MADRID, 17 Oct. (EUROPA PRESS) -
Las niñas y las mujeres jóvenes vendidas como trabajadoras forzosas representan el mayor grupo de víctimas de trata en los campamentos de refugiados rohingyas en Bangladesh, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), que ha alertado de la escasez de perspectivas laborales para casi un millón de personas.
"Hay un número muy limitado de empleos en el campo y para las mujeres no hay casi nada", ha lamentado una refugiada que ha terminado trabajando jornadas interminables y por un sueldo mísero en la industria de procesamiento de pescado. "Por eso me fui del campo", ha explicado.
La afluencia masiva de refugiados desde el estado birmano de Rajine --más de 700.000 desde finales de agosto de 2017-- ha generado una presión sin precedentes que hace que muchas familias envíen a sus hijas a trabajar en empleos peligrosos para poder obtener algo de dinero con el que sobrevivir.
Las mujeres y las niñas que han sufrido trabajos forzosos representan dos terceras partes de las víctimas de trata que han recibido apoyo de la OIM en el distrito bangladeshí de Cox's Bazar. Otro 10 por ciento también son mujeres y niñas que han sufrido explotación sexual.
Los servicios de seguridad bangladeshíes calculan que hasta 60 mujeres y niñas intentan abandonar cada día los campamentos de refugiados en pequeños grupos, muchas de ellas incluso con el discurso ensayado para dar explicaciones en caso de ser interceptadas.
FALSAS PROMESAS
La responsable de los servicios de protección de la OIM en Cox's Bazar, Dina Parmer, ha explicado que los traficantes se aprovechan de "personas vulnerables" a las que acuden "con falsas promesas de trabajo y una vida mejor". "Algunas personas simplemente no se percatan de los riesgos. Otras igual sí, pero creen que su situación es tan desesperada que requiere de medidas extremas, quizás sacrificando a un miembro de la familia por el futuro del resto", ha indicado.
Así, y aunque este tipo de explotación no entiende de edades ni géneros, "la demanda de niñas y mujeres jóvenes para trabajar como empleadas domésticas" las convierte en un objetivo prioritario. Una vez que caen en estas redes, la juventud, la inexperiencia y el aislamiento les deja "especialmente vulnerable al abuso".
La OIM ofrece a las víctimas asistencia de salud física y mental, asesoramiento legal, refugio, dinero de emergencia y acceso a nuevas formas de vida. Desde que estalló la actual crisis migratoria ha logrado ayudar a casi un centenar de personas, pero Parmer teme que esta cifra sea solo la punta del iceberg del número total de víctimas.