Asia es el continente con más hambrientos pero en África ya son casi uno de cada cuatro de sus habitantes
MADRID, 13 Jul. (EUROPA PRESS) -
El objetivo de acabar con el hambre en el mundo para 2030 se aleja. En la actualidad, casi el 9 por ciento de la población mundial se encuentra en esta situación y las previsiones son que con la pandemia de coronavirus el dato, lejos de disminuir en 2020, siga aumentando aún más, añadiendo hasta 132 millones adicionales a los 690 millones actuales.
Esa es la principal conclusión del 'Informe del estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo', presentado por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF), la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA).
El documento viene a confirmar la tendencia iniciada en 2014 de un lento aumento de las personas que pasan hambre, con otros 10 millones adicionales en 2019 que sitúan el dato en 690 millones, o lo que es lo mismo, el 8,9 por ciento de la población mundial. En total, en los últimos cinco años el incremento ha sido de 60 millones.
Asia es el continente con más personas hambrientas, 381 millones, seguida por África, con 250 millones, si bien el incremento se ha acelerado en este segundo continente. En tercer lugar se sitúan América Latina y el Caribe, con 48 millones de personas que pasan hambre.
Aunque la prevalencia mundial de personas que pasan hambre apenas ha cambiado con respecto al 8,9 por ciento actual, las cifras absolutas sí que lo han hecho desde 2014, lo que significa que el problema ha crecido al mismo tiempo que lo hacía la población mundial.
Además, el informe constata una gran disparidad regional, ya que en África las personas hambrientas suponen el 19,1 por ciento de su población, mientras que en Asia suponen el 8,3 por ciento y en el caso de América Latina y el Caribe el 7,4 por ciento. Si se mantienen las tendencias actuales, para 2030 África albergará a más de la mitad de las personas que pasan hambre en el mundo.
NO SE HACEN PROGRESOS SUFICIENTES
"Cinco años después de que el mundo se comprometiera a poner fin al hambre, la inseguridad alimentaria y todas las formas de malnutrición, seguimos sin realizar progresos suficientes para alcanzar este objetivo en 2030", advierten en el prólogo del informe los jefes de las agencias de la ONU.
Los progresos se han visto lastrados en los últimos años entre otras cosas por los conflictos, la variabilidad climática y los fenómenos meteorológicos extremos, que socavan los esfuerzos por acabar con el hambre. En 2019, se ha constatado que también disminuyen los esfuerzos la desaceleración y el debilitamiento de la economía.
"En 2020, la pandemia de la COVID-19, así como los brotes sin precedentes de langosta del desierto en África oriental, están empeorando las perspectivas económicas mundiales de un modo que nadie podría haber anticipado, y es posible que la situación solo vaya a peor si no se actúa con urgencia y se toman medidas sin precedentes", alertan.
De mantenerse las tendencias recientes, para 2030 habría más de 840 millones de personas en el mundo que pasarían hambre. Las primeras evaluaciones apuntan a que la pandemia podría añadir entre 83 y 132 millones de personas a la cifra actual solo en 2020, en función de la hipótesis de crecimiento económico.
Además, subraya el informe, en los últimos años también ha aumentado el número de personas en inseguridad alimentaria grave, es decir, que no tienen garantizada su siguiente comida. En 2019, cerca de 750 millones de personas --casi una de cada 10 a nivel mundial-- se vieron expuestas a esta situación. Si a ellas se les suma las personas en inseguridad alimentaria moderada, entonces unos 2.000 millones de
personas --el 25,9 por ciento del total-- no disponían de acceso regular a alimentos inocuos, nutritivos y suficientes.
RIESGO CRECIENTE DE MALNUTRICIÓN
Como resultado de estas tendencias, aumenta el riesgo de que los niños presenten malnutrición. Según los últimos datos, en 2019 había 144 millones de niños menores de 5 años con retraso del crecimiento (el 21,3 por ciento del total), 47 millones con emaciación (peso bajo con respecto a la estatura, el 6,9 por ciento) y 38,3 millones con sobrepeso (5,6 por ciento). A esto se suma que al menos 340 millones de niños padecían deficiencias de micronutrientes.
La "buena noticia", según los jefes de las agencias de la ONU, es que entre 2000 y 2019, "la prevalencia mundial del retraso del crecimiento infantil se redujo un tercio" si bien tampoco en este apartado se está en vías de alcanzar las metas fijadas en cuanto al retraso del crecimiento, la emaciación y el sobrepeso infantil para 2030.
Por otra parte, la obesidad en adultos también está aumentando en todas las regiones. Así, se pasó del 11,8 por ciento en 2012 al 13,1 por ciento en 2016 y si sigue aumentando al ritmo actual del 2,6 por ciento, para 2025 se habrá incrementado un 40 por ciento con respecto al dato inicial.
ACCESO A DIETAS SALUDABLES
Poder alcanzar los objetivos fijados en materia alimentaria y nutricional para 2030 es aún posible pero "solo si se garantiza el acceso de todas las personas no solo a los alimentos, sino a alimentos nutritivos que conformen una dieta saludable", defienden el jefe de la FAO, el del PMA, la de UNICEF, el de la OMS y el de la FIDA.
Según sostienen los cinco, "una de las principales razones por las que existen millones de personas en el mundo que padecen hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición es porque no se pueden permitir dietas saludables".
En general, las dietas costosas e inasequibles suelen estar asociadas a un aumento de la inseguridad alimentaria y de todas las formas de malnutrición. En la actualidad, destacan "las interrupciones del suministro de alimentos y la falta de ingresos derivadas de la pérdida de medios de vida y remesas como resultado de la COVID-19 hacen que hogares de todo el mundo se enfrenten a mayores dificultades para acceder a alimentos nutritivos y dificultan aún más que la población más pobre y vulnerable acceda a dietas saludables".
Según los análisis realizados para el informe, las dietas saludables cuestan un 60 por ciento más que las dietas que solo satisfacen las necesidades de nutrientes esenciales y casi cinco veces más que las dietas que solo satisfacen las necesidades de energía alimentaria mediante alimentos amiláceos, es decir, los que contienen almidón o similares.
"Resulta inaceptable que, en un mundo que produce alimentos suficientes para alimentar a toda su población, más de 1.500 millones de personas no se puedan permitir una dieta que cumpla los niveles necesarios de nutrientes esenciales y más de 3.000 millones ni siquiera se puedan permitir la dieta saludable más barata", denuncian los jefes de las agencias humanitarias, subrayando que se trata de "un problema global que nos afecta a todos".