o asistir al colegio.

"Me dijeron que si salía me matarían", ha manifestado Hanan, que consiguió acudir a las clases después de que un amigo persuadiera a su familia para que le permitieran regresar a la escuela. "Me siento aliviada. Este programa me ayuda a cicatrizar", ha aseverado.

La terapia es llevada a cabo por doce somalíes previamente instruidos por la organización del Proyecto de Yoga en África, que ofrece clases gratuitas en comunidades pobres de Kenia. El Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) instó en un principio al grupo a ofrecer asistencia a los miembros de la agencia, que sufrían agotamiento y estrés.

"Después de las clases la gente se siente muy bien", ha señalado la fundadora de la organización, Paige Elenson, que decidió ofrecerlas para ayudar a reducir la ansiedad de las jóvenes que habían sufrido algún tipo de trauma.

"Cuando observas la historia de una superviviente puedes ver que esa persona se encuentra atrapada y no es capaz de hablar de la violencia o la violación", ha manifestado Ismahan Nur Ahmed, uno de los profesores que también ofrece apoyo psicológico a las víctimas de abusos sexuales.

DESAFÍOS

El mayor reto al que se enfrenta la organización es el terrorismo de grupos como Al Shabaab, que ven el yoga como una práctica espiritual contraria a las enseñanzas islámicas. "Cogemos el tipo de yoga que hacemos y nos preguntamos cómo puede encajar o adaptarse al contexto somalí", ha afirmado Elenson.

Algunas posturas han sido modificadas para respetar los códigos sociales somalíes, así como la vulnerabilidad de las mujeres y la cultura conservadora musulmana.

Ibshira, que ha señalado que su postura favorita es la del guerrero, ha indicado que las clases le han ayudado a darse cuenta de su fortaleza como mujer. "Refuerza los músculos", ha destacado la joven.

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