Paramilitares de las Unidades de Movilización Popular (UMP)
THAIER AL SUDANI / REUTERS
Publicado: sábado, 6 enero 2018 17:17

La influencia de las Unidades de Movilización Popular emerge como una amenaza a la precaria estabilidad política en Irak

BAGDAD, 6 Ene. (Reuters/EP) -

El primer ministro de Irak, Haider al Abadi, ha comenzado ya las maniobras para intentar contener a las milicias chiíes que han emergido como grandes triunfadoras en la expulsión territorial de Estado Islámico, pero que ahora amenazan con convertirse en una punta de lanza política contra el mandatario, después de que algunos de sus comandantes anunciaran su intención de competir contra Al Abadi en las legislativas del próximo mes de mayo y de resistir ante cualquier intento de desarme.

El caso es que ahora la mayoría chií de Irak contempla a estas milicias, los 60 grupos que conforman las Unidades de Movilización Popular (UMP), como auténticos héroes de guerra y salvadores de la población. Cualquier intento de desarme forzoso podría provocar animadversión entre milicianos y simpatizantes, y más si acaba siendo tan drástico como propone Al Abadi, quien quiere reducir a la mitad la capacidad operativa de las milicias e incautarse de su armamento pesado.

De momento, el Ejército ya está haciendo inventario de los vehículos acorazados y de los tanques que el Gobierno les proporcionó para combatir contra Estado Islámico y el siguiente paso será ordenar a la Policía que se los quite bajo la excusa de que los van a reparar. A continuación, y según fuentes militares bajo el anonimato, el Ministerio de Defensa dará de baja a los milicianos que rebasen una determinada edad o estén físicamente incapacitados para combatir.

"Es un plan que hay que poner en práctica con extrema cautela para impedir una respuesta negativa de los comandantes de las UMP", ha avisado un coronel del Ejército iraquí antes de advertir de que "lo último que queremos es un Ejército paralelo en un mismo Estado".

El plan será observado muy de cerca por Irán y Estados Unidos, dada la ascendencia de la República Islámica sobre estas fuerzas --de hecho, financia a 40 de estos grupos-- y el resquemor que despierta la influencia iraní sobre Irán en los pasillos de Washington.

La presión sobre Al Abadi es tremenda. Está recibiendo "constantes mensajes de sus aliados para que desmantele a las milicias chiíes o de lo contrario se le cortará la ayuda económica", según un asesor del primer ministro, quien apunta entre estos socios al presidente francés, Emmanuel Macron.

Pero la victoria sobre Estado Islámico lo dificulta todo. "Antes (Al Abadi) podía decir que necesitaba a estas milicias para combatir contra los yihadistas", ha explicado un diputado del partido de Al Abadi, Al Dawa, "pero ahora Estado Islámico está acabado, como se le han acabado igualmente las excusas".

Al Abadi ya ha avanzado que no pedirá ayuda a Irán para desactivar las tensiones. "Los apoyos que considera esenciales son los de Occidente, Estados Unidos y los países árabes", ha añadido otro diputado chií próximo al primer ministro.

EL DESMANTELAMIENTO, "UN GRAN ERROR"

De momento, comandantes chiíes como Alí al Husaini, de las Brigadas del Imán Alí, han avisado de que el desmantelamiento de las milicias sería un "gran error" porque "millones de nuestros seguidores defenderán nuestros derechos ante cualquier intento en nuestra contra".

El comandante recuerda que la eficacia de las milicias en la lucha contra Estado Islámico ha sido superior a la demostrada por las fuerzas regulares de Irak y que incluso cuentan con el respaldo de la máxima autoridad religiosa chií de Irak, el clérigo Alí al Sistani.

La lealtad a Irán de los comandantes milicianos es absoluta y el propio líder supremo iraní, el gran ayatolá Alí Jamenei, ha advertido en ocasiones a Al Abadi de que no debilite a las milicias chiíes, porque podría tratarse del paso previo a una nueva y devastadora guerra sectaria, por no mencionar que al final de las próximas elecciones podría emerger una coalición chií que desbancaría al primer ministro.

"Ponerse gallito con las UMP puede ser un arma de doble filo: gozan de una amplia popularidad que Al Abadi no debería ignorar", ha declarado el experto bagdadí Jasim al Bahadli.

Para contrarrestar la popularidad de las milicias chiíes, Al Abadi ha pedido la colaboración de otra gran figura iraquí, el clérigo Muqtada al Sadr, en su día el hombre más peligroso del país durante los enfrentamientos contra las fuerzas estadounidenses en la guerra de Irak.

Al Abadi y Al Sadr mantuvieron el pasado 11 de noviembre una reunión secreta en la ciudad santa de Kerbala para discutir la posible colaboración entre ambos con vistas al desarme de las UMP, que Al Sadr contempla como una amenaza contra su persona y contra su papel como encargado de facilitar el consenso en la turbulenta política iraquí.

Según fuentes cercanas a Al Sadr, el primer ministro iraquí consiguió de él los apoyos que deseaba. Asesores cercanos al mandatario recuerdan que "Al Sadr puede poner cientos de miles de personas a marchar por las calles en apoyo al primer ministro con solo chascar los dedos y es capaz de hacer que los enemigos de Al Abadi se lo piensen dos veces".

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