Recalca que "tras evitarse una catástrofe en 2021, el peligro acecha de nuevo si no se mantienen los esfuerzos"
MADRID, 8 Abr. (EUROPA PRESS) -
Naciones Unidas ha manifestado este viernes que más de 8,4 millones de personas necesitan ayuda humanitaria y protección en los estados nigerianos de Adamawa, Borno y Yobe, situados en el noreste del país, especialmente sacudidos por la inseguridad a causa de los ataques del grupo yihadista Boko Haram y su escisión, Estado Islámico en África Occidental (ISWA).
La Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha resaltado en un comunicado que "tras evitar una catástrofe en 2021, el peligro acecha de nuevo para la población en el noreste de Nigeria si no se mantienen los esfuerzos".
En este sentido, ha desvelado que sus proyecciones recogen que 4,1 millones de personas estarán en la fase 3 o superior de la Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria durante la temporada de escasez de este año, entre ellas cerca de 600.000 que caerán en situación de emergencia (fase 4 de dicha clasificación".
Esta cifra supone un aumento del 19 por ciento respecto a octubre de 2021, con un "alarmante" incremento del 28 por ciento en las personas en categoría de emergencia. A ello se suma que el análisis entre septiembre y agosto sobre niños y mujeres con desnutrición grave aumentará, con 1,74 millones de niños de entre seis y 59 meses en necesidad de tratamiento, la cifra más alta desde 2016.
La OCHA ha recordado que el Plan de Respuesta Humanitaria para Nigeria en 2022 requiere 1.100 millones de dólares (cerca de 1.010 millones de euros) para dar ayuda a 5,5 millones de personas, entre ellos 351 millones de dólares (unos 322 millones de euros) "necesitados con urgencia" de cara a mayo para dar ayuda alimentaria a los más afectados.
El conflicto en el noreste de Nigeria ha dejado cerca de 350.000 muertos durante los últimos doce años, según indicó en junio de 2021 el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). El conflicto estalló en 2009, después de la muerte a manos de las fuerzas de seguridad del entonces líder de la secta islamista Boko Haram, Mohammed Yusuf.
La inseguridad se ha extendido en los últimos meses a otras del norte y el noroeste, haciendo saltar las alarmas por la posible expansión de estas redes terroristas y criminales, muchas de las cuales viven de obtener el pago de rescates tras el secuestro de estudiantes en asaltos contra centros educativos.