Las "víctimas silenciosas" se enfrentan a la hambruna, el desplazamiento y una red de servicios públicos devastada
MADRID, 6 Nov. (EUROPA PRESS) -
La guerra civil en Yemen encarrila ya su tercer año con consecuencias nefastas para la población civil, que soporta la que se ha convertido en "la mayor crisis humanitaria del mundo", con 20 millones de afectados, de los cuales la mitad tienen necesidades acuciantes, mientras la comunidad internacional lucha por sortear los obstáculos impuestos por las partes para llevar ayuda al país más pobre del mundo árabe.
Según datos de la ONU, los combates entre el Gobierno de Abdo Rabbu Mansur Hadi --al que apoya una coalición internacional liderada por Arabia Saudí-- y los rebeldes huthis --respaldados por Irán y el ex presidente Alí Abdulá Salé-- han dejado unos 8.500 muertos y 50.000 heridos. "Pero sabemos que esos números son mucho menos que la verdad", ha indicado Samir Elhawary, oficial superior de Asuntos Humanitarios en la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) en Yemen.
Elhawary ha llamado la atención sobre las "víctimas silenciosas" de la guerra civil en Yemen, las que no aparecen en los balances oficiales porque no llegan a los centros de salud o porque ni siquiera disponen de centros de salud a los que acudir y que, sin embargo, alimentan día a día, desde el 26 de marzo de 2015, una crisis humanitaria que supera incluso la magnitud de la desatada en Siria.
"Yemen siempre ha sido el país más pobre de la región y, por tanto, siempre ha sido más vulnerable a cualquier cambio, a un golpe, un 'shock'", ha explicado Elhawary, en una entrevista concedida a Europa Press con motivo de su estancia en Madrid para participar en un foro organizado por Casa Árabe. "Y está sufriendo un conflicto muy prolongado" que ha hecho que la capacidad de supervivencia de la gente se haya reducido considerablemente. Así, el 75 por ciento de los yemeníes dependen de la ayuda humanitaria: diez millones de personas.
UNICEF/CLARKE FOR UNOCHA
COLAPSO DE LOS SERVICIOS PÚBLICOS
El "impacto indirecto" de la guerra se nota, sobre todo, por el colapso de los servicios públicos. La bicefalia administrativa --entre el Gobierno de Hadi, asentado en Adén, y el Ejecutivo 'de facto' de los huthis, en la capital, Saná-- ha provocado que los funcionarios lleven más de un año sin cobrar, "sin ningún incentivo", y eso ha afectado a 1,5 millones de personas que han dejado de tener acceso a la salud y la educación o a suministros básicos de agua y luz.
"Lo más urgente es el sistema de salud", ha señalado Elhawary. "En muchos hospitales falta electricidad, faltan medicinas, falta equipamiento" por la escasez de recursos de la Administración yemení. Y los pocos que funcionan están expuestos a los ataques, tanto aéreos como terrestres, de las partes en conflicto, sobre todo de la coalición internacional, como ha indicado la ONU en múltiples informes.
Las carencias del sistema de salud yemení se han hecho patentes con el brote de cólera que se desató en abril. Más de 2.000 personas han muerto y se prevé que hacia final de año se alcance el millón de afectados. "Ahora el pico de la epidemia ha bajado pero para prevenir otro pico el año que viene nos estamos centrando en las tareas de agua y saneamiento". "Dos de cada tres personas no tienen acceso a agua limpia y saneamiento adecuado", ha denunciado.
Entretanto, aunque no se ha declarado oficialmente, la amenaza de la hambruna persiste. Un total de 17 millones de personas sufren inseguridad alimentaria en Yemen, de los cuales siete millones tienen inseguridad alimentaria severa, "eso quiere decir que no saben de dónde van a sacar su próxima comida, se levantan por la mañana y no saben de dónde van a comer ese día".
