KINSHASA, 7 Abr. (Por la directora de World Vision en RDC, Anne-Marie Connor) -
La gente está asustada, ansiosa y confundida. La evolución del brote de COVID-19 en República Democrática del Congo (RDC) se está acelerando. Y no solo es preocupante el virus en sí, pues circula tanto la información confirmada como la desinformación. Mucha información crítica que incluye cómo prevenir la transmisión no está disponible en los idiomas locales, como ya ocurrió con el ébola.
Al igual que con la crisis del ébola, los niños se van a ver afectados negativamente aunque el virus no les afecte directamente de manera física. En aquella ocasión, los niños congoleños declararon sentir miedo, abandono y aislamiento, tal y como compartieron en el informe Miedo y aislamiento que World Vision publicó a finales de 2019.
Como en otros países, debemos asegurarnos de compartir información apropiada a la edad de los niños. Durante la respuesta al ébola, los maestros y las enfermeras fueron reasignados a la lucha contra el ébola. Esto fue decisivo en el control de la enfermedad, pero dejó a los niños sin el ambiente protector de la escuela. El Gobierno de RDC se ha movido para cerrar las escuelas en la batalla contra COVID-19. Nuevamente, esta es la decisión correcta, pero también hay que mantener a los niños seguros.
Si bien la mortalidad infantil por COVID-19 sigue siendo muy baja, es probable que veamos muchas muertes "indirectas" por otras enfermedades como el sarampión, la desnutrición y la malaria a medida que los sistemas de salud en contextos frágiles como RDC luchan por hacer frente al nuevo virus, ya que, en estas circunstancias, existe la posibilidad de tener que suspender el tratamiento de otras enfermedades.
Un estudio del Centro para el Control de Enfermedades encontró que mientras 11.316 personas murieron de ébola en Guinea, Liberia y Sierra Leona durante el brote en África Occidental, se estima que se perdieron 10.600 vidas a causa de la malaria, el VIH y la tuberculosis durante la epidemia. Se supone que estas muertes fueron el resultado de una reducción aproximada del 50 por ciento de los servicios de salud en estos tres países.
Aunque el ébola afectó principalmente a adultos jóvenes en África Occidental, se estimó que las muertes indirectas eran más altas entre los niños pequeños, que no recibieron el tratamiento adecuado para la malaria.
DIFICULTADES FRENTE AL COVID-19
Si bien el Ministerio de Salud de RDC es bastante fuerte, teniendo en cuenta la fragilidad general del país, casi con toda seguridad tendrá dificultades para hacer frente al COVID-19.
En RDC estamos luchando contra un brote de sarampión, que hasta ahora ha infectado a 320.000 personas y ha matado a 6.000 (casi tres veces el número de muertes por ébola). Varias provincias se enfrentan a niveles de desnutrición sin precedentes. Un sistema ya exhausto será llevado a un punto de colapso, a menos que la comunidad internacional lo respalde.
Con el apoyo adecuado, las ONG internacionales pueden adoptar medidas que ayuden a salvar vidas. RDC es uno de los 17 países prioritarios en el plan de respuesta mundial al coronavirus de World Vision, centrado en la prevención de la transmisión, el apoyo a las respuestas de salud y el cuidado de los niños vulnerables por esta crisis. Estamos trabajando en colaboración con las autoridades locales para combatir el coronavirus, incluida la capacitación y el equipamiento de líderes religiosos para la prevención y control de infecciones.
World Vision ha capacitado ya a 40 personas influyentes desplegadas ahora en sus comunidades para la prevención de infecciones y las intervenciones de control contra el coronavirus y el ébola. Son 32 líderes religiosos y 8 miembros del personal de World Vision que ahora entienden cómo se propaga el coronavirus, saben cómo involucrar a las comunidades en la difusión de mensajes y prácticas simples para salvar vidas, como lavarse las manos, no tocarse la cara y distanciamiento social.
QUÉ HEMOS APRENDIDO DEL ÉBOLA Y QUÉ ES DIFERENTE
Estamos a solo 5 días de declarar RDC libre de ébola. Esta es una gran noticia pero seguramente no tenga mucha difusión ya que nos estamos preparando para combatir el coronavirus. El Gobierno está trabajando para reutilizar los centros de tratamiento del ébola para la lucha contra el COVID-19. La disponibilidad de equipos avanzados (por ejemplo, respiradores) para controlar enfermedades respiratorias graves es casi inexistente. Se estima que solo hay 65 respiradores (solo 3 de ellos pediátricos) en todo el país, para una población de 80 millones.
La comunidad humanitaria internacional puede aprender mucho de la respuesta al ébola. La lección más importante es la necesidad de una participación temprana de la comunidad. Las personas necesitan la información correcta de fuentes fiables especialmente en sus idiomas locales para que sea efectivo.
Sin embargo, algunas cosas sobre este brote son diferentes y deben destacarse. COVID-19 es más contagioso que el ébola. La percepción de la comunidad es un desafío: los síntomas del ébola son fáciles de detectar y dramáticos. Los síntomas de COVID-19 se parecen mucho a otras infecciones.
El distanciamiento social es extremadamente desafiante en un contexto frágil como RDC. La mayoría de las personas no tienen salarios ni trabajos formales; dependen del trabajo por día, lo que significa que incluso si están enfermos, estarán fuera de sus comunidades.
¿Cómo podemos pedirle a la señora que vende fruta que se quede en casa cuando tiene hijos que alimentar? A diferencia de otros países, el Gobierno no podrá proporcionar una red de seguridad para alentar el distanciamiento social.
DIFÍCIL ACCESO A AGUA Y JABÓN
El acceso al agua y al jabón es difícil de encontrar, especialmente para los pobres y los que residen en los campamentos de desplazados internos. Además, desde que se anunciaron los primeros casos en RDC, el precio de los productos básicos como la harina de maíz, el aceite y el jabón se ha duplicado en algunos lugares, especialmente en Goma, Kinshasa y Lubumbashi.
Los desafíos a los que se enfrentan las economías y los sistemas de salud europeos y norteamericanos se verán multiplicados en RDC. Hay 2 millones de personas en movimiento, huyendo del conflicto en todo el país. Tienen un acceso mínimo a lo básico y, como lo demostró la respuesta al ébola, es increíblemente difícil llegar a las personas con servicios e información cuando hay conflicto e inseguridad.
Contamos los días para declarar el final oficial del brote de ébola, después de combatir la enfermedad durante 19 meses. Tenemos la esperanza de que, con buena información, acceso a elementos básicos como alimentos y jabón para que las personas puedan evitar lugares llenos de gente, podamos vencer al COVID-19.
Aún así, en colaboración con las autoridades locales, estamos intensificando los esfuerzos para ayudar a instalar estaciones de lavado de manos donde podamos y distribuir jabón. Incrementaremos la distribución de alimentos para las comunidades vulnerables para que puedan practicar el distanciamiento social y mantenerse saludables.
Además, la gente entiende que, a diferencia del ébola, que afectaba específicamente a RDC, el COVID-19 es un desafío de salud global. Están siguiendo las noticias y saben que está afectando a personas de todos los ámbitos de la vida y, esto puede provocar una mayor confianza en los mensajes de prevención que escuchan en todas las partes del mundo a través de los medios de comunicación. Sin embargo, el desafío será si el virus y los mensajes confusos llegan a las comunidades afectadas por el conflicto a las que es difícil acceder, o a las personas en áreas previamente afectadas por el ébola.