Grupos de estudiantes vuelven a ejercer su capacidad de arrastre con unas marchas simbólicas para el pueblo chino
MADRID, 28 Nov. (EUROPA PRESS) -
Las manifestaciones registradas a lo largo del fin de semana en más de una decena de ciudades de China se han convertido en un desafío sin precedentes para el presidente del gigante asiático, Xi Jinping, que ve ahora peligrar su estricta política de restricciones y confinamientos para acabar con el coronavirus.
Desde Shanghái hasta Pekín, miles de personas han decidido salir a la calle para mostrar firmemente su clara oposición a las medidas tomadas por el Gobierno, duramente criticado por someter a la población a la conocida política para erradicar el virus.
Los problemas acarreados por el establecimiento de estas normativas, que han llevado a la inacción de las autoridades ante situaciones de emergencia, han hecho estallar una situación ya de por sí sumamente tensa en un país donde las protestas a gran escala son inusuales.
La población exige ahora más libertades y ha llegado incluso a solicitar a Xi que abandone el poder tras casi tres años de test en masa, duros confinamientos y cuarentenas obligatorias que implican un coste económico y humanitario.
Mario Esteban, investigador principal de Asia-Pacífico del Real Instituto Elcano, ha señalado en declaraciones a Europa Press que "gran parte de la población creía que después del XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China que tuvo lugar en octubre se iban a relajar las medidas, cosa que en realidad no ha pasado".
"Los cambios han sido mínimos. Creo que eso también ha facilitado que ahora hayan surgido estas protestas, porque mucha gente esperaba un cambio en torno al mes de noviembre", ha puntualizado.
En el centro de estas protestas se encuentra el incendio registrado el sábado en una vivienda de la ciudad de Urumqi, en la región occidental de Xinjiang, donde fallecieron al menos 10 personas ante, supuestamente, la lenta respuesta de los Bomberos precisamente por las restricciones contra el coronavirus. La ciudad en cuestión llevaba bajo cuarentena más de 100 días, lo que ha llevado a los residentes a permanecer en sus viviendas aislados durante un largo periodo de tiempo.
"Hacía falta un detonante así, probablemente tan evidente porque el argumento del Gobierno chino hasta ahora para justificar las medidas tan severas era el de dar prioridad a la salud, salvar vidas... Pero, precisamente, la gente entiende que si son las políticas las que provocan este tipo de tragedias, se genera enfado", ha manifestado en relación con el incendio y la posterior reacción de la opinión pública.
En este sentido, ha recordado que incluso en España "hemos experimentado que, cuanto más tiempo pasa con estas medidas en vigor, mayor es el hartazgo de la gente" y ha hecho hincapié en que el Gobierno "se está viendo ahora sometido a una mayor presión" a pesar de que "el debate ya existía previamente en China".
"El propio Xi Jinping ha mostrado un inmovilismo importante durante este tiempo. Ha invertido mucho en identificarse en esta política de no convivencia con el virus", ha afirmado Esteban, que si bien es "evidente" que la presión está aumentando, "no está claro si a corto plazo se producirán cambios". "Es difícil de prever", ha dicho, aunque ha admitido que "si no hay cambios es más fácil que es produzca un mayor descontento".
EL PAPEL DE LOS ESTUDIANTES
Son decenas de campuses universitarios los que han registrado protestas por parte de estudiantes que reivindican una mayor apertura por parte del Gobierno, un escenario que recuerda a las fuertes manifestaciones de 1989 en el país. Este paralelismo, según Esteban, se encuentra integrado en el imaginario de la población china.
"Los estudiantes constituyen uno de los principales sectores que se están movilizando, es un grupo que históricamente ha tenido capacidad de arrastre de otros sectores sociales. Esto en el imaginario está muy identificado con las protestas de Tiananmen, pero va más allá", ha destacado.
En este sentido, ha hecho hincapié en que "si uno ve las grandes movilizaciones que ha habido en China a lo largo del siglo XX (...) los estudiantes tradicionalmente han desempeñado un papel muy activo". "Tiene un valor simbólico importante porque puede arrastrar a más población", ha insistido.
Sobre la posibilidad de que se produzcan divisiones en la cúpula del Gobierno y las fuerzas de seguridad hagan un uso excesivo de la fuerza, ha explicado que "es difícil pensar en una división en el seno de la cúpula después de los últimos cambios" a raíz del Congreso Nacional y ha defendido que "es pronto para saber si acabará de forma trágica como en el 89".
"Esto es muy importante porque en estos regímenes si no hay grietas es difícil que la población pueda forzar la mano de las autoridades", ha sostenido al tiempo que ha incidido en que no es esperable una fragmentación en el Gobierno que, tal y como ha indicado, "no va a cambiar de narrativa".
Por contra, ha remarcado que "hacía bastante tiempo, décadas, que no se veía un movimiento de protesta tan transversal y capaz de movilizar a grupos sociales diversos y regionalmente tan extendidos en un mismo periodo de tiempo en China" y no ha descartado que las protestas es encuentren en "fase inicial" a medida que se extienden a lo largo del territorio continental.
CENSURA Y FOLIOS EN BLANCO
Muchos manifestantes han acudido a las marchas con folios en blanco, una cuestión que ha sido entendida como una protesta también contra la censura y la falta de libertad de expresión en el gigante asiático.
Esta idea tiene sus raíces en protestas como las que tuvieron lugar en 2020 en la región de Hong Kong, donde los manifestantes sostuvieron papeles en blanco para protestar contra la polémica ley de Seguridad Nacional, que según defensores de los derechos Humanos socavarías las libertades individuales de la población.
Ahora, el uso de estos folios se está extendiendo en un intento por eludir la censura y evitar los arrestos después de que varias personas hayan sido detenidas a lo largo de la jornada.
Aunque por el momento no se han registrado graves enfrentamientos entre la Policía y los manifestantes, varias organizaciones han denunciado fuertes medidas contra periodistas, entre los que se encuentra el británico Edward Lawrence, que trabaja para la cadena de televisión BBC y ha sido golpeado durante su arresto. Esto ha llevado a asociaciones como el Club de Corresponsales Extranjeros de China a criticar las acciones de los agentes, especialmente en Pekín y Shanghái.
Mientras tanto, las autoridades de grandes ciudades como Cantón, Pekín o Chongqing, entre otras, han dispuesto medidas como el cierre de carreteras y el bloqueo a entradas y salidas de complejos residenciales con el objetivo de limitar la participación en las marchas.
China se encuentra actualmente registrando sus cifras más altas de contagios por coronavirus desde el inicio de la pandemia. Solo este lunes, las autoridades sanitarias hablaban de unos 40.000 casos nuevos.
Los manifestantes, que siguen saliendo a la calle en un intento por lograr una mayor libertad a pesar de la pandemia, suponen ahora un desafío para Xi, que tendrá que analizar las consecuencias de seguir adelante con una política que ya no es bien recibida por toda la población.