Recuerda "el fracaso como comunidad internacional" ante las matanzas y dice que el mundo hace frente a "grandes pruebas"
MADRID, 7 Abr. (EUROPA PRESS) -
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, ha resaltado este jueves en un discurso en conmemoración del 28 aniversario del genocidio en Ruanda que estas atrocidades "no fueron un accidente ni algo inevitable" y ha manifestado que "fueron deliberadas, sistemáticas y se llevaron a cabo a plena luz del día".
"Juntos rendimos tributos al millón de personas asesinadas en sólo cien días en 1994, en una inmensa mayoría tutsis, si bien también fueron asesinados hutus moderados y otros que se opusieron al genocidio", ha manifestado. "Estamos impresionados por la resiliencia de los supervivientes y reflexionamos en nuestros fracasos como comunidad internacional", ha dicho.
Así, ha hecho hincapié que "nadie que siguiera los asuntos mundiales o viera las noticias puede negar la violencia enfermiza que tuvo lugar, pero demasiados pocos hablaron de ello y menos aún intentaron intervenir". "Pudo y debió haberse hecho mucho más", ha reconocido.
"Una generación después de estos sucesos, la mancha de la vergüenza continúa. Mientras recordamos el derramamiento de sangre hace 28 años reconocemos que siempre tenemos una elección", ha señalado. "Podemos elegir la humanidad sobre el odio, la compasión sobre la crueldad, el valor sobre la complacencia y la reconciliación sobre la ira", ha argüido.
"El principio de responsabilidad de proteger supone que no podemos permanecer de brazos cruzados ante las atrocidades", ha indicado Guterres, que ha incidido en que "ha puesto la agenda de prevención en el centro del trabajo" de la ONU. "La justicia internacional, lejos de ser perfecta, ha demostrado que los responsables no pueden asumir una impunidad", ha puntualizado.
En esta línea, ha ensalzado el trabajo del Tribunal Penal Internacional para Ruanda, que ha descrito como "el primer tribunal en la historia en condenar a una persona por genocidio", y ha reiterado que los procedimientos "demostraron que la justicia es indispensable para una paz sostenible".
"Ruanda es a día de hoy una prueba poderosa de la capacidad del espíritu humano de sanar incluso las heridas más profundas y emerger de las profundidades más oscuras para reconstruir una sociedad más fuerte. Habiendo sufrido una violencia de género inenarrable, las mujeres suponen hoy el 60 por ciento de los escaños del Parlamento", ha destacado.
Asimismo, ha reseñado que "Ruanda es el cuarto país que más contribuye a las operaciones de paz de la ONU, arriesgando a sus propios soldados para evitar a otros un dolor conocido", antes de apuntar que "el genocidio contra los tutsi planteó preguntas que afectaron a toda la humanidad sobre el papel del Consejo de Seguridad (de la ONU), la efectividad de las tropas de pacificación, la necesidad de poner fin a la impunidad por crímenes internacionales, la necesidad de abordar las raíces de la violencia y la fragilidad del civismo".
"Estamos ante grandes pruebas. A día de hoy, Ucrania está en llamas y viejos y nuevos conflictos proliferan en Oriente Próximo, África y más allá. El Consejo de Seguridad está de acuerdo en estar en desacuerdo, lo que contribuye a un clima de impunidad percibida para actores estatales y no estatales", ha denunciado.
"Las guerras siguen activas, las desigualdades se amplían, la pobreza crece y todo son abono para el resentimiento, la ansiedad y la ira. Mientras, vemos cómo el discurso del odio, incluida una desinformación deshumanizante, insultos racistas y el negacionismo y la distorsión del genocidio, proliferan online y fuera de Internet", ha lamentado.
Guterres ha pedido por ello "reconocer los peligros de la intolerancia, la irracionalidad y la intolerancia en todas las sociedades". "Mientras miramos el pasado con remordimientos, hay que mirar al futuro con determinación. Comprometámonos a estar vigilantes y nunca olvidar", ha reclamado.
Por último, el secretario general de la ONU ha abogado por "rendir un tributo significativo a los ruandeses que perecieron (durante el genocidio de 1994) a través de la edificación de un futuro de dignidad, tolerancia y Derechos Humanos para todos".
Alrededor de 800.000 ruandeses, la inmensa mayoría de ellos tutsis y hutus moderados, fueron asesinados por extremistas hutu durante cerca de tres meses en 1994. A día de hoy todavía se están descubriendo fosas comunes, especialmente desde que los condenados que han cumplido sus penas han aportado información sobre el lugar en el que enterraron o abandonaron a sus víctimas.