Protestas de los oromos
REUTERS / TIKSA NEGERI
Actualizado: domingo, 9 octubre 2016 20:07

MADRID 9 Oct. (EDIZIONES) -

El pueblo Oromo se ha visto arrinconado por el propio Gobierno de Etiopía, que lo considera una amenaza por querer luchar por su identidad, sus recursos y sus derechos. A pesar de ser el grupo étnico más numeroso de Etiopía y el este de África y suponer más de un tercio de los 100 millones de ciudadanos etíopes, ha sido marginado y discriminado por los sucesivos gobiernos etíopes. Su cultura e identidad han sido estigmatizadas y se le ha apartado de la vida nacional.

El gobernante Frente de Liberación del Pueblo Tigrayan (FLPT) ha intentado explotar los desacuerdos históricos entre los oromos y los amharas, el segundo grupo étnico más numeroso de Etiopía, para mantener la hegemonía étnica de las élites Tigrayan desde que llegó al poder en 1991 e hizo que las reivindicaciones de igualdad y justicia de los oromos se viesen como una de las mayores amenazas para la unidad etíope y la estabilidad regional. También ha utilizado antagonismos históricos entre ambas etnias como instrumento político para legitimar, justificar y consolidar su hegemonía política y económica.

Dentro de este marco, mientras los oromos se presentan como cerrados de mente, extremistas y exclusivistas, los amharas se ven como patrioteros y violentos. El actual Gobierno del FLTP, al producir crisis y disputas entre estos dos grupos, se presenta como la única fuerza centrista moderada que puede asegurar la soberanía y la integridad territorial etíope ante el peligro que suponen los oromos y la derecha extremista de los amharas.

OBJETIVO DE LAS PROTESTAS

Actualmente, las protestas organizadas por los oromos tienen como objetivo denunciar la marginación y persecución que sufren por parte del Gobierno y son con diferencia la noticia política más significativa de este país desde la muerte del líder autoritario Meles Zenawi en 2012.

Se las conoce como #oromoprotests (#protestasoromo) y comenzaron en noviembre de 2015, cuando el Gobierno introdujo el Plan de Ordenación de la ciudad de Adís Abeba con la intención de ampliar el territorio municipal de la capital para incluir ciudades y pueblos vecinos oromos. Los líderes políticos y activistas oromos alegaron que el plan supondría la expulsión de millones de granjeros oromos de sus tierras y amenazaría con acabar con la cultura e identidad oroma de la zona. Más de 150.000 granjeros ya han sido desplazados.

A pesar de que el desencadenante principal de las protestas fue el Plan de Ordenación, también hay que tener en cuenta la profunda crisis étnica basada en las desigualdades y descontentos del pueblo Oromo, quien después de tantos años de opresión ha estallado.

Más de un millar de integrantes de la comunidad Oromo han muerto en las regiones de Oromia y Amhara en los últimos 11 meses, durante los que han sido objeto del acoso sistemático de las fuerzas de seguridad, según denuncian ONG como Human Rights Watch. Las protestas comenzaron tras la publicación de un informe de HRW sobre la situación en el país, lo que a su vez provocó una respuesta violenta de la Policía.

La semana pasada, al menos 55 personas murieron en una estampida en la región de Oromiya provocada por el lanzamiento de gas lacrimógeno y tiros al aire por parte de la Policía para reprimir una manifestación crítica con el Gobierno durante una ceremonia religiosa multitudinaria de la tribu Oromo. Otras fuentes hablan de más de 670 muertos. Tras la matanza, grupos de manifestantes violentos destruyeron decenas de vehículos.

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