MADRID, 23 May. (EUROPA PRESS) -
Desde el golpe de Estado en marzo de 2013 llevado a cabo por un grupo de milicias conocidas como Séléka, que derrocaron al presidente François Bozizé, la República Centroafricana vive sumida en el caos.
El grupo Séléka está formado por la Unión de Fuerzas Democráticas por la Unidad, la Unión de Fuerzas Republicanas y la Convención de Patriotas para la Justicia y la Paz y son todas musulmanas.
Las milicias justificaban su alzamiento contra el gobierno por el incumplimiento de Bozizé, de religión cristiana, de los acuerdos de Paz suscritos en 2007 y 2011, que implicaban la reincorporación de estos grupos al ejército.
Tras la huída de Bozizé, el líder de los Séléka, Michel Djtodia, se autoproclamó presidente y disolvió esta coalición tras conseguir el reconocimiento internacional como presidente. Pero muchos milicianos se negaron a abandonar las armas y quedaron fuera de control del gobierno.
La República Centroafricana es un país en su mayoría cristiano, pero con una parte minoritaria musulmana. Hasta ahora las dos religiones habían convivido en armonía, a pesar de las quejas de los musulmanes de sentirse abandonados, ya que la mayoría de los gobiernos han sido cristianos.
Por esta razón el conflicto ha adquirido un carácter étnico, ya que el grupo Séléka es de creencia musulmana y su objetivo son los grupos cristianos.
Tras los ataques de los Séléka después del golpe de Estado, algunos cristianos decidieron unirse formando un grupo llamado antibalaka, que son partidarios de Bozizé, y comenzaron a enfrentarse a los musulmanes.
A principios de enero de 2014, Djtodia dimitió por no ser capaz de controlar la situación del país y fue sustituido por Catherine Samba-Panza como presidenta interina, la cual busca el consenso entre musulmanes y cristianos.
Catherine Samba-Panza es cristiana, aunque siempre ha buscado mantener sus creencias religiosas al margen en su vida política.
Tras haber alcanzado los más de 600 muertos en diciembre de 2013, el alto Comisionado de las Naciones Unidas (ACNUR) permitió el envío de 2.000 soldados franceses en misión de proteger a la población civil y restablecer el orden.
La Unión Europea también quiso colaborar con las tropas francesas y africanas, y desplegó 1.000 soldados a principios de abril para ayudar en la protección de la población.
Ahora los conflictos ya no son sólo entre musulmanes y cristianos, sino que los rebeldes de Séléka se están enfrentando a las tropas francesas que buscan su desarme.
El director de Operaciones de la Oficina de la ONU para la coordinación de Asuntos Humanitarios, John Ging, informó a principios de mayo, tras una visita al país, que habían fallecido más de 2.000 personas, que el número de desplazados superaba los 600.000 y que otras 300.000 personas buscaban refugio en países vecinos.
Otro dato alarmante es que el número de niños reclutados se ha duplicado desde que se inició el conflicto. UNICEF estima que actualmente serían cerca de 6.000 los niños miembros de estos grupos armados. Además de combatientes, son utilizados como cocineros, porteadores y guardias.
Pero la desnutrición también está presente. Hasta ahora, más de 6.800 niños han sido tratados en todo el país, pero se prevé que pueda aumentar hasta los 28.000 a lo largo de este año.
El problema se debe a que las familias no pueden plantar sus cosechas ni ganarse la vida ya que escasea el agua potable, los saneamientos y los servicios de salud.