Objetivos políticos y económicos fundaron la 'Operación Causa Justa'
MADRID, 20 Dic. (EUROPA PRESS) -
Panamá se enfrenta este sábado al 25º aniversario de la invasión estadounidense, el hecho más traumático que ha vivido el país interocéanico en el siglo XX, con la intención de "sanar heridas", aunque parece difícil cuando aún se desconoce el número exacto de vidas humanas que se perdieron para dar caza al dictador Manuel Noriega.
Primeras horas del 20 de diciembre de 1989. Los habitantes de Ciudad de Panamá tratan de conciliar el sueño en una noche densa de calor y lluvia, pero se lo impide el rumor de lo que atribuyen a las, por aquella época, incesantes maniobras en las bases militares cercanas al Canal de Panamá.
Apenas tardaron unos minutos en salir de su error. La 82ª División Aerotransportada de Estados Unidos tenía luz verde para que sus aviones y sus helicópteros de combate descargaran su furia sobre 27 objetivos haciendo retumbar la capital panameña como si se tratara de un terremoto de 6 en la escala de Richter.
El fuego desde el aire dio cobertura a los 26.000 efectivos de las fuerzas de élite del Ejército y la Armada que aguardaban para tomar posiciones estratégicas en Ciudad de Panamá, garantizando así que las dos décadas de gobiernos militares coordinados en la sombra por Noriega llegaran a su fin esa noche.
Las tropas norteamericanas centraron su fuerza de combate en el ya trágicamente conocido barrio de El Chorrillo, uno de los bastiones políticos del presidente militar Omar Torrijos convertido en sede del Ejército panameño y de las milicias leales al régimen de Noriega.
La destrucción en El Chorrillo fue total. Un barrio humilde poblado por funcionarios que vivían en construcciones de madera surgidas en torno al desarrollo del Canal de Panamá, quedó arrasado por las llamas. Aún hoy muchas de sus otrora pintorescas casas siguen en ruinas.
El factor sorpresa sirvió para que las fuerzas estadounidenses no encontraran casi resistencia, ni de las tropas panameñas, con un total de 12.000 efectivos y tecnología desfasada, ni de las milicias civiles de Gobierno y oposición, que se vieron totalmente sobrepasadas por la maquinaria de guerra norteamericana.
El saldo de aquella fatídica noche aún es incierto. Las asociaciones de víctimas de la invasión estadounidense hablan de entre 3.000 y 5.000 fallecidos, la inmensa mayoría civiles, mientras que la investigación oficial los cifra en 500 y la Casa Blanca reconoce apenas un centenar. Además, 20.000 personas lo perdieron todo.
NORIEGA, ACORRALADO
Con las primeras horas de luz del 20 de diciembre, la calma ya había llegado a Ciudad de Panamá. Las tropas estadounidenses controlaban militarmente la capital, pero con la incertidumbre de lo que pudiera pasar porque el dictador aún seguía libre, de modo que la misión no había acabado.
De acuerdo con los relatos de la época, Noriega aprovechó la confusión de la madrugada para huir a casa de su amante y pasar allí las peores horas de la ofensiva norteamericana. Cuatro días después, dio las primeras señales de vida presentándose en la Nunciatura Apostólica para pedir refugio.
Amparado por la inmunidad diplomática de la sede vaticana frente a cualquier tipo de agresión, nacional o extranjera, el llamado 'hombre fuerte' de Panamá consiguió esconderse allí de las garras estadounidenses, aunque por poco tiempo.
Washington recurrió a la presión psicológica para lograr que la presa saliera de su guarida. Entre el 24 de diciembre y el 3 de enero bombardearon la Nunciatura Apostólica con una música atronadora que finalmente derrumbó al dictador. Así, Noriega se entregó voluntariamente a sus antiguos aliados.
'OPERACIÓN CAUSA JUSTA'
El Gobierno de George Bush padre bautizó esta operación militar como 'Causa Justa' porque sus objetivos --según explicó-- eran proteger la vida de los ciudadanos estadounidenses que vivían en Panamá, defender la democracia y los Derechos Humanos y, en consecuencia, detener a Noriega.
