BRUSELAS, 12 May. (EUROPA PRESS) -
La OTAN inaugurará este jueves en la localidad rumana de Deveselu la nueva base para interceptar misiles que forma parte del escudo antimisiles del organismo de defensa euroatlántico, que se espera que esté plenamente operativo "a lo largo de la próxima década", según han avanzado fuentes aliadas.
"La base acogerá misiles interceptores, no misiles ofensivos", han aclarado estas fuentes, que han precisado que los proyectiles utilizados para interceptar misiles 'enemigos' "no contienen explosivos".
La base en Rumanía "todavía está bajo mando de EEUU, pero se espera que sea entregada a la OTAN en las próximas semanas", han añadido las fuentes, que han precisado que en la ceremonia de este jueves, a la que acudirá el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, "se la declarará lista para su uso".
Los jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN acordaron en su cumbre de 2010 en Lisboa desarrollar un escudo antimisiles para proteger a Europa de la creciente amenaza de ataques balísticos de países como Corea del Norte e Irán, basado fundamentalmente en el sistema estadounidense, y en la cumbre de Chicago de 2012 declararon la capacidad interina del escudo, que alcanzará un nuevo nivel operativo en la cumbre de julio en Varsovia.
Precisamente este viernes 13 de mayo se iniciarán las obras para crear una base similar en Polonia, en la localidad de Redzikowo, según han confirmado fuentes aliadas.
El escudo ya cuenta en la actualidad con cuatro destructores estadounidenses equipados con el sistema antimisiles Aegis basados en la base de Rota, en España, y por su parte Turquía acoge una estación de radar de alerta temprana del escudo, cuyo mando y control se encuentra en la base aérea alemana de Ramstein.
Por su parte, Dinamarca y Países Bajos están en fase de modernizar sus fragatas con capacidades de radar de alerta temprana y Reino Unido se ha comprometido a invertir en radares terrestres para aumentar la cobertura y eficacia del sistema de defensa antimisiles.
El escudo, que se espera que esté plenamente operativo "a lo largo de la próxima década", tiene un coste común total de 1.000 millones de euros. Cada aliado cubre con los costes de sus propios sistemas y personal que incorporan al escudo, muy criticado por Moscú por asegurar que socavará su propia capacidad estratégica.