Damnificados por la violencia en Kasai
DIDIER NAGIFI/WORLD VISION
 
Actualizado: lunes, 16 octubre 2017 10:09

La región de Kasai es escenario desde hace un año de un conflicto que ha dejado destrucción y desplazados

TSHIKULA (RDC), 16 Oct. (Por Bovet Tombola, coordinador de productos básicos de World Vision RDC) -

Acabo de regresar de un viaje de una semana por los pueblos de alrededor de Tshikula, en la provincia de Kasai, en el sur de República Democrática del Congo (RDC), y aunque está a sólo 68 kilómetros de la oficina de World Vision en Kananga, hay un mundo de distancia. Las familias están luchando para conseguir lo suficiente para comer, como en casi en todos los rincones en la región de Kasai. No hay alimento y tampoco hay electricidad ni agua corriente.

Es difícil afrontar el estado general de miseria de la población de Tshikula. Mi equipo y yo hicimos el viaje para entregar galletas nutricionales a las madres y niños más vulnerables mientras trabajábamos en más planes de ayuda, pero es difícil no sentirse invadido por la desesperación.

Los pueblos están muy aislados unos de otros y las pocas familias que tienen dinero para comprar comida, no lo pueden hacer porque el mercado solo va una vez a la semana. No hay transporte público o taxis, así que si necesitas algo tienes que caminar o ir en bicicleta a la ciudad más cercana. Se tarda un día entero.

Hemos vuelto a Kananga solamente por un día, para hacer las maletas, meterlas rápidamente en los coches, empaquetar algo de comida y gasolina extra, y regresar a terreno. Pero al llegar a nuestra ajetreada oficina, llena de voluntarios empaquetando nuevos kits escolares, es difícil asimilar los grandes contrastes. La distancia física entre Kananga y Tshikula parece pequeña, en un camino asfaltado tardaríamos sólo 40 minutos, pero incluso en nuestro Land Cruiser el viaje dura medio día.

Pobres y aislados, los pueblos han sido devastados por el conflicto que ha sacudido a Kasai durante el año pasado. Los grupos armados pasaron en marzo y abril, quemando casas. Las personas que se quedaron atrás fueron asesinadas; las familias nos dijeron que sólo sobrevivieron los que huyeron. Muchos caminaron durante días para buscar seguridad en Kananga u otras ciudades.

"NO SABÍAMOS A DÓNDE IR"

Jonathan, 8, y Emmanuel, de 12 años, me contaron lo que ocurrió cuando los primeros ataques llegaron a su aldea. Todos recogieron lo que pudieron y huyeron. "No sabíamos a dónde ir", me decía Jonathan. Los chicos pasaron al menos un mes en el monte con sus padres, comiendo hojas para sobrevivir.

Regresaron con cautela a casa a finales de agosto, pero Jonathan y Emmanuel, como la mayoría de los niños en su aldea, no van a la escuela. Los niños aquí tienen miedo de ser acusados de haber sido parte de las milicias formadas en un 60 por ciento por niños.

Al igual que Jonathan y Emmanuel la mayoría de las familias en Tshikula han regresado a casa en el último mes. En las aldeas solo quedan las estructuras de las casas quemadas. En algunas familias solo los hombres han vuelto dejando a sus esposas e hijos en la relativa seguridad de las ciudades con presencia de la Misión de Naciones Unidas (MINUSCA).

SIN COSECHAS NI DINERO

No se ha sembrado la tierra este año y las últimas temporadas de cultivo se han perdido mientras las familias se escondían en el monte. Las familias que conocimos se han comido todo lo que tenían y ya no les queda dinero para comprar más. Aquellos que pudieron invertir algo de su dinero en semillas sembraron maíz cuando volvieron en agosto, pero ahora los cultivos solo llegan a la altura del tobillo y pasarán meses hasta que esté listo para la cosecha.

Damnificados por la violencia en Kasai

Hemos entregado 4,5 toneladas de galletas hasta ahora, pero todavía hay muchas personas que necesitan urgentemente ayuda. Los niños pequeños parecen mucho más jóvenes de lo que son y la piel se extiende sobre los huesos demasiado visibles. Nadie en Tshikula tiene un bebé con el peso que debería de tener.

Además de entregar ayuda inmediata, otra razón por la que fuimos a Tshikula es recabar información antes de la distribución de alimentos que World Vision realizará el próximo mes con el Programa Mundial de Alimentos (PMA). No estábamos seguros de si era posible dar a las familias diferentes tipos de alimentos basados en sus necesidades, pero al ir puerta a puerta vimos que el 95 por ciento de las familias están en la categoría de los que tienen más inseguridad alimentaria. Todo el mundo aquí necesita ayuda.

No dejo de pensar en el contraste entre los niños que veo aquí y mis propios hijos, seguros y bien alimentados en Goma. He estado lejos de casa, trabajando en el Kasai durante 4 semanas y mientras que la distancia es desgarradora, sé que los niños de aquí me necesitan más. Todavía tenemos otras 3,5 toneladas de galletas para repartir cuando regresemos mañana, y si nada lo impide, podremos regresar con distribuciones de comida en pocas semanas.

(Los nombres de Emmanuel y Jonathan han sido cambiados para proteger su identidad y mantenerlos a salvo)

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