MADRID, 29 Nov. (Por Charlie Dunmore, ACNUR) -
Cuando la familia de Muzon huyó de la guerra en Siria a principios de 2013, por un momento pensaron dejarla atrás. La brillante chica de 14 años había estado estudiando duro todo el año para sus exámenes de noveno grado, para los que quedaba solo un mes, y su tía instó a la familia a que dejaran que se quedara para continuar su educación.
Al final, su padre decidió que los riesgos eran demasiado grandes así que ella huyó con él y sus hermanos a través de la frontera hacia Jordania. "Sabría que podría recuperar la escuela perdida, pero si uno pierde la vida no hay forma de recuperarlo", me cuenta Abu Mohamed, de 45 años, cuando conozco a la familia en el campo de refugiados de Azraq, en Jordania.
La educación siempre ha desempeñado un papel importante en la vida de Muzon. Sus padres eran profesores en la provincia de Deraa, en el sur de Siria, y su tía y su tío eran directores de escuelas locales. "No necesitaba que ellos me dijeran que la educación es importante. Siempre lo sentí", afirma la joven. "Nuestra casa fue construida por un ingeniero. Cuando estaba enferma iba al médico. La educación lo es todo en la vida", añade.
Ahora, a sus 17 años, su convicción profundamente arraigada de la importancia de la educación se ha convertido en un rasgo definitorio de la vida de Muzon en el exilio. No solo ha continuado sus estudios en Jordania, sino que se ha convertido en una defensora forzosa y cada vez de mayor perfil de la educación entre los refugiados sirios, especialmente entre las adolescentes y niñas.
AMIGA DE MALALA
Su campaña ha hecho que se la compare con Malala, la defensora de la educación paquistaní galardonada con el Nobel de la Paz, a la que Muzon ha visto varias veces y a la que considera su amiga. "Me enseñó que no importa los obstáculos a los que me enfrente en la vida, pueden superarse", explica.
Antes de que la crisis comenzara, Muzon recuerda una vida normal de clase media rodeada por vecinos amistosos y familiares. "No estoy diciendo que fuera una reina en Siria. Teníamos problemas, cosas buenas y malas, pero era como cualquier vida normal", afirma.
La casa familiar en Izra estaba cerca de una base militar que era atacada de forma regular, lo que les dejaba atrapados en el fuego cruzado. Incapaces de soportar los combates por más tiempo, decidieron marchar a Jordania y se establecieron inicialmente en el campo de refugiados de Zaatari.
Antes de llegar tenían poca idea de lo que esperar y la transición fue dura. En su país, Muzon y sus tres hermanos pequeños tenían cada uno una habitación propia y ahora toda la familia se veía forzada a compartir una única tienda de campaña en la que dormían, cocinaban y lavaban.
Afortunadamente, el mayor temor de Muzon --que no hubiera escuelas en el campamento-- pronto se vio disipado. Se apuntó a las clases de verano para ponerse al día con el nuevo curriculum jordano antes de aprobar sus exámenes de noveno grado
Cargando el vídeo....
DEJAR LA ESCUELA
A medida que continuaba sus estudios, se dio cuenta de que muchas de sus compañeras de clase dejaban de asistir, a menudo chicas de su misma edad. Supo de una chica que había dejado los estudios y estaba intentando vender sus libros. Muzon la buscó y la convención de que cambiara de idea. Había nacido una activista.
"Después de eso comencé a hacer campaña por la educación en cualquier momento y en cualquier lugar. Ante mis amigos, sus padres, los vecinos o incluso simplemente niñas con las que me encontraba por la calle", relata. También ha luchado contra la creencia ampliamente extendida en los campamentos de que el matrimonio temprano es el mejor modo de garantizar el futuro de una joven refugiada.
"Cuando escucho a la gente que no deja que sus hijas vaya a la escuela o les casa pronto, me pone furiosa", asegura. "La educación es la coraza que te protegerá en la vida. Si te casas antes de terminar tu educación, no serás capaz de resolver tus propios problemas o educar a tus propios hijos", subraya.
Cuando conozco a Muzon en Azraq, donde la familia se trasladó hace casi un año, es difícil imaginarse a esta educada joven yendo puerta por puerta engatusando a los padres para que permitan que sus hijas vayan a la escuela. Pero una vez que empieza nuestra entrevista, su mirada se convierte en intensa y el tono de su voz comienza a elevarse con la pasión de su argumento.
"Indomable" fue la descripción usada por el galardonado autor y Embajador de Buena Voluntad de ACNUR Khaled Hosseini cuando conoció a Muzon en una visita al campamento, y es fácil ver por qué.
Según cuenta, se ha encontrado con oposición en su camino: "Algunas personas se niegan a escucharme desde el principio. Piensan, '¿por qué debería escucharla? Es de la edad de mis hijos'". Pero no dejo que eso me desaliente. Al contrario, de hecho, me hace querer hablar con más personas e intentarlo una y otra vez".
PROPAGAR EL MENSAJE
Su amistad con Malala ha dado a Muzon un modelo a seguir para su causa activista, así como elevado su perfil en el campamento y más allá. Se ha reunido con varios visitantes de alto perfil en Azraq y entiende la importancia de propagar su mensaje a través de ellos a una audiencia más amplia.
"Como persona, puedo convencer a personas a las que veo para que vayan a la escuela pero no puedo construir escuelas o aportar profesores", admite. "Necesitamos la ayuda de la comunidad internacional, así que necesito hacer que el mensaje llegue a aquellos que tienen los recursos para ayudar", añade.
Cuando expreso admiración por lo que ha logrado pese a su edad y las difíciles circunstancias, resta importancia al cumplido. "Por supuesto he tratado de convertir esta experiencia en algo positivo", afirma. "Ser una refugiada no tiene que arruinar tu vida. Muchas personas que han triunfado han pasado momentos duros", subraya.
La educación ha dado a la vida de Muzon en el exilio un nuevo propósito y su simple mensaje al mundo es que lo mismo puede y debería ser cierto para todos y cada uno de los jóvenes refugiados.