Solo Fujimori podría gobernar con mayoría en el Congreso
LIMA, 9 Abr. (EUROPA PRESS) -
Perú celebra este domingo unas elecciones presidenciales en las que la principal incógnita es quién se batirá con Keiko Fujimori --clara favorita-- en la segunda vuelta del 5 de junio, en el contexto de una campaña, y un final de mandato, marcados por la corrupción.
Los peruanos acuden a las urnas con la resaca de una campaña electoral en la que la desafección política y las denuncias de corrupción han reducido el número de candidatos presidenciales, desde los 19 iniciales a una decena.
Fujimori, líder de Fuerza Popular, encabeza de forma indiscutible la carrera hacia el poder, con un 35 por ciento de intención de voto, una diferencia de casi 20 puntos que ha logrado mantener a lo largo de la campaña con independencia de sus competidores.
La amplia ventaja de Fujimori --a quien todos los sondeos dan como ganadora-- ha desplazado todo el interés de estos comicios al segundo puesto, disputado voto a voto por el conservador Pedro Pablo Kuczynski y la izquierdista Verónika Mendoza.
Kuczynski, de Peruanos por el Kambio (PPK), ha protagonizado una notable remontada desde el primer pelotón de aspirantes hasta el 'número dos', con un 16 por ciento de los sufragios, de acuerdo con las últimas mediciones.
Mendoza, abanderada del Frente Amplio, se sitúa muy cerca del ex ministro de Economía, a menos de un punto, una posición que ha logrado en las últimas semanas convirtiéndose en la gran sorpresa de esta pugna electoral.
Si Fujimori no suma al menos el 50 por ciento de los votos, algo que a estas alturas resulta improbable, se verá abocada a protagonizar una segunda vuelta en la que se enfrentará al segundo candidato más votado este domingo.
La escasa distancia que separa a Kuczynski y Mendoza deja abierta cualquier posibilidad, ya que históricamente el electorado peruano ha sido muy fluctuante: la mayoría decide el sentido de su voto en el último momento.
Sea quien sea cuenta con una importante baza de cara al 5 de junio debido al enorme antivoto que acumula la líder de Fuerza Popular por el tenebroso pasado de su padre, el ex presidente Alberto Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad.
Un 45 por ciento de los interrogados ha adelantado que "definitivamente no votará" por Fujimori, un colectivo que ha ido creciendo y que podría catapultar a la Presidencia de Perú a quien quiera que sea su rival.
LOS SUPERVIVIENTES
Esto tres candidatos configuran el podio que ha destilado el Jurado Nacional Electoral (JNE) después de cribar las múltiples denuncias que se han presentado contra la veintena inicial de aspirantes a suceder a Ollanta Humala.
El JNE anuló la candidatura de Julio Guzmán, de Todos por el Perú (TPP), alegando irregularidades en la celebración del congreso en el que se decidió la participación del partido político en las elecciones presidenciales.
Este fallo cambió radicalmente el rumbo de la competición electoral, que hasta ese momento apuntaba a Guzmán como el mejor posicionado para derrotar a Fujimori en una hipotética segunda vuelta. "Es un golpe a la democracia", denunció el aspirante de TPP.
La justicia tumbó igualmente la candidatura de César Acuña, que entonces iba cuarto en la pugna electoral, por dar regalos a los votantes. Alianza por el Progreso, su partido, achacó esta decisión a "intereses políticos".
Estas expulsiones han desatado una enorme polémica en Perú porque el JNE ha permitido salvar la candidatura a Fujimori, a pesar de la existencia de un vídeo en el que miembros de su campaña aparecen entregando sobres con dinero en un mitin.
Incluso la Organización de Estados Americanos (OEA) ha advertido sobre la falta de garantías en esta votación. "Crítica al sistema de tachas del JNE es compartida por la comunidad internacional y la OEA", ha dicho su secretario general, Luis Almagro.
INCERTIDUMBRE LEGAL
A ello se suma la incertidumbre generada por la reforma de la Ley Electoral impulsada por el Gobierno saliente, que entró en vigor el pasado mes de enero, en torno a la inscripción de los partidos políticos y el mantenimiento de la misma.
La modificación legal obliga a los partidos que deseen mantener su inscripción, bien a concurrir a las elecciones y obtener seis diputados o el cinco por ciento de los votos, bien a no participar en los comicios pero sin dejar pasar dos convocatorias seguidas.
Algunas formaciones han decidido retirarse de la contienda electoral ante el temor a desaparecer definitivamente del escenario político peruano por no lograr el umbral mínimo de escaños y de sufragios requerido.
El caso más llamativo es el del gobernante Partido Nacionalista Peruano (PNP), cuya cúpula decidió sacar a Daniel Urresti y su eventual vicepresidenta, Susana Villarán, de la lucha por la Presidencia por las escasas perspectivas de éxito en las urnas.
VOTANTES DESENCANTADOS
La confusión electoral ha contribuido a aumentar la sensación de hartazgo entre los votantes peruanos, que en los últimos dos años han asistido a una sucesión de escándalos de corrupción que han salpicado a Humala y su círculo íntimo.
El abanico abarca desde la financiación de las últimas campañas del PNP --que podrían haber recibido dinero del Gobierno venezolano-- hasta la primera dama, Nadine Heredia, acosada por investigaciones sobre blanqueo de capitales.
Estos casos han dinamitado la popularidad de Humala y su gabinete --con una rotación inédita de primeros ministros--, que ha caído a mínimos históricos, y cualquier opción de Heredia para suceder a su marido en el cargo, tal y como pretendía el PNP.
La desidia de los peruanos alcanza también a otros rostros conocidos como los ex presidentes Álan García y Alejandro Toledo, que una vez más intentarán recuperar su antiguo trabajo, a pesar de estar acosados por delitos económicos.
UN CONGRESO DIVIDIDO
Este domingo los peruanos elegirán también a los 130 diputados que forman el Congreso unicameral que, como tal, posee un enorme poder que ha exhibido durante la última Legislatura con mociones de censura contra miembros del Ejecutivo.
Los sondeos únicamente pronostican una mayoría clara para Fujimori, que aún así estaría forzada a fraguar alianzas con partidos cercanos, incluido el de Kuczynski. Más allá de esta opción las encuestas auguran un Parlamento ingobernable donde será difícil cerrar pactos.
El peor escenario es, sin duda, para Mendoza. Sola en el espacio político de la izquierda, la líder del Frente Amplio apenas encontraría aliados entre sus antiguos colegas del PNP en un Congreso dominado por la centro-derecha.
La gobernabilidad se plantea así como una de las claves de este proceso electoral que culminará, casi con seguridad, con un balotaje que arrojará un presidente --puede que por primera vez una mujer-- obligado a encontrar socios.