QARAQOSH (IRAK), 22 (Reuters/EP)
La paulatina retirada de Estado Islámico en Irak ha hecho posible la reapertura de un bar de clientela mayoritariamente cristiana en la ciudad de Qaraqosh, en el norte del país. Es el primer bar que reabre sus puertas desde que Estado Islámico fuese expulsado de la ciudad durante las primeras etapas de la campaña del Ejército iraquí para retomar Mosul, situada unos 15 kilómetros al oeste.
Los clientes son principalmente cristianos que tuvieron que huir en masa cuando hace tres años Estado Islámico tomó el control de la ciudad y les dio un ultimátum: pagar un impuesto, convertirse al islam o morir. Quienes regentan el local, sin embargo, son musulmanes que tuvieron que cerrar ante las estrictas prohibiciones con el alcohol y el tabaco que Estado Islámico establecía.
El bar supone a sus clientes un respiro de las realidades de la guerra, pero el tema de conversación que se puede oír gira en torno a las secuelas que ha dejado. "Es difícil olvidar que sigue apareciendo gente bajo los escombros", afirma Abu Jalid, musulmán de Mosul que compartía una botella con amigos.
"¿Por qué bebemos? Así podemos liberar nuestros problemas. El alcohol suelta la lengua", ha añadido Jalid, que viste un atuendo tradicional árabe.
En su vuelta a la normalidad, el dueño del bar, Abu Firas, ha cubierto las marcas de balas de la pared con carteles publicitarios de cerveza y ha tapiado un gran ajugero detrás del fregadero por el que los milicianos pasaban a la tienda de al lado sin ser detectadas.
Firas espera que la reapertura devuelva la vida a su ciudad y ayude a revertir el éxodo de la población cristiana. "Día a día el negocio va mejorando", ha dicho. Aunque se espera que Estado Islámico vuelva a las tácticas de los atentados cuando pierda el contro territorial, el regente afirma: "No tenemos miedo".
EL MAYOR ASENTAMIENTO CRISTIANO DE IRAK
Alrededor de 400 familias han regresado a Qaraqosh, que fue el mayor asentamiento cristiano en Irak hasta que Estado Islámico se hizo con el control de la zona y se vieron obligados a marchar.
"Amo mi ciudad. Quiero que vuelva a ser lo que era", declara un cliente cristiano que prefiere no decir su nombre, mientras descansa de las labores de reparación de hogares. Tuvo que huir a Europa y regresó hace 15 días a Irak. "No he decidido si regresar a Francia o quedarme aquí", dijo.
Su principal preocupación, afirma, es la seguridad, pero no es el Estado islámico lo que le inquieta ahora. El mayor peligro ahora es la violencia entre grupos paramilitares rivales que patrullan las calles de Qaraqosh y sus alrededores. La semana pasada, por ejemplo, dos milicias cristianas se enfrentaron en la ciudad.
La convivencia en este bar muestra que la coexistencia pacífica de ambas comunidades es posible. Sin embargo, muchos musulmanes suníes de las aldeas vecinas habían apoyado a Estado Islámico, lo que puede desatar violencia social en la ciudad.
Irak declaró la victoria en Mosul el pasado 9 de julio, pero para la recuperación de la región aún es necesario encontrar a los familiares desaparecidos, reconstruir los hogares, restablecer los medios de subsistencia y la reconciliación de las comunidades, lo que supone un desafío que tomará tiempo.