Inmigración en Hungría
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MADRID, 2 Oct. (EUROPA PRESS) -

El euroescéptico primer ministro húngaro, Viktor Orban, aguarda los resultados del referéndum de este domingo, que ha concebido como un instrumento con múltiples usos a su servicio: como una manifestación contra la política migratoria de las instituciones europeas; para debilitar aún más a su oposición y, finalmente y en términos generales, como una declaración indirecta en contra de la influencia de la Unión Europea sobre sus estados miembros.

Todos estos aspectos se encuentran encerrados en una sola cuestión: '¿Quiere usted que la Unión Europea, incluso sin la aprobación del Parlamento húngaro, sea capaz de ordenar el asentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros dentro del país?'. Una pregunta cuya redacción encierra una crítica pasiva contra las competencias de la Unión Europea para dictar las políticas de sus estados por encima de los parlamentos nacionales.

Así, Orban ha depositado en esta cuestión sus esperanzas para erigirse en el portavoz 'de facto' del llamado grupo de Visegrado -- que incluye a Polonia, República Checa y Eslovaquia -- para que juntos se levanten como una sola voz contra la intervención de la Unión Europea en el desarrollo de sus estados miembros; intervención legitimada por los tratados europeos, y cuya reforma podría solicitar Orban si se ve con fuerza suficiente.

UNA INICIATIVA CONCIENZUDA

El plebiscito no es, ni mucho menos, una apuesta ciega del primer ministro. Un 76 por ciento de la población considera que los refugiados traen consigo un incremento de la amenaza del terrorismo y hasta un 82 por ciento están convencidos de que son un lastre para el país, según los resultados de una reciente encuesta del Pew Research Center.

Pero cierto es que la carga que asume Hungría no es tan exagerada como la plantea Orban. Principalmente, porque se trata de un país de tránsito de inmigrantes, más que de estancia definitiva. Y segundo, porque a pesar de tratarse de uno de los países que más peticiones de asilo ha recibido, el número de solicitudes aprobadas (un 15 por ciento de las más de 3.200 decisiones tomadas al respecto) compone uno de los porcentajes más bajos de la UE, según las cifras recogidas por el portal Euronews.

Ello no ha impedido a Orban cerrar las fronteras del país con alambre de espino y 8.000 policías y militares con orden de repeler cualquier intento de entrada no aprobada por las autoridades, ni lanzar esta calculada iniciativa política en forma de un referéndum en el que su partido Fidesz ha invertido mucho tiempo y dinero, a través de una campaña abrasiva a favor de la victoria del 'No', frente a la que la oposición formada por el Partido Socialista y la coalición Democrática -- una asociación de partidos de izquierda -- apenas ha tenido fuerzas para responder.

Orban la ha lanzado con todo a su favor, convirtiendo incluso dudas en ventajas. Por ejemplo: aunque el índice de participación no alcance el 50 por ciento necesario para validar el plebiscito, el primer ministro Orban ha garantizado que escuchará de todas formas la voz de la población para tomar nuevas medidas.

Así, Stratfor considera que Orban quedaría perfectamente satisfecho con un 40 por ciento de votantes -- se trataría de un plebiscito nulo, en este caso -- siempre y cuando ganara la opción del 'No'. Un 40 por ciento bastaría para demostrar su poder de convocatoria, que florecería en todo su esplendor en los próximos comicios presidenciales, que se esperan más concurridos.

El Fidesz no ha escatimado en gastos para llamar al voto en contra a través de una campaña que grupos pro Derechos Humanos como el Comité Helsinki han calificado directamente de propaganda xenófoba. "Se trata de una campaña propagandística contra los refugiados, financiada con dinero público, que ha demonizado descaradamente a los inmigrantes al dar a entender que su desplazamiento es responsable del terrorismo y que la migración, como tal, pone en peligro la cultura húngara", ha sentenciado el grupo en un comunicado.

RIESGO CALCULADO

Sin embargo, y por mucho que el aliado del Fidesz en su campaña sea nada menos que el partido de ultraderecha Jobbik, hay que puntualizar que este plebiscito en modo alguno es una amenaza velada de Budapest para dejar la Unión Europea, que a día de hoy y, de nuevo según Stratfor, es un agente imprescindible para el desarrollo económico del país, por no mencionar que la mayoría de los húngaros se muestran partidarios de permanecer en el bloque.

En el fondo, lo que Orban busca es cimentar su poder como principal voz euroescéptica en el centro de Europa, politizando en un marco más amplio las durísimas medidas contra la inmigración que ha adoptado sobre el terreno. "No se espera un cambio notable en la política húngara", destaca Stratfor, pero el Fidesz espera que el plebiscito del día 2 sea "una demostración de fuerza" que sirva de precedente a los partidos euroescépticos de otros países.

Frente a ello, la UE se mantiene a la expectativa dentro del temor. "El referéndum es un ejercicio nacional de Orban. Y como le envalentone aún más, no esperan buenas noticias a la UE", han reconocido a Reuters fuentes diplomáticas europeas, a sabiendas de que el bloque apenas tiene margen para contraatacar si Orban decide ignorar la cuota migratoria ordenada por Bruselas.

Sí que cabe pensar en que la Comisión Europea pueda suspender la entrega de fondos de desarrollo -- un importante puntal económico para Budapest -- pero Polonia, gran aliada del primer ministro Orban, ha avanzado que ejercerá su derecho a veto contra cualquier medida más drástica, y no parece probable que Bruselas vaya a llegar más allá en un ambiente marcado por una decepcionante sensación de disociación, tras la aprobación de la salida de Reino Unido de la UE y la amnistía a España y Portugal por incumplir los objetivos de déficit.

El pasado jueves, y consciente de su posición aventajada, Orban volvió a exhibir su retórica combativa. "Con que haya más votos en contra que a favor, me basta para entender que los húngaros no aceptan el régimen que los burócratas de la Unión Europea quieren imponernos", ha declarado durante una entrevista a la cadena TV2.

"Cuantos más inmigrantes, más riesgo de terrorismo. Queremos preservar Hungría como el país seguro que es ahora", añadió, antes de reiterar su disposición a pedir una reforma de la política migratoria de la Unión Europea si percibe que cuenta con la suficiente fuerza. Las negociaciones, concluyó, podrían incluso comenzar la semana próxima, como muy pronto.

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