MADRID, 16 Ene. (EUROPA PRESS) -
El pasado lunes, 11 de enero, llegaba a la asediada localidad de Madaya, a unos 40 kilómetros al norte de Damasco, el primer equipo del Programa Mundial de Alimentos (PMA) que se integra en el convoy de Naciones Unidas, Media Luna Roja Árabe Siria y el Comité Internacional de la Cruz Roja para ofrecer la tan ansiada ayuda humanitaria que necesitaban los habitantes de esta localidad.
Ese mismo día, Naciones Unidas constataba la inanición de la población civil a causa del asedio de las fuerzas del Gobierno de Bashar al Assad.
Sin embargo, la Oficina de la ONU de Asuntos Humanitarios (UNOCHA) ya conocía la crítica situación que existía en la localidad antes de que ésta saliera a la luz, tal y como asegura la revista 'Foreign Policy'. El 6 de enero, emitió un documento actualizado sobre la situación en la ciudad siria en la que cerca de 42.000 personas viven sitiadas desde julio de 2015, hablando de las "desesperadas condiciones" de la población civil, entre ellas, la "grave malnutrición registrada entre la comunidad".
En octubre, los líderes de la comunidad habían informado de un millar de casos de malnutrición en niños por debajo de la edad de 1 año. Pero la sociedad no pudo saberlo, porque la UNOCHA clasificó este boletón como 'Interno: no apto para ser citado'. La oficina no ha comentado aún por qué esta actualización, que fue filtrada a la revista 'Foreign Policy', no se había publicado.
Fue Médicos Sin Fronteras (MSF) quien, el pasado 7 de enero, pidió la evacuación médica urgente de las personas enfermas, así como el suministro inmediato de medicinas, después de que se anunciara el fin del bloqueo del Gobierno sirio sobre la ciudad de Madaya.
Esta publicación asegura que si bien las autoridades de la ONU conocían la situación, permanecieron en silencio hasta que las impactantes imágenes de niños hambrientos comenzaron a circular por las redes y los medios de comunicación dieron la alarma.
CRÍTICA DE TRABAJADORES HUMANITARIOS
Hasta comienzos de este mes, Madaya no era más que una oscura localidad en el suroeste de Siria que había quedado eclipsada por la cercana Zabadani, donde los rebeldes han combatido contra el régimen de Al Assad y, más recientemente, contra Hezbolá.
Pero hoy, después de que los convoyes humanitarios llegaran con alimentos y medicinas para levantar el asedio, Madaya se ha convertido en el punto central de la ira de los trabajadores humanitarios hacia la ONU, a la que acusan de dar prioridad a su relación con Damasco más que al destino de la población civil de la asediada localidad.
Desde octubre, los locales han alarmado de la grave situación en la que vive su población. No obstante, 'Foreign Policy' asegura que los largos meses de silencio de la ONU sobre la situación de inanición de la población han sido una de las razones del desasosiego y la inquietud que sufre la comunidad de autoridades humanitarias, tanto sirias como internacionales.
Otra es la repetida afirmación de que ningún asedio es tan importante pero que todos deben ser levantados, un objetivo difícilmente alcanzable.
cuando el coordinador humanitario de la ONU para Siria, Yacoub el Hillo, se dirigió a la prensa el 12 de enero, un día después de que llegara el primer convoy humanitario a la localidad, describió a los residentes de Madaya como un "pueblo desesperado, que tiene frío, hambre y que casi ha perdido la esperanza". Pero, asegura 'Foreign Policy', no culpó a nadie en particular por el estado en el que se encontraba la localidad y no hizo referencia al partido-milicia chií libanés Hezbolá, que está efectivamente manteniendo el asedio contra los civiles sirios en Madaya.
En su lugar, pronunció un discurso cercano a la retórica de la ONU: que el asedio de Madaya, controlada por los rebeldes, era exactamente igual que los asedios organizados por el autodenominado Estado Islámico o por los rebeldes sirios contra las regiones controladas por las fuerzas leales al Gobierno.
"Me siento cómo diciendo que ocurre lo mismo en cualquiera de esos lugares donde el asedio se está usando como táctica de guerra", afirmó entonces a la prensa. Esto incluía a Al Foua y Kefraya, localidades controladas por el Gobierno en la provincia de Idlib que también recibieron suministros del los convoyes humanitarios que llegaron esta semana.