La clave estará en los indecisos, pero los conservadores confían en que la "seguridad" de la continuidad decante la balanza
LONDRES, 5 May. (EUROPA PRESS) -
Los partidos británicos apuran las últimas horas de la campaña electoral más abierta de la historia reciente con apelaciones a su núcleo programático con las que aspiran a ganarse al quinto de indecisos que, según las encuestas, podrían decantar las generales del jueves, para las que la hasta ahora tercera fuerza política, los liberal-demócratas, parecen haber recuperado peso como partido bisagra.
Ante el escenario sin mayorías absolutas anticipado por la totalidad de los sondeos, el candidato a la reelección, el conservador David Cameron, se ha embarcado en una maratón de 36 horas consecutivas de campaña en las circunscripciones marginales, es decir, aquellas en las que el asiento se decidió por menos de un 10 por ciento de diferencia y en las que los asesores de los líderes consideran que se juega la votación del jueves.
Aunque Cameron rechazó "entrar en el negocio de las predicciones" sobre la ausencia de hegemonías que avanza la demoscopia, quiso dejar claro que "pondrá al país por delante", después de que su viceprimer ministro en los últimos cinco años, el liberal-demócrata Nick Clegg, recuperase brío esta jornada al advertir del "caos" que las dos principales formaciones provocarían si intentan constituir un ejecutivo en minoría con apoyos puntuales de fuerzas minoritarias.
En una clara apelación a reeditar la coalición como garantía de estabilidad en un panorama sin vencedores claros, Clegg advirtió de que "lo último que Reino Unido necesita son otras elecciones antes de Navidad". "Pero esto es exactamente lo que va a pasar si --el laborista-- Ed Miliband y David Cameron ponen sus intereses políticos por delante del interés nacional", subrayó.
Los liberaldemócratas habían desempeñado un papel clave en 2010, cuando el primer parlamento sin mayorías en casi 40 años llevó a la constitución del bipartito. A pesar de que las encuestas los abocan a la pérdida de más de la mitad de sus 57 diputados, a partir del viernes podrían convertirse de nuevo en el interlocutor de referencia de los dos únicos partidos con opciones reales de situar a su candidato en Downing Street.
REEDICIÓN DEL MODELO
El primer ministro no ha cerrado la puerta a reeditar el modelo, incluso si la suma de sus diputados y los de los liberal-demócratas no alcanza la mayoría absoluta de 326 asientos, un umbral que se reduce a los 323 al descontar a los republicanos norirlandeses del Sinn Féin, quienes tradicionalmente no toman posesión de su escaño en Westminster.
No en vano, Miliband había asegurado la semana pasada que no se apoyará en los nacionalistas escoceses ni para formar una coalición formal, ni para contar oficialmente con su respaldo para la aprobación de proyectos clave, a pesar de que ambas formaciones comparten, a priori, una agenda anti-austeridad.
Con el Partido Nacional Escocés (SNP, en sus siglas en inglés) encaminado a convertirse en la tercera fuerza en la Cámara de los Comunes con hasta medio centenar de parlamentarios, según las encuestas, los laboristas estarían obligados a pactar con los liberal-demócratas si quieren reunir una mayoría suficiente para gobernar.
Con todo, esta jornada Clegg avisó de que el partido con "el mayor mandato" en términos de escaños y votos debería contar con "espacio y tiempo para intentar formar un gobierno", una declaración que, de acuerdo con los sondeos, pondría a los 'tories' como sus iniciales interlocutores una vez completado el escrutinio en las primeras horas del viernes. "Todo el mundo saber que nadie va a ganar las elecciones, incluso si los dos principales partidos no lo quieren admitir", recalcó.
TOMA DE INICIATIVA
En consecuencia, el elemento fundamental será la rapidez de iniciativa de los contendientes, para lo cual Cameron, según la demoscopia el líder del mayor grupo en Wesminster, manejaría la estrategia de proclamar victoria, incluso si la mayoría absoluta que se le había escapado en 2010 lo vuelve a esquivar y si, como avanzan los sondeos, pierde diputados en relación a los 307 que obtuvo hace cinco años.
"Esta es la decisión del jueves: se puede tener un gobierno fuerte, competente y capaz con los conservadores, que mantendrán nuestra economía en marcha, o arriesgarlo todo con el Laborismo y el SNP", advirtió el premier, quien ha mantenido la estrategia del miedo a esta pinza postelectoral a pesar de que Miliband la haya descartado públicamente.
Además, Cameron intentó movilizar a los indecisos que se planteen el voto táctico, asegurando que Nick Clegg tiene tantas probabilidades de negociar con los 'tories' como con la sociedad Laborismo-SNP. El líder liberal-demócrata, sin embargo, lo negó hoy mismo, tras presentar a los suyos como "la garantía de estabilidad en tiempos de gran incertidumbre". "No cerraremos acuerdos, ni pactos, ni arreglos, con el UKIP a la derecha, ni con el SNP a la izquierda", mantuvo.
En este sentido, Clegg avisó de que "el gran riesgo de no tener a los liberal-demócratas en el gobierno es la deriva a esta alianza azul entre David Cameron, el UKIP, el DUP --los unionistas norirlandeses-- y el resto recortando, recortando, recortando muy por encima de lo que es necesario, o un préstamo irresponsable con Ed Miliband y --el candidato del SNP-- Alex Salmond en un abrazo letal a la izquierda".
VOTO TÁCTICO
No obstante, los estrategas conservadores confían en que, finalmente, el ciudadano opte por la "seguridad" de la continuidad, en línea con el desenlace de los comicios de 1992, los últimos en los que los 'tories' habían logrado la mayoría absoluta, sobre todo después de que la práctica mayoría de los medios británicos, incluyendo 'The Independent', tradicionalmente de izquierdas, amparase una reedición de la coalición.
Aunque hace 23 años la partida se jugaba a dos, la práctica totalidad de los sondeos otorgaban la victoria al laborista Neil Kinnock, quien resultó derrotado por un impopular John Major en lo que los expertos vincularon al temor de los electores al cambio, un factor que podría volver a pesar este jueves. De hecho, el propio Kinnock aseguró hoy que el "voto oculto" conservador es el principal "peligro" para las opciones de Miliband.