El grupo terrorista podría continuar ganando terreno en el país a través de sus células
TRÍPOLI, 1 Jul. (Reuters/EP) -
Varias mujeres tunecinas casadas con insurgentes del grupo terrorista Estado Islámico han indicado que vivían con "normalidad" en la ciudad libia de Sabratha bajo el yugo del autoproclamado califato.
"Vivíamos con normalidad en la ciudad, los vecinos nos conocían e incluso íbamos al mercado y al salón de belleza", ha señalado Rahma al Shejawi, la mujer del comandante islamista Noureddine Chouchane, que murió en el ataque aéreo efectuado en febrero por las fuerzas armadas de Estados Unidos en el oeste del país.
Las tres mujeres, liberadas después del ataque a las células operativas en las áreas cercanas a la frontera con Túnez, se encuentran retenidas junto a sus hijos en una prisión de Trípoli. Al Shejawi ha explicado cómo los insurgentes gestionaban y operaban la ciudad de Sabratha mientras la célula, formada principalmente por tunecinos, planeaba varios ataques en su país de origen.
El relato de las tres mujeres ilustra, a su vez, la forma en que el grupo terrorista podría continuar ganando terreno en Libia en medio de la inestabilidad política y ante la posible pérdida de la ciudad de Sirte, uno de los bastiones de los insurgentes en el país.
Algunos milicianos han permanecido en Sabratha preparándose para trasladarse a Sirte o Siria, pero la mayoría han estado preparando una serie de operaciones en Túnez, según ha aseverado Al Shejawi. "Compraban armas delante de los vecinos", ha añadido.
Las fuerzas de seguridad tunecinas y estadounidenses han destacado el importante papel que jugaba Chouchane en la preparación de los dos ataques a turistas que se produjeron en 2015 en Túnez. Las autoridades nunca nos buscaron en Sabratha a pesar de que todos sabían dónde vivíamos", ha afirmado Al Shejawi.
PÉRDIDA DE ESTRUCTURA
Estado Islámico comenzó a ganar influencia en Libia a finales de 2014, después de que las milicias del escuadrón Al Battar regresaran a la ciudad de Derna. El grupo se unió entonces a la campaña militar de Bengasi, tomó el control de Sirte y efectuó varios ataques en Trípoli tras reclutar milicianos del grupo Ansar al Sharia, vinculado a Al Qaeda.
No obstante, el grupo terrorista ha fracasado a la hora de llevar a cabo rápidos avances en la zona y ha tenido dificultades a la hora de conseguir apoyos en Libia. Los miembros extranjeros del grupo, cuya mayoría son de Túnez, han aumentado.
En Sirte, el grupo estableció un estado siguiendo el modelo establecido en Irak y Siria mediante la aplicación de impuestos y la implantación de serias normas en relación a la educación, la vestimenta y la pena de muerte. Desde entonces ha perdido partes de la ciudad en favor de las fuerzas progubernamentales.
En Sabratha, donde los tunecinos han sido especialmente dominantes, existe una pérdida estructural. "No había líder y cada uno hacía lo suyo", ha destacado Al Shejawi. Su hermana Ghofran, también casada con un miliciano de Estado Islámico, ha indicado que los milicianos en Sabratha estaban divididos en células que estaban preparadas para desafiar a las estructuras jerárquicas.
"Cada grupo tenía su propio emir y estaba trabajando en su propia estrategia. Algunos estaban elaborando pasaportes para Siria y otros trabajaban en Túnez o Libia", ha añadido Ghofran, que ha manifestado que "a pesar de que siempre pedían instrucciones del emir de Siria, que les instaba a obedecer al emir en Sirte, acababan tomando ellos mismos las decisiones sin hacer caso al emir".
ENFRENTAMIENTOS
Después del ataque aéreo de febrero, las brigadas locales libias, conocidas como 'thuwar' (revolucionarias) por el papel ejercido en 2011 durante el levantamiento contra Muamar Gadafi, se movilizaron contra Estado Islámico. Los residentes comenzaron a buscar a los milicianos porque temían otro ataque, ha explicado la tercera mujer tunecina liberada en febrero, Wahida Bin Mujtar al Rabhi.
Tanto Rabhi y su hijo, de dos años, como Ghofran y su hija de cinco meses de edad huyeron junto a sus maridos atravesando el desierto. Rabhi, que ha denunciado haber sido golpeada por miembros de las brigadas locales, ha señalado que "los ataques comenzaron y prosiguieron a pesar de que había niños y mujeres entre los objetivos".
"Quiero ser feliz junto a mi hijo y quiero recuperar la vida que tenía. No quiero que mi hijo crezca en una prisión", ha zanjado Rabhi, que a pesar de la inestabilidad en Libia no tiene intención de regresar a Túnez.