Nobel.- Andrew Z. Fire y Craig C. Mello, galardonados con el Nobel de Medicina por su trabajo sobre información genética

Actualizado: lunes, 2 octubre 2006 16:33

Su descubrimiento, muy utilizado actualmente en investigación, podría abrir la puerta a nuevas terapias en el futuro

ESTOCOLMO (SUECIA), 2 Oct. (EUROPA PRESS) -

Los biólogos estadounidenses Andrew Z. Fire y Craig C. Mello fueron galardonados hoy con el premio Nobel de Medicina 2006 por su descubrimiento de un mecanismo básico en el control del flujo de la información genética. En concreto, ambos investigadores han sido reconocidos por la Asamblea Nobel por su descubrimiento de un mecanismo de silenciación genética que se utiliza actualmente de forma amplia para estudiar el funcionamiento de los genes y que podría abrir la puerta a nuevas terapias en el futuro.

Andrew Z. Fire, de 47 años, es profesor de Patología y Genética en la Universidad de Stanford (Estados Unidos), mientras que Craig C. Mello, de 46, es profesor de Medicina Molecular y desarrolla su labor como investigador en el Instituto Howard Hughes.

Según informó hoy la Asamblea Nobel del Instituto Karolinska (Suecia), el mecanismo descubierto por Fire y Mello en 1998, denominado "interferencia del ácido ribonucleico" (ARN), ha demostrado ser "fundamental" para controlar el flujo de la información genética desde el ácido desoxirribonucleico (ADN) del núcleo celular al citoplasma, donde se pone en marcha el mecanismo de síntesis de proteínas. Estas instrucciones son 'transportadas' por el llamado "mensajero del ARN" o mARN.

En 1998, los nuevos premios Nobel de Medicina publicaron su descubrimiento de un mecanismo, la "interferencia del ARN", que podía degradar el mARN de un gen específico. Este mecanismo, que se activa cuando las moléculas de ARN aparecen en la célula como pares de doble hebra, se da en plantas, animales y seres humanos, resultando "de gran importancia para la expresión genética", además de participar en la defensa contra infecciones virales y de mantener bajo control a los genes que "saltan" y se insertan aleatoriamente en el genoma de las células.

Aunque el genoma humano está compuesto por 30.000 genes, cada célula utiliza o 'expresa' únicamente una pequeña porción. La determinación de los genes que son expresados depende de un mecanismo llamado transcripción, que consiste en la copia de información genética del ADN al mARN.

Los principios básicos de la regulación de la expresión genética fueron identificados hace más de 40 años por los premios Nobel François Jacob y Jacques Monod. Estos mismos principios, que rigen tanto en bacterias como en seres humanos, constituyen la base de la tecnología génica, que se basa en la introducción de secuencias de ADN en las células para producir una nueva proteína.

En 1990 los biólogos moleculares obtuvieron resultados inesperados cuando trataban de intensificar el color de pétalos de petunias mediante de la introducción de un gen que indujera la formación de pigmento rojo en las flores. Sin embargo, en lugar de obtener un color más intenso, la intervención causó una pérdida de color y los pétalos acabaron siendo blancos. El mecanismo que provocó este sorprende efecto siguió sin tener una explicación hasta 1998, cuando Fire y Mello publicaron en 'Nature' su descubrimiento de la "interferencia del ARN" investigando sobre una especie de gusano, el 'Caenorhabditis elegans'.

Tras realizar diversos experimentos, Fire y Mello comprobaron que el ARN de doble hebra puede silenciar genes y que esta "interferencia del ARN puede expandirse a través de las células e incluso heredarse, constituyendo un mecanismo natural de control de la información genética que en el futuro podrá tener utilidad en muchas disciplinas, incluyendo la medicina clínica y la agricultura.

El Instituto Karolinska destaca que publicaciones recientes han puesto de relieve la importancia de la silenciación genética a la hora de afrontar enfermedades. Así, los investigadores han logrado 'silenciar' recientemente en animales el gen que provoca la hipercolesterolemia, mientras que hay estudios en marcha para abordar con esta herramienta la prevención y el tratamiento de patologías como las infecciones víricas, las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, o los desórdenes endocrinos.