MADRID, 8 Nov. (EUROPA PRESS) -
La Presidencia de Burundi ha prometido este sábado que no habrá "guerra ni genocidio", después de que haya finalizado el plazo dado por el mandatario, Pierre Nkunziza, a sus opositores para que "entreguen las armas" a cambio de una amnistía.
Nkurunziza había dado hasta el sábado como fecha límite para que todos los burundeses entreguen sus armas de fuego que hayan adquirido de manera ilegal o de lo contrario serán tratados como "enemigos del estado". La oposición cree que este ultimátum no es más que una mera excusa para encubrir el comienzo de una purga masiva de la oposición.
Finalmente, la Presidencia ha decidod dar otros cinco días de plazo a estas personas, argumentando que se trata de "una muestra de clemencia", según ha detallado el portavoz de la Presidencia, Willy Nyamitwe, tal y como ha recogido la emisora Radio France Internationale.
En este sentido, ha acusado a la oposición de hacer circular "falsos rumores" para aumentar la presión sobre el Gobierno, afirmando que la comunidad internacional "es víctima de malas traducciones y una manipulación orquestada por la oposición.
"Puedo garantizar que los discursos realizados han sido traducidos por personas malintencionadas para atribuir afirmaciones falsas a las autoridades burundesas", ha recalcado Nyamitwe.
En respuesta, el presidente de la opositora CNARED, Leonard Nyangoma, ha vuelto a acusar a las autoridades de "hacer declaraciones que incitan abiertamente al odio étnico y la masacre".
"Pongo como ejemplo las palabras del presidente del Senado, que ha declarado que habría que arrasar los barrios de Buyumbura (la capital del país) que rechacen el tercer mandato de Nkurunziza", ha manifestado.
Por último, Nyangoma ha vuelto a reclamar la apertura de un diálogo con las autoridades destinado a abrir un periodo de transición y organizar nuevas elecciones, descartando "abandonar la resistencia".
TEMORES ANTE UNA POSIBLE "CAMPAÑA DE EXTERMINIO"
El líder de oposición burundés Charles Nditije, presidente del colectivo UPRONA, y diversos altos responsables de Naciones Unidas expresaron el sábado su temor ante lo que podría ser el inicio de "una campaña sistemática de exterminio" por las fuerzas de seguridad contra cualquier crítico una vez finalizado el plazo dado por las autoridades para el desarme.
El portavoz de la ONU Stephane Dujarric ha declarado que la organización internacional tiene constancia de la aparición esporádica de cadáveres de civiles en los alrededores de la capital, Buyumbura, con indicios de haber sido "ejecutados de manera sumaria".
La comunidad internacional teme que el incremento de la violencia en Burundi pueda degenerar aún más en una campaña de limpieza étnica similar a la sucedida en 1994 en Ruanda. Burundi, que acogió a muchos de los desplazados ruandeses hace 20 años está formada por un 85 por ciento de hutus, como el presidente, y un 14 por ciento de tutsis.
De momento, más de 200 personas han muerto y decenas de miles se encuentran desplazadas desde el comienzo de la última ola de violencia en el país africano, cuando Nkurunziza anunció a principios de años su intención de presentarse a un tercer mandato --inconstitucional, según la oposición--.
El 13 de mayo un grupo de militares intentó dar un golpe de Estado tras semanas de protestas callejeras contra los planes de Nkurunziza de reformar la Constitución para perpetuarse en el poder.
Los militares no lo consiguieron y Nkurunziza consiguió mantenerse en el cargo en las elecciones del pasado verano pero desde entonces Buyumbura --bastión opositor-- es escenario de constantes enfrentamientos con las fuerzas de seguridad.