MADRID, 20 Dic. (EDIZIONES) -
A sus 13 años Noran conoce bien las consecuencias de la guerra en Yemen. La onda expansiva de un bombardeo aéreo la dejó postrada hace dos años en una silla de ruedas, cambiando su vida para siempre. Por eso, ahora solo tiene un deseo: "Que detengan la guerra por mí y los demás niños".
"Solía ir al colegio a pie, me gustaba mi vida porque podía caminar y escribir. Ahora, no puedo ir caminando a la escuela, solo puedo ir con la silla de ruedas", se lamenta Noran. "Antes me sentaba en mi pupitre y podía escribir, pero ahora cuando lo intento me duele la mano por mi lesión en la espalda", añade.
Noran recuerda bien el día en que su vida cambió, cuando tenía 11 años. Su padre le dijo que había una fábrica enorme pero ella no le creyó y le pidió que le llevara a verlo con sus propios ojos. "Tienes razón, es una fábrica enorme", le concedió a su padre tras verlo, pero cuando se marchaban se produjo el bombardeo aéreo.
"Cuando me desperté, no sentí que fuera yo misma, me sentí diferente", explica, subrayando que además de no poder moverse sentía mucho dolor. Antes de que esto ocurriera, cuenta a Save the Children, ella y su familia vivían en condiciones "excelentes" pero ahora sus padres, que tienen otras siete hijas, no se pueden permitir pagar su tratamiento médico.
Su padre, como otros muchos funcionarios en el país, lleva meses sin cobrar su salario. Cuando lo hacía, recuerda Noran, solía llevarla con él a la oficina de correos y luego a "comprar las medicinas". "Pero ya no, ahora apenas tenemos comida suficiente para un día", asegura la niña.
Save the Children recuerda que hoy se cumplen 1.000 días desde la escalada internacional del conflicto en Yemen. Según el recuento realizado por la ONG independiente Yemen Data Project, que rastrea los ataques realizados en el país, en este periodo se han producido 15.000 ataques aéreos como el que lesionó a Noran.
De acuerdo con la ONG, el lanzamiento de bombas explosivas sobre zonas densamente pobladas provoca que el 92 por ciento de las víctimas sean civiles, de ahí que en Yemen de media muera un civil cada día por morteros, misiles, bombas lanzadas desde el aire, cohetes y otras armas explosivas.
Mohammed Awadh/Save the children
NORAN PIDE QUE SE PARE LA GUERRA
Ante este panorama, Noran tiene un mensaje claro: "Hago un llamamiento a todas las personas de todo el mundo para que detengan la guerra en Yemen por mí y por todos los demás niños de mi país. Tenemos derecho a aprender y a construir nuestro futuro. No quiero que más niños se hagan daño como yo, ¡no es justo! No quiero que estén como yo".
Un mensaje que secunda el director de Save the Children en Yemen, Tamer Kiorolos. En estos 1.000 días, denuncia, "hemos visto cómo matan a civiles, bombardean colegios y hospitales y el acceso de la ayuda humanitaria ha sido severamente restringido". "Como consecuencia los niños están muriendo de hambre y no pueden tener atención médica adecuada", lamenta.
Para Kiorolos, "es vergonzosa la inacción de la comunidad internacional o su incapacidad para poner fin al sufrimiento de los niños en Yemen". En este sentido, señala que Save the Children estima que "50.000 niños morirán solo en este año, y si esta guerra continúa habrá incontables vidas perdidas de forma totalmente innecesaria en todo el país".
El responsable de Save the Children pide que se permita el acceso sin restricciones de la ayuda humanitaria y un alto el fuego urgente, además de un acuerdo de paz negociado. "El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas debe hacer todo lo posible para que esto suceda ya", defiende. "No podemos permitir que la guerra continúe un día más".