Uno de los portavoces del movimiento advierte de que no están dispuestos a sentarse a negociar "por cacahuetes"
PARÍS, 3 Dic. (Reuters/EP) -
El primer ministro de Francia, Edouard Phillippe, se ha reunido este lunes con dirigentes de partidos opositores galos, en plena crisis por el auge del movimiento de protesta de los llamados 'chalecos amarillos', que se opone frontalmente a la subida de tasas de combustible y que este fin de semana ha protagonizado incidentes violentos en París.
Las manifestaciones de los 'chalecos amarillos', llamados así por llevar esa prenda que identifica a los conductores profesionales, pillaron desprevenido al presidente francés, Emmanuel Macron, cuando comenzaron el 17 de noviembre y se han convertido un desafío a su gestión y a su agenda de reformas económicas, que algunos consideran encaminadas a favorecer a las clases más adineradas.
El sábado, agentes antidisturbios de la Policía se enfrentaron a los 'chalecos amarillos' que sembraron el caos en varios de los barrios más caros de París, donde quemaron decenas de coches, destrozaron tiendas y causaron daños en viviendas y en cafés, en los que han sido considerados los disturbios más graves en la capital gala desde 1968.
Este lunes, los manifestantes han bloqueado el acceso a once depósitos de combustible de la empresa francesa Total y a 75 gasolineras que se han quedado sin carburante, según ha explicado un portavoz de la firma.
El movimiento de los 'chalecos amarillos', que cuenta con el apoyo de ciudadanos de diferentes perfiles laborales, edades y procedencias geográficas, comenzó en Internet y fue cogiendo fuerza por el rechazo al aumento de los precios del combustible, hasta convertirse en un movimiento transversal que canaliza el malestar con el aumento del coste de vida para las clases medias.
El movimiento, con representantes de diferentes corrientes políticas, incluyendo elementos radicales, no tiene un claro liderazgo, lo que está haciendo que sea complicado que mantenga un diálogo con el Ejecutivo.
Su demanda principal es que se congelen los aumentos de impuestos al combustible, que tendrían que entrar en vigor en enero de 2019, y que se aprueben medidas para impulsar la capacidad de gasto. Además, han pedido la dimisión de Macron y muchos de ellos defiende la idea de una revolución. El Gobierno galo está buscando una vía para dialogar con este movimiento de protesta que sigue ganando fuerza y respaldo.
"Hacer un pequeño gesto y meter entonces el problema bajo la alfombra, como se ha hecho siempre durante los últimos 30 años, no supone nada para resolver los problemas profundos y estructurales", ha afirmado el portavoz del Gobierno francés, Benjamin Griveaux, en declaraciones a la cadena de radio France Inter. "Volvería a comenzar pasados seis meses... Eso no sería respetuoso con nadie", ha apostillado.
El apoyo público a los 'chalecos amarillos' continúa siendo alto, con siete de cada diez ciudadanos apoyando sus protestas, según una encuesta realizada por el centro demoscópico Harris Interactive tras los disturbios del sábado.
Macron sostiene que el aumento de los impuestos del combustible forman parte de los esfuerzos contra el cambio climático para alentar a los conductores a que cambien los vehículos de propulsión diésel y gasolina por otros menos contaminantes. El sábado, aseguró que no se desviará de su agenda política.
En un momento en el que los gobiernos de todo el mundo van a asistir a una conferencia en Polonia para tratar de acordar medidas contra el calentamiento global, las manifestaciones de los 'chalecos amarillos' ponen de manifiesto las dificultades que se afrontan para aplicar determinadas medidas.
Christophe Chalencon, uno de los ocho portavoces que han hablado en nombre de este movimiento de protesta, ha contado a la cadena de televisión BFM TV que los manifestantes no van a aceptar sentarse a "negociar por cacahuetes".
Laurent Wauquiez, el líder de Los Republicanoes, el principal partido opositor en Francia, de centro-derecha, ha pedido a Macron que organice un referéndum sobre su plan de transición energética. Jean-Luc Melenchon, el líder de Francia Insumisa, y la ultraderechista Marine Le Pen, han pedido que se disuelva el Parlamento y se convoquen elecciones anticipadas.
La hasta ahora inamovible postura de Macron, un antiguo economista de inversión, ha reforzado la opinión de quienes piensan que sus planes de reforma económica van contra los intereses de las clases medias y contra los obreros y favorecen a las clases más adineradas.