Quince años después de la intervención militar, ¿está mejor Afganistán?

Refugiados afganos regresan a su país desde Pakistán
FAYAZ AZIZ/REUTERS
    
Actualizado: viernes, 7 octubre 2016 10:42

La ONU estima que para final de año habrá un millón de personas desplazadas o que estén regresando al país desde Pakistán

MADRID, 7 Oct. (EDIZIONES) -

El 7 de octubre de 2001 las bombas comenzaron a caer en Afganistán en respuesta por los atentados del 11-S en Estados Unidos y con el objetivo declarado por Washington y sus aliados de acabar con el régimen de los talibán, que gobernaban el país desde 1996. Quince años después el país está lejos de ser estable y la situación humanitaria y económica parece estarse agravando en los últimos tiempos.

En el último año, los talibán han intensificado su insurgencia, haciéndose con el control de amplias zonas del país aprovechándose de la debilidad de las fuerzas afganas, a las que apoyan las fuerzas internacionales pero no como antes de la retirada de 2014.

Como resultado de ello, en 2015 se alcanzó una cifra récord de víctimas mortales. Según el recuento de la Misión de Naciones Unidas (UNAMA) hubo al menos 3.545 civiles muertos y otros 7.457 heridos, la cifra más alta de víctimas no combatientes desde 2009, el año en que comenzó a recabar estos datos. El número de víctimas no ha disminuido y en los primeros seis meses de 2016 UNAMA ya había contabilizado un nuevo récord de 1.601 civiles muertos y 3.565 heridos.

La otra consecuencia directa de la violencia es que se han incrementado los desplazados. Según la OCHA, en 2015 el número de desplazados forzosos por el conflicto aumentó un 96 por ciento en comparación con 2014 y entre enero y septiembre se habían producido 263.300 nuevos desplazados en el país, todo un récord. El Consejo Noruego para Refugiados (NRC) estima que el año terminará con 400.000 nuevos desplazados.

A estos nuevos desplazados se suman los miles de refugiados en el vecino Pakistán que están regresando al país --unos 4.300 diarios desde julio--. Según los últimos datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), 114.420 refugiados registrados en el país vecino habían regresado a Afganistán hasta mediados de septiembre, a los que se suman otros 143.400 que no estaban registrados. En ambos casos, el grueso de los retornos se ha producido desde julio.

UN MILLÓN EN MOVIMIENTO

Así las cosas, Naciones Unidas estima que más de un millón de personas estarán desplazándose tanto de forma interna como para regresar al país a finales de 2016, lo que supondrá una carga adicional al ya de por sí frágil contexto humanitario en el país. Además, según alertó la OCHA en su último informe, "las amenazas contra los trabajadores humanitarios están aumentando, lo que deja sin acceso a ayuda y servicios a muchos afganos en zonas inseguras".

Más de 2,7 millones de personas están malnutridas, incluidos alrededor de un millón de niños menores de cinco años, de los que 365.000 presentan malnutrición severa aguda pero solo el 35 por ciento reciben tratamiento.

Según la OCHA, aunque raramente se cita como la causa principal, "la malnutrición es el factor oculto que contribuye a alrededor del 45 por ciento de todas las muertes de niños" en el país. Esto se traduce en la muerte de unos 126.000 niños menores de cinco años cada año.

Frente a este panorama, según los datos recopilados por el NRC, el apoyo humanitario a Afganistán ha ido disminuyendo desde los 700 millones de dólares de 2009 a los 434 millones de 2015. En el caso de 2016, según la ONG, la situación es "alarmante" ya que la ONU y las agencias humanitarias han pedido 491 millones de dólares pero solo se ha cubierto el 32 por ciento de este llamamiento.

La realidad en Afganistán, "pese a todos los progresos, es la de una sociedad frágil y asolada por la guerra, afectada por los decrecientes fondos de los donantes, la salida de las ONG internacionales, la creciente inseguridad y los incesantes ataques contra civiles que tienen como resultado una precaria situación humanitaria", resumió el director general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Peter Maurer, durante la conferencia de donantes celebrada esta semana en Bruselas.

"DESASTRE ECONÓMICO"

A este lúgubre panorama hay que añadir el "desastre económico" al que se enfrenta el país, según el análisis publicado por el 'think-tank' International Crisis Group (ICG). De acuerdo con los datos del Banco Mundial, el crecimiento anual del PIB ha pasado del 14,4 por ciento en 2012 al 2 por ciento en 2013, el 1,3 por ciento en 2014 y el 1,5 por ciento en 2015.

El ICG atribuye este descenso a la inestabilidad política que siguió a las disputadas elecciones de 2014, que trajeron consigo la creación de un gobierno de unidad nacional, así como a la salida del grueso de las tropas internacionales ese mismo año. En este sentido, citan una estimación de que más de 200.000 afganos han perdido sus trabajos a raíz del cierre de las bases militares y la reducción de efectivos.

Según el Estudio de Condiciones de Vida en Afganistán, la tasa de paro pasó del 9,3 por ciento en 2011-2012 al 24 por ciento en 2014, mientras que el número de personas que no realizaban ningún tipo de trabajo remunerado pasó del 26,5 por ciento al 39,3 por ciento, una cifra que se eleva hasta el 49,8 por ciento entre las mujeres.

Dado que la población de Afganistán, donde el 47 por ciento de sus 32,5 millones de habitantes son menores de 15 años, crece en torno al 3 por ciento anual y supone un incremento de alrededor de medio millón de personas a la fuerza laboral, "la disminución de las oportunidades de trabajo no puede hacer sino empeorar", según ICG.

La consecuencia directa de ello, y de que la falta de fondos haya obligado al Estado a reducir las contrataciones, será, según este 'think-tank', el que los ciudadanos cada vez recurran más a "la economía informal incluida la corrupción, la delincuencia, el comercio de opio y la explotación ilegal de recursos como las minas".

Por todo ello, no es de extrañar que, según un sondeo realizado por Asia Foundation en 2015, solo el 37 por ciento de los afganos afirmen que su país va por el buen camino, frente al 55 por ciento que opinaban así en 2014.