La toma de la ciudad en la que Estado Islámico proclamó su 'califato' podría marcar un antes y un después en la lucha
ERBIL, 24 Oct. (Reuters/EP) -
Han pasado dos años de entrenamiento de un Ejército desmoralizado, apoyado por ataques aéreos y fuerzas especiales de las mayores potencias del mundo hasta que Irak ha montado una ofensiva para arrebatar Mosul a Estado Islámico.
Tras la primera semana de operaciones, muchos de los que gestionan la campaña sostienen que la batalla para retomar la ciudad podría ser larga y dura pero también han identificado lo que creen que puede ser una grieta en el blindaje de los terroristas yihadistas.
Si los milicianos locales de Mosul pueden ser convencidos para retirar su lealtad a Estado Islámico, habría una oportunidad para que la batalla pudiera tener una conclusión más rápida y eso tendría importantes repercusiones para el futuro de Irak.
Frente a un contexto de divisiones y rebeliones en las filas de Estado Islámico en Mosul, algunos comandantes rivales creen que un intento exitoso de ganarse el apoyo de estos combatientes locales podría permitir que la batalla se redujera a unas solas semanas en lugar de meses.
Mosul, que es la segunda mayor ciudad de Irak, es donde el líder de Estado Islámico, Abú Bakr al Baghdadi, declaró en 2014 su 'califato', tras su alianza entre milicianos islamistas y veteranos del extinto Ejército de Sadam Husein que volvieron a Irak procedentes de las bases que habían establecido en Siria. Cinco divisiones del Ejército iraquí se dispersaron entonces frente a cientos de combatientes del grupo terrorista.
Ahora la batalla para recuperar Mosul implica a una compleja coalición de unos 30.000 efectivos de fuerzas regulares iraquíes apoyadas por Estados Unidos y potencias europeas, junto a milicias chiíes y kurdas, frente a los yihadistas que han explotado entre los chiíes el sentimiento de desposesión en Irak y traición en Siria.
No solo el resultado sino también la sensibilidad política con la que la batalla se gestiona podría determinar el futuo de Estado Islámico y del extremismo suní, así como el estado en que queda esta zona de Oriente Próximo, que podría quedar dividido en fracciones sectarias.
MOSUL, CIUDAD MINADA
Los milicianos de Estado Islámico, que se estima que son entre 4.000 y 8.000, han llenado la ciudad con explosivos, minas y bombas trampa en carreteras y han excavado pozos para llenarlos de petróleo, además de construir trincheras y túneles y de demostrar su voluntad de usar a los 1,5 millones de habitantes de Mosul como escudos humanos.
El grupo terrorista parece tener una gran cantidad de milicianos suicidas dispuestos a lanzarse al volante de camiones con explosivos contra los combatientes peshmerga (kurdos iraquíes) que llegan a Mosul desde el este y el noreste, y contra las fuerzas iraquíes, lideradas por unidades antiterroristas y que avanzan desde el sur y el suroeste.
"Mosul será una campaña de varios meses. Esto va a llevar un periodo largo", ha dicho un alto cargo gubernamental estadounidense en Irak.
El ministro del Interior del Gobierno iraquí, Karim Sinjari, ha asegurado que Estado Islámico va a presentar una dura batalla por el simbólico valor que tiene Mosul, la principal ciudad bajo su control en Irak.
"Si Mosul se acaba, el califato que anunciaron está terminado. Si pierden en Mosul, no tendrán un lugar, solo Raqqa", ha dicho Sinjari, en referencia a la ciudad siria que controla el grupo terrorista y que es su principal bastión en ese país.
Estado Islámico suele aprovechar las divisiones entre las filas enemigas y el viernes pasado el asalto de sus milicianos en Kirkuk no solo fue un intento por distraer a las fuerzas iraquíes y kurdas sino también una forma de rebajar la presión en el principal frente de batalla.
Ese asalto coordinado en varios puntos de Kirkuk también pretendía galvanizar la opinión de los árabes suníes contra los kurdos, que con los peshmerga y los milicianos sirios de las YPG son las fuerzas más efectivas en la campaña terrestre contra Estado Islámico.
ROMPER LA LEALTAD DE LOS GRUPOS SUNÍES
Por ese motivo, muchos de los actores implicados en la batalla por Mosul subrayan la necesidad de romper la cohesión entre Estado Islámico y los grupos suníes que le han jurado lealtad en Mosul y en otras ciudades. Según ellos, la oportunidad está ahí.
Estos actores creen que mientras los milicianos yihadistas extranjeros continuarán luchando hasta el final para proteger su último bastión en Irak, los combatientes iraquíes leales a Estado Islámico, muchos de ellos de Mosul, podrían llegar a entregar las armas.
"La mayoría de los combatientes son ahora combatientes locales tribales. Tienen algunos milicianos extranjeros, tienen algunas personas de otras partes de Irak y Siria pero la mayoría de ellos son milicianos locales", ha explicado un responsable de la Inteligencia militar kurda. "Si podemos sacarles de ahí, la liberación de Mosul es un trabajo de una o dos semanas", ha añadido.
Ya se han detectado algunas fisuras en el bando de Estado Islámico, donde fuentes occidentales, iraquíes y kurdas han informado de resistencias en Mosul y una serie de ataques contra líderes del grupo terrorista.
RESENTIMIENTO HACIA ESTADO ISLÁMICO
Sinjari, que es también el ministro de Defensa del Kurdistán iraquí, ha advertido de que hay un creciente resentimiento por la brutalidad de Estado Islámico. "Hay información que señala que muchas personas están rebelándose y llevando a cabo ataques contra Estado Islámico. Varios miembros de Daesh han muerto en las calles por la noche", ha afirmado, un relato confirmado por Estados Unidos.
Este relato concuerda con los testimonios sobre algunos levantamientos contra Estado Islámico liderados por un antiguo asesor de Al Baghdadi y que terminaron con la ejecución de 58 disidentes del grupo terrorista.
Más de la mitad de la fuerza de combate de Estado Islámico procede de tribus suníes que confiaban en un primer momento en que se verían liberadas de la persecución sectaria que habían sufrido con el Gobierno iraquí y por un Ejército corrupto y brutal.
Algunos analistas creen que estas tribus podrían rebelarse contra la brutalidad del dominio del grupo terrorista, al igual que los combatientes de las tribus de Sahwa o Despertar se rebelaron contra Al Qaeda en Irak hace una década, siemrle que el Gobierno de Bagdad les garantice que les respetará.
"Si los iraquíes envían un mensaje y confirman a estos iraquíes suníes que les darán una segunda oportunidad, creo que sería inteligente hacerlo porque si entregan sus armas, le quitas (a Estado Islámico) el 60 por ciento de los combatientes", ha dicho un responsable de la Inteligencia kurda.
En la batalla por Mosul, se habría llegado a acordar que ni los combatientes chiíes ni los peshmerga entrarán en la ciudad cuando sea arrebatada a Estado Islámico, para no alimentar tensiones sectarias.
Los analistas militares y expertos de Inteligencia advierten de que conforme la ofensiva se acerque a Mosul, más difícil será. "Si deciden defender la ciudad, será más difícil y el proceso se ralentizara", ha asegurado el responsable kurdo de Inteligencia.