RANGÚN (BIRMANIA), 10 (Reuters/EP)
Naciones Unidas ha alertado a los trabajadores humanitarios emplazados en el oeste de Birmania de que deben extremar la precaución por el aumento de la hostilidad por parte de la población budista en Rajine, que es la mayoritaria en este estado y que considera que las organizaciones humanitarias están apoyando a los milicianos musulmanes rohingya.
La recomendación consta en un documento titulado 'Notificación de precauciones de seguridad' que Naciones Unidas ha distribuido entre sus 300 trabajadores en la zona y a las organizaciones internacionales no gubernamentales que operan en Rajine.
La notificación, a la que ha tenido acceso Reuters, advierte de que hay "un aumento de la probabilidad de que se registren disturbios con civiles" y de que se desarrollen ante las oficinas de las organizaciones no gubernamentales en un estado que ya se ha visto afectado por la violencia.
El coordinador residente de la oficina de Naciones Unidas en Birmania ha confirmado la emisión de esa advertencia de seguridad para los trabajadores humanitarios. La notificación señala que la percepción de que las agencias de Naciones Unidas han estado apoyando a los milicianos musulmanes e incluso su apoyo a la comunidad musulmana en su conjunto "han alimentado una renovada retórica en las redes sociales e incidentes con muestras de hostilidades de algunos elementos radicales", según el comunicado.
"Los rumores y la falta de información continuarán siendo utilizados para avivar el sentimiento contra Naciones Unidas y las ONG internacionales, así como la hostilidad y una fuerte preocupación", añade el documento. "Se recomienda aumentar la vigilancia y notificar inmediatamente cualquier información que pueda estar relacionada con el tema en cuestión", concluye.
Alrededor de 1,1 millones de musulmanes birmanos viven en Rajine, pero se les niega la nacionalidad y tienen que hacer frente a restricciones en sus movimientos y acceso a servicios básicos. Unos 120.000 musulmanes continúan en campamentos que se crearon tras la ola de violencia que se desencadenó en el país en 2012, donde dependieron de las agencias de ayuda humanitaria que les ofrecieron provisiones básicas.