DACA 14 Nov. (Thomson Reuters Foundation/EP) -
Las millones de personas que se desplazan desde las zonas más rurales de Bangladesh a las principales ciudades del país, donde viven en chabolas a la espera de conseguir un trabajo, se enfrentan a grandes desafíos, como la falta de asistencia sanitaria, educación y seguridad.
Mohammed Abul Kalam, de la isla de Bhola, se trasladó a Daca, la capital de Bangladesh, después de enfrentarse durante años a la pobreza y las continuas inclemencias meteorológicas de la isla. Ahora reside junto a su familia en un barrio de chabolas en el oeste de la ciudad.
"Vine aquí porque no tenía otra opción", ha indicado Kalam, cuya historia refleja la precaria situación de los más de medio millón de bangladeshíes que según las autoridades del país emigran a la capital cada año.
El viaje de Kalam comenzó cuando el río Maghna se desbordó por segunda vez, destrozando la vivienda de Kalam y hundiendo a su familia en deudas impagables. Sus vecinos, que insistieron en que se fuera a Daca, sugirieron que para poder pagar por los matrimonios de sus dos hijas debían mudarse.
Según fuentes del Gobierno, de las más de dos millones de personas que viven en la isla, un tercio se encuentra por debajo del umbral de la pobreza. Al mudarse a Daca, Kalam empezó a trabajar lavando prendas de ropa por unos 76 dólares (70,71 euros) al mes.
Al poco tiempo dejó su trabajo y pasó al sector de la construcción, que le suponía unos ingresos de unos seis dólares (5,58 euros) al día. Sus hijas trabajaban revisando el estado de la ropa en una fábrica textil por unos 50 dólares (46,52 euros) al mes.
ÉXODO RURAL
Según el Banco Mundial, al menos medio millón de personas se trasladan desde las zonas rurales de Bangladesh a la capital cada año, lo que supone un aumento del número de pobres en zonas urbanas. Desde que Bangladesh se independizó en 1971, la población de la ciudad se ha cuadruplicado hasta alcanzar los 20 millones de residentes.
Kalam y su mujer duermen en el suelo y comparten baño con otras diez personas. "Mi pena tiene inicio pero no final. Lo he perdido todo, pero la mayor pérdida que he sufrido ha sido la educación de mis hijas", ha indicado Kalam.
La familia de Kalam paga 32 dólares (29,77) al mes por la habitación en la que viven, que incluye electricidad y agua. "Están limpiando las chabolas, pero la gente que vive en ellas se queda atrás, no abandona Daca", ha señalado la directora de la Coalición para los Pobres Urbanos (CUP, por sus siglas en inglés), Jondker Rebaca Sun Yat.
Según datos oficiales de 2014, cerca del 60 por ciento de las chabolas en el norte y sur de Daca están construidas sobre territorio privado, un porcentaje que según los expertos asciende hasta el 80 o 90 por ciento.
Sun Yat ha denunciado que la culpa de la migración la tiene el desarrollo centralizado de las ciudades, que se centra en los servicios y la industrialización de las áreas urbanas, lo que provoca un aumento de las chabolas en suelo privado para suplir la demanda. "Las ciudades tienen ingresos. Si construyes infraestructuras en ciudades, ¿cómo pretendes que la gente de las zonas rurales no se traslade?, ha aseverado Sun Yat.
"Si las áreas rurales tuvieran recursos e industria la gente no vendría a Daca", ha añadido. No obstante, ha afirmado que las ciudades se "paralizarían" si la población que se encuentra por debajo del umbral de la pobreza regresara a sus lugares de origen.
El ministro de Vivienda, Mosharraf Hossain, ha señalado que la migración a las áreas urbanas de Bangladesh es "innecesaria" y que la ciudad no puede permitirse absorber una migración en masa. "Es mejor no tener chabolas. Quienes viven en ellas lo hacen en condiciones infrahumanas, junto a las vías del tren. Esto es innecesario", ha señalado Hossain.