MADRID 5 Dic. (EUROPA PRESS) -
El Ministerio de Exteriores de Noruega ha anunciado este jueves que reduce las relaciones diplomáticas con las autoridades 'de facto' instauradas por los talibán en Afganistán en represalia por las violaciones a los derechos de las mujeres en el país.
"Esto es una consecuencia de la situación en Afganistán, no un cambio de línea política. Debemos mantener contacto con quienes realmente tienen el poder en Afganistán, pero no a través de un embajador afgano en Oslo", ha señalado la ministra de Exteriores, Espen Barth Eide, en un comunicado.
Esta decisión, ha argumentado el Ministerio, "es la única manera de exigir" a los talibán "responsabilidades" con respecto a los derechos de las mujeres y las niñas, si bien no implica que se corte la comunicación con las autoridades 'de facto' en Afganistán.
Oslo, por tanto, solo acreditará a un funcionario afgano en el país que se encargue de los "asuntos consulares, visados y otras cuestiones urgentes". De la misma forma, el Ministerio de Exteriores ha informado de que no habrá un embajador noruego en Afganistán.
La Embajada de Afganistán en Noruega, aun vinculada con las disueltas autoridades encabezadas por Ashraf Ghani, cerró sus puertas el pasado mes de septiembre, una medida que se produjo en medio de la decisión de los talibán de romper con las legaciones diplomáticas establecidas por el anterior Gobierno afgano.
La ONU ha denunciado este mismo jueves el nuevo "golpe" dado por los talibán a los derechos de las mujeres a través de la prohibición a que estudien en institutos médicos, limitando aún más sus salidas profesionales y su participación en la vida pública en general.
Los fundamentalistas ya cerraron en diciembre de 2022 las puertas de las universidades a las estudiantes, llevando a muchas a buscar educación en estos institutos de cara a seguir formándose e intentar aumentar las posibilidad de obtener un trabajo, hecho igualmente dificultado por las restricciones.
Los talibán promulgaron en agosto la llamada 'Ley para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio', institucionalizando la discriminación de las mujeres y expandiendo las restricciones, incluida una "ley del silencio" que declara la voz de la mujer como algo que sólo puede ser escuchado "en casos de necesidad".