BRUSELAS, 13 Dic. (EUROPA PRESS) -
Los líderes de la Unión Europea asisten este jueves y viernes a una cumbre marcada por el paso a la segunda fase de las negociaciones del Brexit --las que permitirán abordar el periodo de transición y el futuro de las relaciones--, pero también por la polémica con Bruselas, después de que el comisario de Inmigración tachara de "inaceptable y antieuropea" la idea del presidente del Consejo europeo, Donald Tusk, de aparcar la idea de un sistema de cuotas obligatorias de acogida de refugiados.
La idea de imponer un reparto obligatorio de la carga de acogida ha demostrado ser fuente "de muchas divergencias" entre los 28 y se le ha dedicado una atención "desproporcionada" a la luz de su impacto real, lo que ha juicio de Tusk prueba que se trata de una medida "ineficaz", según el documento de trabajo que ha remitido a las capitales.
Su objetivo es forzar en la cena del jueves un debate "abierto y políticamente honesto" sobre el modo de reactivar la reforma de la política de asilo común y consensuar de aquí a junio del próximo año la revisión del reglamento de Dublín, que confiere la responsabilidad de la acogida y tramitación de las demandas de asilo únicamente al país de entrada.
Para ello, el presidente del Consejo cree necesario "restablecer la confianza" entre los Estados miembros, fuertemente enfrentados en este punto, y lograr una solución que permita "combinar responsabilidad y solidaridad", para lo que según fuentes europeas pasa por asumir que el sistema de cuotas "no es la respuesta".
Las diferencias sobre este programa "son las mismas dos años después", apuntan desde Bruselas, y no se espera que de la cumbre salgan decisiones definitivas ni declaraciones escritas, pero sí fijar el camino para desatascar las negociaciones de la reforma.
"Es evidente que no es la respuesta a largo plazo en la política migratoria, puede ser un complemento, pero lo que está claro es que no es la respuesta", ha advertido un alto funcionario europeo.
Fuentes diplomáticas añaden que son "muchos" los países, y no solo los del Este, los que se oponen a la propuesta de la Comisión de crear un mecanismo permanente para repartir mediante cuotas la acogida de demandantes de asilo en casos graves, un sistema que sería obligatorio pero que sólo se activaría en escenarios de crisis.
La Unión Europea reaccionó a la crisis de refugiados de 2015 con un programa para trasladar al resto de Estados miembros a 160.000 demandantes de asilo llegados a Italia y Grecia, pero al cabo de los dos años previstos para ejecutar el plan los países apenas han cumplido con un tercio del objetivo y han acogido a 47.905 personas.
El planteamiento de Tusk ha sido recibido por la Comisión Europea expresando su "firme desacuerdo" y advirtiendo de que dar pasos atrás para volver a modelos "de acciones nacionales aisladas y descoordinadas", un extremo que "no debería ser una opción" para la UE, en palabras de un portavoz comunitario.
"En la política migratoria no se trata solo de dinero y fronteras, se trata de un enfoque holístico que cubra la responsabilidad y la solidaridad", añadió el portavoz matizando las duras críticas expresadas por el comisario de Inmigración, Dimitris Avramopoulos, el pasado martes, al definir el enfoque de Tusk como "inaceptable e antieuropeo".
En un intento por desbloquear la reforma de la política de asilo, en los márgenes de la cumbre el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, se reunirá con el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, y los líderes de los países del Visegrado (Hungría, Polonia, República Checa y Eslovaquia).
PASO A LA SEGUNDA FASE DEL BREXIT
Otro de los asuntos destacados de la cumbre de dos días será las negociaciones del Brexit, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE esperan de su colega británica, Theresa May, que confirme su compromiso con el principio de acuerdo cerrado la semana pasada sobre las bases del acuerdo, pero también que sea más "precisa y clara" sobre sus reivindicaciones de cara al futuro.
Los líderes de la UE a 27, ya sin May, dedicarán de nuevo una sesión del viernes al Brexit para constatar que se han producido los avances "suficientes" en materia de derechos de ciudadanos, fractura de salida y frontera irlandesa como para dar su beneplácito a pasar a la segunda fase de las conversaciones.
Ello permitirá empezar a discutir en enero sobre el periodo de transición tras la salida de Reino Unido, un plazo que Londres plantea sea de dos años y que Bruselas contempla si se limita claramente en el tiempo y queda bien definido.
Ese periodo permitiría a las partes adaptarse a las consecuencias de la salida y negociar el futuro acuerdo comercial, mientras Reino Unido se mantiene en el Mercado Único y la Unión Aduanera, asume los mandatos del Tribunal de Justicia de la UE, pero pierde su presencia en las instituciones, eurodiputados y poder de decisión.
Las directrices que se espera adopten el viernes los líderes de la UE a 27 sobre la segunda fase de las conversaciones también fijarán marzo del próximo año como el momento en que, de confirmarse que se aplican y adoptan los acuerdos de la primera fase, acordarán sus líneas rojas para negociar el marco futuro de las relaciones y empezarán las conversaciones con Londres.