Conflictos continuados, desplazamiento y un sistema frágil de salud dejan a 8,5 millones de niños con problemas de desnutrición crónica
MADRID, 20 Feb. (EUROPA PRESS) -
Con unos 80 millones de habitantes, enormes recursos naturales y bañado por el río Congo, la segunda mayor cuenca fluvial del mundo, República Democrática del Congo (RDC) tiene una de las mayores prevalencias de desnutrición entre su población. Los continuados desplazamientos, los conflictos, el frágil sistema de salud y, en muchos casos, costumbres y tradiciones, hacen que reducir el problema se haya convertido en una tarea prácticamente imposible.
Inés Lezama es la jefa de Nutrición del Fondo de la ONU para la Infancia (UNICEF) en el país africano y anteriormente trabajó en otros países como Mauritania o Camerún. Cuando llegó a RDC reconoce que no podía entender como en un país tan verde, en comparación con los del Sahel, la gente podía pasar hambre.
Pero la realidad, según explica en un encuentro con periodistas en Madrid, es que "solo el 10 por ciento de las tierras son explotadas" por lo que "no se produce lo suficiente" como para alimentar a la población. En general es más un "problema de acceso" que de fertilidad de las tierras a lo que se suma que el país carece de un sistema de transporte adecuado, indica.
"No hay carreteras ni trenes" y el transporte fluvial por el río Congo es limitado, lo cual afecta al sistema de distribución de alimentos y hace que el excedente en algunos lugares no pueda llegar a otros donde no hay, destaca Lezama. Esto implica, precisa, que UNICEF se vea obligado a emplear aviones, "con el coste que esto conlleva".
En la actualidad, en el país hay 8,5 millones de niños con desnutrición crónica, lo que se traduce en retraso en su crecimiento y tiene un impacto en su desarrollo intelectual, y 3,4 millones con desnutrición aguda. Al margen del porcentaje de prevalencia, una de las más altas a nivel mundial, según Lezama lo que importa es el número de niños que se encuentran en esta situación, que "no ha experimentado un cambio sustancial en los últimos 20 años".
Según la responsable de UNICEF, es "casi imposible" que RDC consiga cumplir con las metas fijadas para 2030 en materia de nutrición, pese a lo cual insiste en que hay que trabajar para "prevenir que haya desnutridos crónicos" en un país en el que la natalidad es muy alta y cada vez hay más niños.
NIÑOS DESNUTRIDOS, MADRES SIN EDUCACIÓN
La radiografía que ha hecho la agencia de la ONU del problema de la desnutrición ha permitido detectar que en general "afecta más a niños que a niñas", aunque por estrecho margen y sin que esté claro el motivo, se da más en zonas rurales y sobre todo en familias donde las madres no han recibido educación y que no tienen acceso a agua potable y saneamiento.
RDC es además un país con un frágil sistema de salud, en el que las epidemias son frecuentes, como lo demuestra la actual de ébola --la décima-- o la de sarampión, pero también otras enfermedades como la malaria o las diarreas ocasionadas por la falta de acceso a agua potable y a saneamiento. En niños desnutridos, el impacto de estas enfermedades es mucho mayor.
En este ámbito, según Lezama, también hay que tener en cuenta las suspicacias de la población, principalmente en zonas rurales y remotas, a la vacunación, algo que se ha constatado no solo en el caso del ébola sin también con otras enfermedades como el sarampión o la poliomelitis, igualmente presente. Para la responsable de UNICEF, esta desconfianza es comprensible si se tiene en cuenta que la población "carece de información" y tras "años de guerras el nivel de confianza en el otro es casi nulo".
Otro de los factores que ayuda a entender la elevada tasa de desnutrición es el continuado desplazamiento de la población, con casi 1,3 millones de desplazados internos por los conflictos que afectan en particular a la parte este del país --Ituri, Kivu Norte y Kivu Sur-- y en los últimos años también a Kasai. En general, según Lezama, se constata una mayor inseguridad alimentaria en las zonas donde hay más desplazados.
LA DESNUTRICIÓN, UN PROBLEMA GENERALIZADO
Sin embargo, lejos de lo que cabría pensar, el problema de la desnutrición no solo está presente en las zonas afectadas por conflictos, sino en el conjunto del país y se viene observando una prevalencia elevada cada vez más hacia el oeste. Según Lezama, el hecho de que en el este haya una mayor presencia de actores humanitarios hace que haya "más ayuda" y por tanto menos desnutrición, mientras que hay otras "zonas olvidadas" donde la prevalencia es elevada.
Pero, ¿qué se puede hacer frente a este problema crónico en el país africano? UNICEF ha venido trabajando con el Gobierno congoleño así como con otras agencias de la ONU y ONG socias y se ha llegado a la conclusión de que la clave para prevenir la desnutrición está "en los 1.000 primeros días de vida". "Tenemos que focalizarnos en los niños de 0 a 23 meses porque es donde se puede hacer la diferencia", defiende.
Asimismo, la agencia de la ONU ha venido apoyando al Gobierno congoleño para que se dé prioridad a la nutrición, ayudando en la gestión de programas, en la supervisión y en la formación de profesionales con la vista puesta en que la atención en materia nutricional pueda terminar integrándose a los servicios de salud porque la realización de "campañas para llegar a todos los niños es costoso y no es sostenible".
HACE FALTA COORDINACIÓN
Otra de las claves, según Lezama, es la coordinación. En UNICEF, explica, trabajan tanto con el Gobierno como con las ONG y las demás agencias de la ONU para "llegar al máximo posible" de personas y lo hacen "de forma colaborativa", aportando cada uno en el ámbito en el que trabaja.
Ante la cantidad de problemas que aquejan a RDC, incide, "si no nos coordinamos, mal vamos", para lo cual también se ha trabajado en la elaboración de un "inventario de acciones, para ver quién hace qué y dónde".
Y para poder cubrir las necesidades de la población hacen falta fondos. En este sentido, Lezama celebra la decisión del Banco Mundial de destinar 510 millones de dólares para nutrición durante los próximos cuatro años y reclama "fondos flexibles ya que las necesidades cambian con el tiempo", apostando por aunar cada vez más los esfuerzos humanitarios con los de desarrollo. "Se podrían salvar más vidas si se trabaja de forma coherente", sostiene.
Frente a la reticencia de los donantes, Lezama recurre al argumento de la economía, porque "a veces el ángulo económico es más potente que el humanitario". Así, recuerda que RDC alberga importantes recursos mineros claves para la economía mundial, como puede ser el coltán, y advierte del riesgo que supondría "un país con 80 millones de personas cuya población no se desarrolla cómo debería".