UNICEF trabaja "a contrarreloj" para hacer frente a las crecientes necesidades de quienes huyen de Estado Islámico
MADRID, 30 Jul. (EUROPA PRESS) -
Más de 200.000 personas han huido de la violencia en la ciudad siria de Raqqa, pero entre 30.000 y 50.000 civiles siguen atrapados en la capital del 'califato' del grupo terrorista Estado Islámico, la mitad de ellos niños, según un informe del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) que recoge el testimonio de algunas de estas vidas truncadas.
"Nos fuimos a las 5 de la mañana. Teníamos miedo, pero al final llegamos aquí", ha contado Hammoude, de 10 años, después de dejar atrás una ciudad en la que los servicios de agua y electricidad han estado cortados durante más de un mes y donde el hospital principal se encuentra fuera de servicio. Los pocos centros privados existentes funcionan sólo parcialmente.
Como Hammoude, miles de niños han visto paralizada su educación ante las llegadas de unos milicianos sin escrúpulos que sólo han permitido la propaganda que ellos mismos promueven. "Instalaron cámaras, si alguien entraba en la escuela, le disparaban", ha contado.
Duaa, de ocho años, explica que en Raqqa "no había nada permitido", hasta el punto de que quienes iban a la escuela estaban obligados a vestir de negro, el color emblema de los terroristas leales a Abu Bakr al Baghdadi.
Reem, de 19 años, se casó a los 16 y ahora tiene una hija de once meses. "Nunca soñé con casarme tan joven. Quería seguir estudiando e ir a la universidad", lamenta, al recordar una ciudad donde "estaba prohibidos los bolígrafos, los lápices y el papel" y donde las niñas que no estaban casadas antes de la invasión se han visto forzadas a contraer matrimonio con algún miliciano.
"Los niños mueren por las minas. Niños tan pequeños como de nueve años son reclutados por los grupos extremistas y obligados a combatir. Y vuelven a sus casas en ataúdes. Esa no es la vida que quiero para mi hija", explica Reem, que prefirió el "mal menor" de arriesgarse y huir, atravesando un campo de minas. "Llevaba a mi hija y pensaba: podríamos morir en una explosión en cualquier momento", añade.
Otros no corrieron la misma suerte, como queda de manifiesto en el relato de Ismail, de 16 años. Este adolescente escapó junto a su familia en plena noche y se vio sorprendido por una sucesión de explosiones: "Estábamos tan concentrados en esquivar las balas perdidas y las bombas que no prestamos atención a las minas".
Así, cuenta que tras la primera explosión oyó gritar a su prima y su marido. Con la segunda, fue su padre quien lloró. "Llevaba a Jaled y Esraa en sus brazos", afirma Ismail, en alusión a dos hermanos que resultaron heridos como consecuencia del paso por este campo minado.
UNA NUEVA VIDA
El drama pasado y el lastre que previsiblemente arrastrrán de por vida estas personas no evita que la mayoría de ellas miren al futuro con optimismo. Duaa, por ejemplo, contrapone la situación de su ciudad natal con la del campamento de Ain Issa, donde los niños reciben la ayuda necesaria y aprenden "a hacer cosas", como él mismo ha explicado.
También Reem espera un futuro mejor para ella y su bebé. "Quiero que todo el mundo sepa lo mucho que hemos sufrido, pero también quiero que sepan que quiero empezar una nueva vida. Seguiré estudiando e iré a la universidad. Conseguiré mis sueños para dar una vida mejor a mi hija y a mí misma", proclama.
UNICEF, en sus esfuerzos para atender a los desplazados, ha distribuido suministros para 22.000 menores de cinco años y embarazadas e intenta ayudar a 1.250 niños y mujeres a superar el trauma mediante ayuda psicológica. La agencia de la ONU reparte diariamente 450.000 litros de agua a 30.000 personas y ha instalado 300 letrinas y 148 duchas para 10.000.
El representante de UNICEF en Siria, Fran Equiza, ha advertido de que las necesidades "son enormes" y los niños "necesitan protección y acceso a servicios básicos". "Nuestro equipo está trabajando a contrarreloj para proporcionar a los niños desplazados agua, higiene y saneamiento, apoyo psicológico y servicios sanitarios y nutricionales", ha explicado en una nota.
Equiza espera que, a medida que se intensifique la lucha en Raqqa, tambien aumenten los desplazamientos, por lo que prevé que sea necesario aumentar la respuesta en los campos y en áreas cercanas.
El responsable de la organización también se ha mostrado "muy preocupado" por los niños que siguen atrapados en Raqqa, adonde los trabajadores humanitarios siguen sin poder acceder debido a los intensos combates. "En UNICEF estamos preparados para apoyar la recuperación de niños expuestos a una violencia extrema", ha agregado.