Terremoto en Nepal
PABLO TOSCO/OXFAM INTERMÓN
   
Actualizado: lunes, 25 abril 2016 11:40

No podemos evitar los terremotos pero sí colaborar para prevenir algunas de sus peores consecuencias

   MADRID, 25 Abr. (Por Carmen Suárez-Llanos, especialista en incidencia humanitaria de Oxfam Intermón) -

   Hoy se cumple un año de uno de los terremotos más devastadores que ha sufrido Nepal en su historia. Un terremoto de magnitud 7,6 que sacudió el país desde la capital, Katmandú, hasta la ciudad de Pokhara, acabando con la vida de alrededor de 8.700 personas y dejando a 2 millones de personas sin casa ni refugio.

   Tras el temblor, cientos de miles de personas huyeron de sus hogares por miedo a las réplicas y se ubicaron en los alrededores; tanto el transporte como las comunicaciones se vieron gravemente afectados. Cuando parecía que la situación no podía ser peor, apenas dos semanas más tarde, el 12 de mayo, un segundo terremoto de magnitud similar causó aún más devastación.

   Los esfuerzos de respuesta se sucedieron, pero se complicaron intensamente ante la llegada del invierno, especialmente duro en este país, donde mujeres, niñas, ancianos y personas con discapacidad resultaron las personas más afectadas. La falta de combustible y la ausencia de un organismo público eficaz dedicado a la reconstrucción dificultaron enormemente la llegada de ayuda humanitaria.

Nepal

  Pablo Tosco/Oxfam Intermón

   Gracias a los tremendos esfuerzos y a la coordinación de la siempre solidaria y rápida sociedad civil junto con ONG locales e internacionales se pudo llegar a gran parte de la población nepalí afectada en el momento del desastre.

   No obstante, un año después, parece que falta voluntad para continuar con el siguiente paso, la reconstrucción. Aún hoy, un año después de ese 25 de abril, miles de familias se encuentran desplazadas en campamentos sin posibilidad de volver a sus hogares.

RESPUESTA INSTITUCIONAL

   Habría mucho que aprender sobre la respuesta institucional. En mayo de ese mismo año, la ONU solo había recibido alrededor de un 13% de los más de 380 millones de euros necesarios para responder a la emergencia tras el terremoto que asoló el país y la posterior reconstrucción del país.

   El Gobierno de España demostró una gran predisposición al fletar un avión con 30 toneladas de ayuda humanitaria. Sin menospreciar esta rápida y coordinada respuesta de la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (AECID) con esta acción, la respuesta resultó claramente insuficiente ante el llamamiento de financiación de Naciones Unidas para los primeros meses tras el desastre y la posterior reconstrucción del país.

    Una vez más la sociedad española volvió a dar ejemplo al involucrarse reflejando una cultura de solidaridad lejos de verse equiparada en los despachos de los ministerios.

   La contribución española, incluyendo los costes del avión, no superó los 500.000 euros frente a los 380 millones que solicitaba Naciones Unidas. Claramente insuficiente.

LOS NEPALÍES NO PUEDEN CAER EN EL OLVIDO

   Ante un desastre de estas magnitudes, lo que ya resultaba evidente entonces, y lo sigue siendo un año después, es que las labores de recuperación y de reconstrucción se dilatarían en el tiempo durante años hasta poder volver a las condiciones de vida anteriores al seísmo; por lo que la comunidad internacional no debe permitir que las vidas de millones de nepalís caigan en el olvido cuando el foco mediático deja de iluminarles.

   Hoy hace un año del desastre y es oportuno resaltar esta triste conmemoración para que se recuerde la situación de estas personas, y volver a preocuparnos por ellas, como hicimos cuando sus vidas se vinieron abajo hace un año. A dos meses de la llegada del monzón del próximo mes de junio se teme que la situación se complique aún más y las condiciones de vida en los refugios empeoren. No es el momento para dejarlas de lado.

Nepal

  Pablo Tosco/Oxfam Intermón

   Además, Nepal no es un caso aislado. La experiencia nos obliga a reflexionar sobre la respuesta ante una emergencia de este tipo. Hace escasos días se dio un temblor en Japón, y estamos atendiendo a las devastadoras consecuencias del que ha hecho temblar Ecuador.

   ¿Creemos que estas personas solo sufren un día, el día en que su casa se convierte en escombros o pierden a un ser querido sepultado bajo los restos de lo que horas antes era su salón familiar? ¿La ayuda es solo necesaria entonces? No, la nueva vida de estas personas debería empezar el día en que la naturaleza les escoge como víctimas. Un largo camino de reinicio se abre ante ellas.

   La ciudadanía española se moviliza y colabora de forma ejemplar cuando se produce un terremoto. Se responde de forma inmediata y en el algo-más-tarde después. Quizá no todo el mundo es muy consciente de que hay muchas medidas que se pueden tomar antes, y de que es necesario trabajar en labores de prevención y en la reducción de riesgos de desastres.

   ¿Cómo? El Gobierno de España debe apostar por un desarrollo sostenible y resiliente, y comprometerse a destinar a cooperación el  0,4 del producto interior bruto, con un 10% de la ayuda oficial dedicado específicamente  para ayuda humanitaria.

   Porque no podemos evitar que se produzcan terremotos, pero sí colaborar para prevenir algunas de sus peores consecuencias.