DAKAR, 25 Abr. (Thomson Reuters Foundation/EP) -
Siete de cada diez mujeres guineanas de entre 20 y 24 años fueron sometidas a la mutilación genital antes de cumplir los diez años, según un informe de la ONU que alerta de la tendencia al alza de esta práctica --teóricamente prohibida-- y del gran número de personas que defienden su vigencia.
El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha alertado de un repunte en los casos de ablación en Guinea, un país donde la mutilación genital femenina es ilegal desde 1965. Esta práctica acarrea numerosos problemas de salud, tanto físicos como psicológicos.
El 97 por ciento de las mujeres han sufrido ablación en algún momento de su vida --la segunda mayor tasa del mundo sólo por detrás de Somalia--, según los datos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Siete de cada diez mujeres de entre 20 y 24 años fueron víctimas de ablación antes de su décimo cumpleaños, mientras que este porcentaje cae al 60 por ciento si se eleva el rango de edad a entre 45 y 49 años, recoge el informe del Alto Comisionado.
Este documento vincula la pervivencia de esta práctica con el apoyo que sigue recibiendo por parte de líderes políticos y religiosos, la inacción del sistema judicial y la impunidad de los responsables, entre ellos profesionales del sector sanitario.
DESHONRA
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Raad al Husein, ha advertido de que a pesar del descenso generalizado de los casos de mutilación en todo el mundo, en Guinea sigue siendo una práctica habitual "en todas las regiones y en todos los grupos étnicos, religiosos y sociales".
Se trata de una tradición arraigada e indispensable a ojos de gran parte de la sociedad, que ve una "deshonra" la ausencia de dicha práctica. Mientras que en 1999 dos de cada tres mujeres estaban a favor de la mutilación genital, los datos muestran que en 2012 este nivel de apoyo se había elevado hasta los tres cuatros.
"La presión social es tal que las propias niñas pueden pedir la mutilación por miedo a la exclusión o a quedarse solteras", recoge el informe. El miedo a las sanciones tan sólo ha provocado que algunas familias y niñas opten por ceremonias individuales en lugar de ritos de iniciación multitudinarios.