A Bush le sirvió de excusa una cláusula introducida en el tratado bilateral que los presidentes panameño, Omar Torrijos, y estadounidense, Jimmy Carter, firmaron en 1977 para que Washington transfiriera paulatinamente la soberanía del Canal de Panamá.
La conocida como cláusula Conncini introdujo el derecho de Estados Unidos a intervenir en Panamá "para asegurar el tránsito libre de barcos por el canal interoceánico", dando así una cobertura jurídica a una eventual acción militar norteamericana en el país para asegurar sus intereses económicos.
DICTADURA 'NARCOMILITAR'
Al menos la invasión estadounidense sirvió para acabar con 21 años de régimen militar marcados por luchas intestinas que llevaron a sucesivas intentonas golpistas con Noriega como cerebro y a un país infestado por los cárteles internacionales.
El ocaso panameño comenzó el 11 de octubre de 1968 cuando el teniente coronel Omar Torrijos derrocó al Gobierno de Arnulfo Arias Madrid, quien tras sufrir hasta tres golpes de Estado se convirtió en un icono de la democracia panameña.
Fue Torrijos quien ascendió a Noriega al nombrarle jefe de Inteligencia por frustrar un complot liderado por la disidencia militar que estuvo a punto de impedir que el presidente 'de facto' regresara a Panamá de un viaje a México en 1969.
Su cargo como jefe de Inteligencia permitió a Noriega fortalecer sus vínculos con la CIA, de la que por aquel entonces ya recibía pagos regulares por "las importantes tareas" que realizaba para el Gobierno de Estados Unidos, principalmente, mantener a Panamá en el frente anticomunista de la Guerra Fría.
Noriega se valió de su amplia red de colaboradores, forjada gracias a sus conexiones con servicios de Inteligencia de todo tipo --desde los israelíes a los cubanos-- y con las dictaduras fascistas y las guerrillas izquierdistas en América Latina, para consolidar su influencia política y convertir a Panamá en puerto del narcotráfico.
A su llegada al poder, el 15 de diciembre de 1983, tras una larga lista de asesinatos de opositores, que incluirían el del propio Torrijos, Noriega ya era sin duda el 'hombre fuerte' de Panamá y como tal gobernó aplastando a la disidencia y amasando una fortuna con el negocio de la droga.
El principio del fin comenzó cuando intentó desprenderse de la influencia de Washington. Su sentencia política sería la anulación de las elecciones presidenciales de 1989. El vencedor de aquellos comicios, Guillermo Endara, prestaría juramento como jefe de Estado el 20 de diciembre de ese año en una base militar estadounidense.
"SANAR HERIDAS"
El actual Gobierno de Panamá ha declarado este sábado "día de reflexión nacional" con la intención, según ha explicado su ministra de Exteriores y vicepresidenta, Isabel de Saint Malo, de "sanar heridas". "Aún hay muchas heridas abiertas porque hubo muchas víctimas, incluso inocentes", ha reconocido.
Será la primera vez que un presidente panameño, en este caso Juan Carlos Varela, participe de forma oficial en los actos de homenaje a las víctimas de la invasión estadounidense, y lo hará asistiendo a una ceremonia celebrada en el cementerio Jardín de Paz, donde están enterradas muchas de ellas.
A pesar de los esfuerzos conciliadores del nuevo Ejecutivo, Panamá todavía está lejos de cerrar este capítulo de su historia: aún no se conoce cuántas personas murieron y los 20.000 damnificados no han recibido indemnizaciones por sus pérdidas.
El Chorrillo es la prueba de que el país no ha superado ese 20 de diciembre. El que antes fue un barrio próspero al calor del Canal de Panamá, hoy es una de las zonas más deprimidas y peligrosas de la capital.
La única Justicia que ha conseguido Panamá es ver a su 'hombre fuerte' juzgado y condenado en Estados Unidos a 40 años de cárcel por narcotráfico, juzgado y condenado en Francia a siete años de cárcel por blanqueo de capitales y finalmente repatriado y encarcelado por delitos de lesa humanidad.