Advierten de que la llegada de la estación de carestía junto con el COVID-19 agravarán la situación
MADRID, 16 Jun. (EUROPA PRESS) -
El hambre no espera. Ese es el mensaje que las principales ONG internacionales que trabajan en el Sahel han enviado a los países donantes ante la decisión de aplazar la conferencia prevista para esta semana, subrayando que la falta de financiación sumada a la llegada de la estación de carestía plantean una amenaza real de una "pandemia de hambre" en esta región de África.
Las víctimas por los ataques de grupos armados se han multiplicado por cinco en los tres últimos años en Burkina Faso, Malí y Níger, donde la ONU contabilizó solo en 2019 más de 4.000 fallecidos. Además, de la violencia obra de las filiales de Al Qaeda y Estado Islámico, también se ha recrudecido la violencia intercomunitaria --principalmente entre pastores y agricultores-- y las fuerzas de seguridad han sido igualmente acusadas de cometer abusos contra los civiles.
Como resultado de ello, en la región hay más de 2,5 millones de desplazados internos y refugiados. Solo en Burkina Faso, hay ya 921.000 desplazados internos, según los últimos datos oficiales, 400.000 más de los que había a principios de 2020, mientras que en el caso de Malí hay otros 99.000 nuevos desplazados, lo que sitúa por encima de los 300.000 el total. Para 2020, la previsión es que 24 millones de personas necesitan asistencia humanitaria, la mitad de ellas niños.
Dada la "urgencia de la situación en el Sahel", donde la violencia de diverso tipo no parece remitir, y que la llegada de la estación de carestía entre julio y agosto "empeorará aún más la situación para millones de personas", "el aplazamiento de la conferencia de donantes es un nuevo revés que podría ser fatal para millones de personas", han subrayado las ONG.
"El hambre no espera. La comunidad internacional no puede abandonar al Sahel en un momento en el que la gente más lo necesita. Estamos en un punto crítico", han advertido Acción contra el Hambre (ACH), CARE International, el Consejo Noruego para los Refugiados (NRC), Oxfam y Save the Children en un comunicado conjunto.
Las ONG han incidido en que la actual pandemia de COVID-19 agravará la crisis humanitaria y alimentaria, con otros 5,5 millones de personas que se espera que se enfrenten a problemas para garantizar su comida en el Sahel central durante la estación de escasez, una cifra 2,5 veces superior a la media de los últimos cinco años.
Por ahora, las medidas adoptadas por los gobiernos de la región han evitado una pandemia a gran escala pero están teniendo consecuencias, sobre todo entre los más pobres y vulnerables. "El coronavirus ha cambiado toda mi vida", cuenta a las ONG Ali, que vive en la región nigerina de Maradi y tiene 15 años. "Solía comer tres veces al día, ahora apenas como dos veces", precisa.
LA PANDEMIA, UNA PRESIÓN ADICIONAL
El coronavirus ha supuesto una "presión adicional en una situación que ya era insostenible", han insistido las ONG, advirtiendo de que en esta ocasión, la estación de carestía viene acompañada de "peligros añadidos" puesto que "cuando lleguen las lluvias y aumenten los casos de malaria y cólera, será una bomba de relojería" sin embargo hay una falta de servicios sanitarios en la región.
Varios jefes de Estado "han proclamado la necesidad de mostrar solidaridad con África" pero "esta expresión de buena voluntad no se traduce en una acción efectiva", han lamentado las ONG, que han hecho un llamamiento urgente a los donantes a que "al menos dupliquen su financiación humanitaria para el Sahel en los próximos dos meses".
Para 2020, la ONU había solicitado 2.800 millones de dólares para ofrecer asistencia a 24 millones de personas en el Sahel, mientras que hacen falta otros 638 millones más para responder a la emergencia por la pandemia de COVID-19. "La comunidad internacional debe apoyar los esfuerzos de los países del Sahel para abordar los numerosos desafíos a los que se enfrentan", han remachado las ONG.