BRUSELAS 20 Oct. (EUROPA PRESS) -
El exsecretario general de la OTAN Anders Fogh Rasmussen ha defendido que "deshacerse" de Muamar Gadafi, al que ha calificado de "dictador sin escrúpulos", fue "algo bueno", aunque ha negado toda implicación de la Alianza Atlántica en su muerte, de la que ha responsabilizado a "rebeldes locales".
"Creo que fue algo bueno deshacerse de un dictador sin escrúpulos", ha dicho el exsecretario general de la Alianza Atlántica en una entrevista con la cadena Al Yazira.
Eso sí, Rasmussen ha negado tajantemente que la OTAN estuviera implicado en la muerte directa del antiguo líder libio. "Fueron rebeldes locales los que le mataron", ha zanjado.
"Nosotros no podríamos matar a Gadafi con operaciones aéreas", ha recalcado el exprimer ministro danés, cuando el periodista le ha lanzado que la OTAN prestó apoyo aéreo a los rebeles.
Preguntado por qué no si los países de la OTAN atacaron centros de mando y control del régimen de Gadafi, Rasmussen ha insistido en que "esto era acorde con el mandato de la ONU".
"No, no apoyamos eso", ha insistido Rasmussen, en referencia a la muerte directa de Gadafi a manos de fuerzas rebeldes, cuando se le ha preguntado por las declaraciones del entonces ministro de Defensa británico, Liam Fox, que reconoció que la OTAN estaba aportando inteligencia y contribuyendo con capacidades de reconocimiento para ayudar a localizar a Gadafi.
"No no estuvimos (implicados en su muerte)", ha insistido, al ser increpado que en la práctica la OTAN contribuyó a un cambio de régimen en Trípoli.
"Nosotros nunca cambiamos. Protegimos (a los civiles)", ha remachado, preguntado en qué momento la operación de la OTAN pasó de proteger a los civiles en Benghazi de los ataques del régimen de Gadafi a apoyar un cambio de régimen.
La OTAN lanzó una operación aérea bajo el mandato de la ONU para contribuir a proteger a la población civil en Benghazi de los ataques del régimen de Gadafi. El líder, cuya muerte fue anunciada por el Consejo Nacional de Transición libio reconocido por Occidente como la autoridad legítima, murió el 20 de octubre de 2011 a las afueras de Sirte, su ciudad natal.
La autopsia relevó que el líder libio murió por dos disparos a quemarropa en el estómago y la sien.