DAR ES SALAM (TANZANIA), 11 (Reuters/EP)
El presidente de Tanzania, John Magufuli, ha afirmado este viernes que los refugiados burundeses en el país deben "irse a casa" una semana después del arranque del plan de retorno masivo a Burundi auspiciado por la ONU.
Hasta el momento han vuelto a Burundi unos 600 refugiados, pero se espera que el plan de retorno facilite la vuelta al país de los cientos de miles de huidos tras la escalada de violencia en 2015 iniciada por el anuncio del presidente, Pierre Nkurunziza, de presentarse a un tercer mandato.
Además, aunque los funcionarios de Tanzania habían asegurado que todas las repatriaciones serían voluntarias, Magufuli ha advertido de que los refugiados no pueden quedarse "indefinidamente" en el país y que no se les otorgará la ciudadanía.
"Idos a casa. No insistáis en quedaros en Tanzania como refugiados o esperéis la ciudadanía mientras la situación en Burundi ya está estable", ha indicado Magufuli durante una manifestación cerca de un gran asentamiento de refugiados en la región de Katavi, en el noroeste del país.
"Incluso Jesús corrió a Egipto como refugiado y regresó a su tierra para predicar. ¿Por qué queréis quedaros aquí permanentemente y no regresar a vuestro país?" ha agregado.
Los burundeses constituían la gran mayoría de los 280.000 refugiados registrados en Tanzania a finales de 2018, según Naciones Unidas. Así, ambos países acordaron en agosto repatriar a casi 200.000 personas.
Naciones Unidas no ha promovido las repatriaciones, pero sí se ha ofrecido a ayudar a quienes decidan acogerse a este programa. "Instamos a los gobiernos a respetar sus compromisos (...) y garantizar que los refugiados que vuelvan lo hagan de forma voluntaria y que ningún refugiado o solicitante de asilo sea devuelto a Burundi contra su voluntad", ha dicho ACNUR.
Algunos refugiados han expresado su temor a que estos retornos puedan terminar convirtiéndose en obligatorios, especialmente después de que el ministro del Interior de Tanzania, Kangi Lugola, instase en agosto a devolver a su país a "todos los burundeses". "Burundi es pacífico", proclamó en un vídeo difundido en Twitter.
LA SITUACIÓN EN BURUNDI
El Gobierno de Burundi no tolera una actitud crítica hacia el mismo, y las fuerzas de seguridad del Estado son responsables de ejecuciones, violaciones, secuestros e intimidación contra personas que consideran oponentes políticos.
De hecho, investigadores de la ONU concluyeron el mes pasado que Burundi estaba en riesgo de sufrir una nueva oleada de atrocidades según se acercan las elecciones de 2020, mientras la crisis política que azota el país sigue sin resolverse y el presidente cada vez se retrata más como un "líder divino".
Además, Naciones Unidas responsabilizó personalmente a Nkurunziza de las graves violaciones de los Derechos Humanos en el país africano.
"Podemos confirmar que las violaciones graves de los Derechos Humanos han continuado desde mayo de 2018", dijo el organismo, que agregó que entre las mismas figuran "ejecuciones extrajudiciales, desapariciones, arrestos y detenciones arbitrarias, actos de tortura y violencia sexual".
Por su parte, el Gobierno burundés niega sistemáticamente las acusaciones de violación de Derechos Humanos.
Nkurunziza ascendió al poder en 2005 tras una guerra civil que dejó 300.000 muertos en Burundi. La población del país está dividida en dos etnias, la tutsi y la hutu, igual que su vecina Ruanda, en la que los hutu perpetraron un genocidio contra los tutsis en 1994. Los burundeses que han huido desde 2015 incluyen miembros de ambas etnias.