Quienes han regresado a la ciudad aún tienen frescas en su memoria las muertes de sus seres queridos
MOSUL, 5 Ene. (Por el Comité Internacional de la Cruz Roja, CICR) -
La batalla por Mosul ha terminado, pero para miles de familias, el dolor y el horror continúan. Algunos están intentando, en las ruinas de su ciudad, rendir tributo a los que murieron.
En el distrito de Zanjili, ropas y recuerdos cuelgan de los muros e incluso coches abandonados entre los escombros se han convertido en un memorial. Atrapados entre las partes enfrentadas que prestaron poca o ninguna atención al requisito de salvaguardar a los civiles, las familias de Mosul no tenían a dónde escapar para estar a salvo.
"La gente huyó del hambre, los ataques de mortero y los intensos bombardeos", cuenta Shukri Mahmoud Abbas. "La gente se marchó de sus casas hacia las siete y media de la mañana. Huyeron de un tipo de muerte solo para encontrarse con otro tipo de muerte", lamenta.
FIRMA: CICR
Cuando intentaban huir, los ciudadanos de Mosul se convirtieron en objetivos. Atacar de forma deliberada a civiles está prohibido en virtud de las leyes de la guerra.
"Mi hijo resultó alcanzado en la rodilla, iba gateando por la calle", rememora Shukri. "Yo también tenía una herida en la pierna, pero era menor", añade. "Se quedó ahí tumbado, sangrando y murió hacia las cuatro de la tarde, se desangró hasta morir", recuerda.
NO PUDIERON HACER NADA PARA SALVAR A SUS SERES QUERIDOS
Madres, padres, maridos y mujeres no pudieron hacer nada para salvar a sus seres queridos. "Mi mujer murió a tiros cuando estábamos cruzando la calle cerca de la fábrica de Pepsi", explica Habash Saleh Mahmud. "Había disparos que venían de todas las direcciones. Solo Alá sabía de dónde procedían", subraya. "Había rondas de proyectiles de mortero y llovían las balas", recuerda.
La sobrina de Habash también murió. Su familia no pudo darle un entierro digno. "Su cuerpo se quedó tirado en la calle durante un mes hasta que las fuerzas de Respuesta Rápida llegaron y se lo llevaron al otro lado", indica.
Todas y cada una de las familias en Zanjili han sufrido. El final de la batalla de Mosul fue uno de los más brutales en la historia moderna. Los combates puede que hayan acabado ya, pero Sukri todavía se ve atormentado por sus recuerdos.
"Había un hombre mayor discapacitado en una silla de ruedas al que empujaba su hijo cerca de aquí", recuerda. "¿Qué fue lo que hizo el francotirador? No mató al padre porque estaba discapacitado y no le servía de nada. En lugar de ello, disparó al niño. Ahí mismo. El niño calló en el regazo de su padre", explica.
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"Cuando regresé para recoger el cuerpo de mi hijo muerto, encontré al hombre muerto con su hijo todavía en sus brazos. ¿Un viejo? ¿Quién podía sacarle de allí? ¿Quién podía empujarle? Nadie. Murió de hambre y sed con su hijo en sus brazos porque no podía moverse por su cuenta", subraya. "¿Dónde más ocurre algo así? No hay absolutamente ninguna humanidad aquí, por Dios", se lamenta.
¿Ha llegado la paz a Mosul? Para Habash, Shukri y tantas otras familias que han perdido a sus seres queridos, no es ese el sentir. Las casas, escuelas, hospitales y lugares de rezo en Zanjili están destruidas. Con razón, sus residentes se aferran con tanta fuerza a las memorias de lo que han perdido. Cada día los residentes de Mosul se congregan en el muro para recordar, pero esos recuerdos son difíciles de soportar.
El CICR trabaja para ayudar a las víctimas inocentes de la guerra. En noviembre de 2017, el CICR entregó alimentos y bienes de uso doméstico a 35.000 personas en Zanjili. Esta es solo una pequeña parte de la asistencia que el organismo está ofreciedo a los habitantes de Mosul.