KIGALI, 8 Nov. (Reuters/EP) -
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, ha rogado al Gobierno burundés que no inflame aún más la fuerte tensión actual en el país si no quiere terminar siendo escenario de un genocidio como el que ocurrió en Ruanda en 1994.
"Deberían haber aprendido las lecciones de nuestra historia", lamentó Kagame durante un discurso realizado ayer viernes en la capital, Kigali, donde se refirió a la masacre de 800.000 personas -- la mayoría tutsis y hutus moderados-- que padeció su país.
Burundi, de mayoría hutu, está ahora bajo enorme presión ante las sospechas de la oposición de que el presidente, Pierre Nkurunziza, está preparando una purga masiva de críticos a su polémico tercer mandato, que comenzó este verano a pesar de que fue acusado de violar la Constitución al renovar el cargo. Desde entonces, han muerto más de 200 personas y decenas de miles han abandonado sus hogares.
Ayer, sin ir más lejos, expiró el primer ultimatum dado por Nkurunziza para que todos los ciudadanos entregaran cualquier arma adquirida de manera ilegal so pena de convertirse en "enemigos del Estado". Sus críticos creen que se trata de una excusa para que sus fuerzas de seguridad abran fuego de manera indiscriminada. Este domingo, la Presidencia ha anunciado una prórroga de cinco días para que los burundeses cumplan con la orden.
Además, esta semana se han levantado sospechas de que la Policía acabó con la vida del hijo de un conocido activista pro Derechos Humanos, a su vez exiliado en Bruselas tras haber sobrevivido a otro intento de asesinato. El presidente burundés, ha lamentado su homólogo de Ruanda, permanece ilocalizable.
"Nadie sabe dónde está Nkurunziza. Nadie puede hablar con él. ¿Cómo es capaz de liderar a su pueblo? Está muriendo gente todos los días. Hay cadáveres en las calles cada día", imploró Kagame.
BURUNDI NIEGA CUALQUIER TIPO DE COMPARACIÓN CON EL GENOCIDIO RUANDÉS
El ministro de Exteriores de Burundi, Alain Nyamitwe, ha asegurado que la situación actual que atraviesa su país es incomparable a lo occurrido en Ruanda, si bien aceptó que las tensiones políticas en Burundi han causado "situaciones lamentables".
"Hay tendencia a comparar lo que sucede ahora con lo ocurrido en Ruanda en 1994, pero voy a dejar una cosa muy clara: no hay ninguna tendencia que indique que Burundi se dirija a un genocidio ni a la escala ni de la naturaleza del que sucedió en Ruanda", ha aseverado en una entrevista a Voice of America.
"Todo el mundo coincide en el hecho de que el conflicto en Burundi, si es que lo hay, no tiene connotaciones étcnicas. Hay gente que se opone al presidente, y entre estos opositores hay hutus y hay tutsis. Y hay gente que apoya al presidente, y entre ellos hay hutus y hay tutsis. Así que lo primero que hay que hacer es mantener la calma y hablar con la población", ha declarado.
No obstante, tanto Naciones Unidas como el Tribunal Penal Internacional y Estados Unidos se han mostrado cada vez más turbados ante el aumento de la violencia.
Ayer sábado, el portavoz del Departamento de Estado, John Kirby, declaró que su país se encuentra "particularmente precupado" por cierta "retórica inflamatoria" de algunos funcionarios burundeses, así como por el ultimátum sobre las armas dado por Nkurunziza, "que incrementa el riesgo de una ola de violencia masiva en Burundi".
SIETE MUERTOS EN BUYUMBURA
El último incidente violento del que se tiene constancia en Burundi ha sucedido hace pocas horas cuando al menos ocho personas han muerto, presumiblemente ejecutadas, en la madrugada del sábado al domingo en un ataque en un bar ubicado en la capital de Burundi, Buyumbura, según ha informado el diario local 'Iwacu'.
Testigos citados por el diario han afirmado que varios hombres armados con fusiles de asalto Kalashnikov entraron en el local y ordenaron a los presentes que se dirigieran al exterior del bar, donde tuvieron que tumbarse boca abajo.
"El dueño del bar pensó que se trataba de bandidos. Pidió a los clientes que obedecieran. Posteriormente, los atacantes abrieron fuego y se escucharon gritos y después nada, el silencio", han relatado.
Un empleado del bar ha declarado a Reuters que algunos de los hombres armados iban uniformados como agentes de Policía pero el alcalde de la ciudad, Freddy Mbonipa, ha desmentido categóricamente que las fuerzas de seguridad hayan estado implicadas en esta masacre, que ha achacado a un robo.