NUEVA YORK, 6 Feb. (Por Phumzile Mlambo-Ngcuka, directora ejecutiva de ONU Mujeres) -
La Mutilación Genital Femenina (MGF) concentra algunos de los problemas más intrincados a los que nos enfrentamos para intentar cambiar el futuro para las niñas de todo el mundo. El corte y la sutura de las partes íntimas de una niña de tal forma que sufre graves daños de por vida, no tiene ninguna sensación durante el sexo salvo probablemente dolor y podría sufrir aún más daño cuando dé a luz, es para muchos una violación obvia y horrible de los derechos.
Es un tipo de control que dura para siempre. Representa una burla de la idea de que alguna parte es realmente privada y subraya la institucionalizada manera en que se deja a numerosas niñas sin las decisiones sobre su propio cuerpo: una de cada 200 millones en la actualidad.
Para empeorarlo aún más, es bastante probable que esas niñas no terminen la escuela, tengan perspectivas de empleo limitadas y se casen con hombres mucho mayores que ellas, quedándose embarazadas poco después de alcanzar la pubertad.
La alta tasa de problemas obstétricos y de muertes maternas entre las comunidades que practican la MGF y el matrimonio temprano no son una coincidencia. Los altos niveles de desigualdad de género, los bajos logros educativos de las niñas, la mala salud y el costoso ciclo de pobreza en estas mismas comunidades tampoco son una coincidencia.
Todo está relacionado y prácticamente garantiza que esas niñas tengan responsabilidades domésticas y deficits académicos que las condenan a un futuro de horizontes muy estrechos.
CÍRCULO AMPLIO
Es más probable que una niña sea víctima de MGF si su madre ha recibido poca o ninguna educación. Estas limitaciones llevan aparejadas múltiples y repetidas oportunidades perdidas: bienestar personal, crecimiento social, diversidad económica y resiliencia de la comunidad.
No es un problema sobre el que no deba haber leyes. Ni tampoco debe entenderse como un problema de las propias comunidades, que tradicionalmente lo ven como un valor añadido para las niñas y un ritual secreto que es, hasta donde se sabe, normal, purificador y correcto.
La fuerza de las prácticas y normas culturales que dotan de un mayor estatus a las niñas que han sufrido la MGF complica especialmente detener esta práctica en las comunidades donde las niñas apenas tienen valor.
La solución exige que juntos cambiemos muchos aspectos de lo que es normal. Los medios desempeñan un papel importante para ampliar el rango de información, al igual que debe incluirse a defensores individuales, hombres y niños en conversaciones hasta ahora restringidas.
El rápido crecimiento demográfico en países donde tiene lugar la MGF ha derivado en un incremento en las cifras totales de niñas afectadas hasta la fecha por las normas actuales y en una mayor urgencia para romper unos ciclos negativos que incluyen bajos niveles educativos, oportunidades restringidas y profundas desigualdades
Es especialmente importante en vista del creciente foco en el empleo de mujeres y jóvenes como factor y catalizador para la erradicación de la pobreza y el desarrollo inclusivo.
Sólo en 2015 nacieron 70 millones de niñas. Depende de nosotros cumplir la promesa de un planeta 50-50 antes de 2030, para que estas niñas lleguen a la mayoría de edad con opciones sobre su futuro, en un mundo con igualdad de género.