Elhawary ha mencionado como otro de los retos humanitarios los tres millones de desplazados internos que hay en Yemen. Un millón ha regresado, si bien se han encontrado con sus casas y sus medios de vida destruidos, y de los otros dos millones el 80 por ciento se concentra en campamentos y el 20 por ciento restante vive con familiares o amigos o apartamentos alquilados estirando los pocos recursos que les quedan.
UNICEF/CLARKE FOR UNOCHA
SIN ACCESO HUMANITARIO
A pesar de esta terrible situación, Elhawary ha denunciado que el trabajo de las organizaciones humanitarias es cada vez más difícil, por las circunstancias propias de toda guerra, como los combates y el distinto control del territorio, pero también por los bloqueos impuestos por la coalición internacional, que controla el espacio aéreo y terrestre de Yemen.
Elhawary ha recordado que Yemen ya era un país excesivamente dependiente de las importaciones y, ahora que la economía se ha contraído un 35 por ciento, los productos de primera necesidad escasean y sus precios se han disparado, haciendo que la mayoría de la población dependa de la ayuda humanitaria para sobrevivir.
Aunque el bloqueo no afecta directamente a los envíos humanitarios, sí lo hace de forma indirecta porque impide que los buques mercantes, que llevan productos como comida o combustible, entren en Yemen y eso obliga a los actores humanitarios a suplir al sector privado, algo para lo que --subraya Elhawary-- no tienen recursos suficientes.
Una vez en Yemen, la OCHA cuenta con cinco oficinas, donde el trabajo tampoco es fácil. "Encontramos muchas dificultades para dar asistencia de forma rápida y continuada. Los acuerdos que se necesitan para llevar a cabo un programa o los permisos para moverse de un lugar a otro a veces tardan mucho o no llegan", ha lamentado.
Todo ello sin contar con la limitada financiación de la OCHA para hacer frente a la crisis yemení. De los 2.300 millones de dólares requeridos para dar asistencia a doce millones de personas en 2017, solo se han entregado 1.300 millones, el 55 por ciento, a apenas dos meses de que acabe el año.
SECUELAS A LARGO PLAZO
Elhawary se ha mostrado convencido de que el único alivio posible para los yemeníes es el final de la guerra y aún así ha alertado de que las necesidades humanitarias en este pequeño país del Golfo seguirán en tiempo de paz, durante "cinco o diez años".
"Si no hay solución política vamos a ver cómo esos diez millones de personas" que, por ahora, no están entre los más necesitados, "van a empezar a caer". "Los yemeníes son muy resistentes pero hasta cierto punto. Ya llevamos dos años y medio y, si el conflicto se prolonga, no van a poder seguir", ha sostenido.
Un claro ejemplo de esta vulnerabilidad son los niños. "Tenemos la desgarradora estadística de que un niño muere cada diez minutos por enfermedades prevenibles, como la diarrea o infecciones respiratorias", y unos 400.000 sufren desnutrición aguda, que se ha disparado un 200 por ciento desde 2014.
La pobreza que se ha instalado en las familias yemeníes ha multiplicado los casos de trabajo y matrimonio infantiles y, en consecuencia, los abusos de todo tipo a los menores. "Y si la crisis humanitaria continúa, vamos a ver cómo cada vez más gente tendrá que hacer estas cosas para sobrevivir", ha apostillado Elhawary.
Los pocos niños que han escapado a esta suerte prácticamente tienen cerradas las puertas del colegio: el 30 por ciento de los menores en edad escolar no acude a clase porque sus escuelas han quedado inutilizadas. "¿Qué futuro les espera?", ha cuestionado, alertando del riesgo de que haya una generación perdida, "en un contexto de conflicto, de radicalización", como el regional.
"El conflicto tiene que terminar ya. Ya ha muerto demasiada gente. Ya ha sufrido demasiada gente. Hay que pararlo (...) Los yemeníes ya no pueden aguantar más", ha sentenciado.