MADRID, 17 Feb. (EUROPA PRESS) -
Unas 900.000 personas se han visto forzadas a abandonar sus hogares por la ofensiva lanzada en la región siria de Idlib por el régimen de Bashar al Assad, apoyado militarmente por Rusia, según un nuevo balance de Naciones Unidas, que identifica como mujeres y niños a "la inmensa mayoría" de estos desplazados.
El secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, ha denunciado que "la crisis en el noroeste de Siria ha llegado a un nuevo y horrible nivel", con una violencia "indiscriminada" que no entiende de hospitales, escuelas, mezquitas o mercados.
"Las infraestructuras básicas se están viniendo abajo", ha alertado Lowcock, al relatar un contexto en el que, quienes huyen, se encuentran durmiendo al raso en pleno invierno porque los campamentos están llenos. "Las madres queman plástico para mantener calientes a sus hijos. Hay bebés y niños pequeños muriendo por el frío", ha lamentado.
Los campamentos, según el responsable de la ONU, también se están viendo afectados por la escalada de violencia, hasta el punto de que hay informaciones de ataques contra estos enclaves. También han sufrido daños equipos e instalaciones utilizadas por las organizaciones de ayuda humanitaria, hasta el punto de que "los propios trabajadores humanitarios están desplazados o han muerto".
"Solo evitaremos la mayor historia de terror del siglo XXI si los miembros del Consejo de Seguridad, y aquellos actores con influencia, dejan a un lado sus intereses individuales y anteponen la humanidad colectiva", ha reclamado Lowcock. "La única opción", ha añadido, "es un alto el fuego".